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SANT JORDI EN CATALUNYA

El día en el que los libros florecen

Catalunya amaneció y anocheció desbordada de libros y rosas. En la Diada de Sant Jordi las calles de Barcelona, y del Principat en general, se llenaron como cada año de puestos repletos de páginas y pétalos. La gente tomó las calles en busca del best-seller del año, de la firma del escritor de moda o de algún ejemplar especial. La lectura fue ayer el eje de un día festivo a la catalana.

Itziar AMESTOY | BARCELONA

Con los primeros rayos de sol, un libro comienza a despertarse en algún rincón de Catalunya. Sabe que le espera un duro día en algún puesto de las Ramblas de Barcelona. El 23 de abril se convierte cada año en el Principat en una gran fiesta. Una fiesta para las editoriales, que organizan el trabajo de todo el año con este día como eje. Una fiesta para las floristerías, que inundan Catalunya de rosas de todos los colores. Una fiesta para los colectivos, que exprimen el potencial del día dar a conocer sus reivindicaciones. Y una fiesta para los enamorados, que aprovechan la excusa para regalar libros y rosas.

Hace décadas, el Gremio de Libreros de Catalunya estableció el 23 de abril como Día del Libro, por ser el día de la muerte de Miguel de Cervantes y William Shakespeare. Se consiguió así, allá por 1930, una festividad redonda ya que el mismo día es el patrón de Catalunya, Sant Jordi. Dice la leyenda, que el caballero clavó una lanza en un dragón y de la herida salió un rosal. De ahí, nació la tradición de regalar una rosa el día 23 de abril. Doble festividad.

Las editoriales no dudan del volúmen de negocio del día. Sería algo similar a lo que ocurre en la Azoka de Durango. El