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Alfredo Ortiz de Zárate Miembro del Comité Ejecutivo de UAGA

La Tierra no necesita del ser humano

¿Podemos dejar la responsabilidad de gestionar nuestra casa común llamada Tierra al modelo de democracia representativa que nos gobierna? Mi opinión es negativa. Las grandes directivas que afectan a nuestro medio deben ser debatidas por la sociedad civil y decididas por ella misma

Es el ser humano quien depende para su existencia de la Tierra. Alguien decidió en su momento que el 22 de abril era el Día Mundial de la Tierra, cuestión ésta bastante asombrosa, pues todos y cada uno de los días del año dependemos de ella. Pero dada la situación y visto que celebrar no vamos a celebrarlo, no está de más un cierto recordatorio de cuestiones que no por obvias son menos despreciadas e ignoradas, tanto por acción como por omisión.

Partimos del cierto fenómeno de la masificación del planeta. Pero esta cuestión tiene dos variantes. Por un lado, la población masificada en los núcleos urbanos que pueden estar tanto en países ricos como en pobres, pero siempre cuentan con un porcentaje de pobres en su haber. Por otro lado están las poblaciones rurales, mayoritarias en los países pobres y minoritarias en los estados del primer mundo.

Si nos centramos en las sociedades rurales, resulta que en las del mundo pobre -yo diría deliberadamente empobrecido- el potencial de Tierra existente es tan importante para su explotación que el factor humano y el concepto tierra para subsistir, desde la visión alimentaria y cultural, pasan a ser puramente anecdóticos. Así las cosas, aludiendo a un supuesto bien general se están aplicando técnicas y métodos agresivos hacia las personas y el mundo natural. Por un lado se están realizando deforestaciones masivas que, bajo la excusa de alimentar a poblaciones indígenas, buscan en realidad la explotación del territorio para otros usos: petrolero, minerales, infraestructuras, asentamientos poblacionales marginales... Por otro lado están los transgénicos, la quimera que solucionará el hambre en el mundo, nos salvará de plagas y evitará la utilización de insecticidas y pesticidas: engaño y mentiras. Los transgénicos han sido ideados como el anillo único, para tener a los productores y a los consumidores sujetos y sometidos a las multinacionales y a las cadenas de distribución.

Si nos acercamos a las sociedades urbanas, la tierra y quienes la trabajan son como reservas de indios que se mantienen de una manera más o menos natural -¿o debería decir folclórica?- mientras los poderes económicos o especulativos no decidan que hay que convertir la Tierra en «suelo» para «beneficio social y a favor del progreso de la sociedad». En todo esto nadie es inocente, aunque el grado de culpabilidad no es el mismo para todos. En una cara de este prisma están quienes opinan que bastantes preocupaciones diarias tiene ya como para entrar a militar activamente en defensa de la Tierra. Otra cara es la de quienes conscientemente buscan en algo que es del conjunto de la Humanidad un lucro personal o corporativo. La cuestión ahora es la siguiente: ¿podemos dejar la responsabilidad de gestionar nuestra casa común llamada Tierra al modelo de democracia representativa que nos gobierna? Mi opinión es negativa. Las grandes directivas que afectan a nuestro medio deben ser debatidas por la sociedad civil y decididas por ella misma, ya sea para mal o para bien. Aquí no vale hacerse trampas al solitario.

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