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Elecciones en Sudáfrica

«El pragmatismo es el elemento central de la estrategia de Mandela»

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John Carlin

Periodista y autor del libro “el factor humano”

Nacido en Londres en 1956, estudió en Oxford y comenzó su andadura como periodista en Argentina. Desde entonces ha sido corresponsal en diferentes paises y diferentes medios. Además de conocer profundamente la situación en todo el continente americano, de norte a sur, vivió en Sudáfrica de 1989 a 1995, donde ejerció de corresponsal para el prestigioso “The Independent”, entre otros. Actualmente vive en Barcelona y trabaja para “El País”, donde escribe una columna sobre fútbol.

Iñaki SOTO | DONOSTIA

John Carlin está en Euskal Herria para promocionar su libro. No obstante, accede amablemente a ir más allá del libro para, en vísperas de las elecciones en Sudáfrica, analizar algunos de los aspectos clave de la realidad sudafricana, e incluso mirar por un momento al caso vasco.

En su libro cuenta una historia emocionante sobre un personaje real que en muchos momentos parece de ficción...

Toda la historia parece de ficción, no sólo Mandela. Por ejemplo los hermanos Viljoen; uno, el general, representa a la extrema derecha, mientras el otro se convierte en un blanco antiapartheid. Después de treinta años se reúnen y esta reunión es clave para lograr la paz. ¡Hay muchos elementos que resultan tan improbables! Mandela es un personaje no ya de ficción, sino de leyenda griega.

Ud. ha conocido a Mandela. ¿Se notan los 27 años en la cárcel?

La prisión por un lado es terrible, pero desde el punto de vista del resultado final en Sudáfrica, tuvo aspectos muy positivos. Mandela es el primero en reconocer que le dio la oportunidad de reflexionar y realmente preparar una política eficaz para acabar con el problema político. Mucha gente que llegó a Robben Island después de él se refiere a la cárcel como «la universidad», donde aprendieron de los viejos. Mandela y el resto eran como catedráticos.

El libro transmite una visión empática sobre el enemigo, una visión que Mandela defiende. ¿Esa postura es natural en él o tiene algo de calculada?

Mandela es una persona de naturaleza generosa, de muy buena fe. Si vamos a negociar y tú dices que quieres negociar conmigo, yo parto de la premisa de que eso es así. Ahora bien, si le traicionan, Mandela se cabrea mucho. Pero él es abierto y generoso, eso está en su ADN.

Por otro lado, y creo que es la clave de todo, Mandela es absolutamente pragmático. Él fue el primer comandante en jefe de Umkhonto we Sizwe, la organización armada del Congreso Nacional Africano. La fundó en 1961 y al poco tiempo lo detienen. Muy pronto arrestan a toda la cúpula, y básicamente, eso se acabo. Él va a la cárcel y se enfrenta a una cadena perpetua. Sin embargo, sabe que va a salir, no sé cómo pero tiene una visión de su destino. Y piensa, «esto de la lucha armada seamos honestos, seamos pragmáticos y realistas no va a funcionar, hay que buscar una solución política». Con lo cual se va preparando. ¿Qué hace? -y esta es la trama del libro-. Regla número uno, conocer bien al enemigo. Sus vanidades, sus amores, sus temores. Esto lo hace a través de sus carceleros. La cárcel es como un microcosmos dentro del resto de Sudáfrica: era una islita en la que blancos tienen a negros presos. Lo primero que hace es aprender el africaner, el idioma del opresor. El resto de presos le preguntaron «¿pero qué te pasa, Mandela?». Él responde que hay que entenderlos. Luego lee los libros de historia de los africaner. Conoce a los carceleros y se los va ganando. Y estos caen rendidos ante la cortesía, el respeto y la integridad. Mandela sale de la cárcel con un conocimiento muy íntimo del enemigo. Él quiere crear una nación democrática pero también unida.

En Nicaragua, donde también estuve, cuando el Frente llega al poder en 1979, lo celebran. En cierto modo, humillan al enemigo, sin llegar a ser crueles, claro, pero no pensaron en la fase post revolución. Mandela tuvo esa sabiduría de entender que no era una cuestión de convocar elecciones, llegar al poder y se acabó la película, sino que vio que había un peligro muy real de que surgiera una contrarevolución, que es lo que ocurrió en Nicaragua. El de Mandela era un pragmatismo total: había que desarmar a los blancos no físicamente, sino políticamente. Toda la estrategia de Mandela se basa en el pragmatismo, en poner a un lado los odios, las etiquetas, los revanchismos, todos los motivos. Y pensar, ¿qué queremos ante todo? Una solución que funcione.

Ha citado a Umkhonto we Sizwe, pero en el libro apenas aparece. La narración se centra en una parte del conflicto que puede ser considerada anecdótica, como es el rugby. Es evidente que esto funciona literariamente, pero ¿cree que es una visión equilibrada?

Realmente, prestarle demasiada atención al movimiento armado del CNA sí sería una distorsión de la historia, porque fue uno de los movimientos armados menos eficaces de la historia. ETA, por ejemplo, ha matado a muchísimas más personas que Umkhonto we Sizwe. En total, contando policías y soldados, la cifra no supera los 250. Y hablamos de un país que sufrió una de las injusticias más enormes de la historia de la tierra.

También conocí al tipo que durante un tiempo fue el jefe de Umkhonto we Sizwe y del Partido Comunista, Joe Slovo. Él me reconoció que más que un movimiento armado, Umkhonto we Sizwe fue propaganda.

Ha mencionado al PC sudafricano, y en el libro aparece en dos pasajes: uno, cuando Mandela rechaza la exigencia de marginar al PC de las negociaciones; el otro, cuando su líder, Chris Hani, muere a manos de los ultraderechistas en pleno proceso. ¿Cree que fue importante la postura de Mandela?

A Mandela se le criticó mucho desde Estados Unidos que tuviese una relación muy cordial, por ejemplo, con Gadafi, cuando era el «malo» al igual que ahora lo es el líder de Irán. La respuesta de Mandela era sencilla: «Vosotros, en la II Guerra Mundial, teníais un enemigo, Hitler, y como éste era el gran enemigo, teníais una alianza con la Unión Soviética». Cuando estás en tiempos de guerra y tienes un enemigo común, haces alianzas con todo el mundo. Él defendió siempre su postura porque Gadafi le había ayudado en los tiempos difíciles. Y al PC aún con mucha más razón, porque había sido un elemento casi orgánico del CNA. En la cárcel tuvo durante años una especie de discusión continua con Govan Mbeki, figura importante del PC y padre del que fuera presidente, Thabo Mbeki. Y tuvo diferencias ideológicas con el PC. Pero, primero tenían un factor que era que estaban luchando contra un enemigo común. Éste es otro ejemplo de la postura política de Mandela, que busca resultados prácticos reales.

Dentro del legado que dejó Mandela en el CNA está la cuestión de la relación estratégica con la izquierda.

Ahora que no hay ese enemigo común existe más división. El CNA tiene ciertas similitudes con el PRI mexicano. Evidentemente, no ha llegado a tal degeneración. Pero es un partido de poder que reúne a muchos y diferentes elementos y tendencias políticas. El PRI también tenía esos elementos. Por ejemplo los sindicatos eran una parte orgánica del PRI, y Cosatu lo es del poder del CNA.

Lo que va a ser interesante es lo que va a ocurrir con Cosatu. Esta tendencia de buscar consenso está ahora a prueba. Es posible que con el tiempo cambie y del mismo modo que se ha creado una excisión desde la perspectiva del ala derecha, se creen nuevos partidos desde una perspectiva de izquierda.

Creo que es tremendamente saludable la fuerza de Cosatu, que esté presente, argumentando, haciendo ruido, porque es una muestra más de la vitalidad de la democracia sudafricana.

La figura de Jacob Zuma es bastante controvertida.

De los posibles candidatos que había a la presidencia del CNA no era el mejor situado, a mi parecer. Fue el clásico candidato de consenso, para satisfacer a diferentes bandos.

Me parece una pena que haya salido como candidato del CNA habiendo mejores. A diferencia de Mbeki, que es alguien muy frío, Zuma es un tipo afable y se relaciona muy bien con una multitud. Esas son virtudes importantes en un político que no cabe despreciar.

¿La cuestión étnica afecta?

El hecho de que sea zulú es una de las cosas a favor de la candidatura de Zuma. Es importante que los zulúes vean que tienen un candidato suyo y que eso va a apaciguar posibles tensiones. Los zulúes, antes de la democracia, estaban divididos. Por un lado, los zulúes del CNA que en general provenían de las zonas urbanas y hablaban en inglés, y tenían más alto nivel educativo. Por otro lado, tienes a la otra mitad que eran más rurales, de costumbres ancestrales, con niveles educativos inferiores y que no hablaban inglés. Este grupo siempre ha sido problemático, porque estaban básicamente aliados con los blancos. A largo plazo, tener un presidente zulú va a ser positivo. Algunos pensarán que ese prejuicio que les metieron en la cabeza de que el CNA era un partido de los xhosa no es verdad.

Se superó el apartheid en términos raciales, pero perdura una gran división económica.

Es importante señalar que, en Sudáfrica hay menos racismo de los blancos a los negros que en la mayoría de los países. Hay una convivencia y un respeto que no se puede desdeñar, sobre todo en términos históricos.

Respecto a lo económico, si ahora vas a Sudáfrica, por ejemplo a Ciudad del Cabo que es el lugar más bello del mundo, ves una parte que es rica y próspera y luego un océano de chabolas donde viven los negros. Si llegas sin una perspectiva histórica mínima te va a impactar y vas a pensar, «¿qué demonios ha cambiado aquí?». Lo que ha cambiado es que cuando yo llegué hace 20 años, todos los negros eran pobres, no había clase media. Ahora hay una importante clase media negra. Hace dos meses estuve con el ministro de Finanzas Trevor Manuel y me comentaba que hace veinte años, todos los negros aparecían en un lado de la balanza, el pobre, y los blancos en el opuesto. Ahora ese índice marca unas diferencias que no están determinadas por la raza.

El país arrastraba una pobreza entre la población negra enorme, desde hace muchísimos años. No creo que nadie pueda decir que las cosas no han cambiado. Es una tontería decir eso. Camino por las calles y veo a niños negros y blancos jugando en el patio del colegio...

Parece evidente que no se puede responsabilizar de esa realidad al CNA...

Es evidente que no, ni al CNA ni a nadie. Hay que ser realistas.

«Mencionar Irlanda junto al País Vasco genera ira en algunos»

Ud. también ha escrito sobre Euskal Herria y, concretamente, sobre el último proceso de negociación. Sudáfrica fue un paradigma e influyó en Irlanda profundamente. Asimismo, estableció la idea básica de que los conflictos son distintos, pero que la resolución de los mismos tienen elementos básicos en común. ¿Qué lección no aprendimos vascos y españoles de Sudáfrica?

Escribí varios artículos sobre el paralelismo con Irlanda y provocaron mucha indignación, mucha ira. Hay gente que se pone histérica por oir mencionar Irlanda en el mismo contexto que el proceso vasco. De repente, me convertí en el «coco», me vieron como un cómplice de ETA-Batasuna, un tonto extranjero que no entiende la historia, la idiosincrasia, y que se presta al juego de los «terroristas». Me pareció bastante lamentable.

¿Qué tiene que ver Irlanda con el País Vasco? El hecho es que en Irlanda tanto católicos como protestantes vieron a Sudáfrica como ejemplo, y hay mucha más diferencia entre Irlanda y Sudáfrica que entre Irlanda y el País Vasco, evidentemente. Pero los irlandeses, tanto católicos como protestantes, tuvieron la apertura mental y la inteligencia de ver que se podían extraer lecciones de Sudáfrica. ¿Por qué? Porque los irlandeses realmente eran, vuelvo a la palabra clave, pragmáticos. Querían realmente buscar una solución práctica que acabase con el conflicto y que lograra una estabilidad social y paz. Pusieron toda su energía en buscar eso, que es exactamente lo mismo que hizo Mandela.

Me da la impresión de que ese mismo pragmatismo no se ha visto en el caso vasco –lo digo sin señalar culpables ni nada por el estilo–. Creo que si la gente fuese más pragmática y quisiera buscar una solución práctica, algo que realmente asiente una paz verdadera aquí, deberían tener la humildad y la apertura mental de estudiar otros conflictos resueltos como el de Irlanda, que creo que es el más útil para el caso vasco, pero también el de Sudáfrica, que fue el que utilizaron los irlandeses.

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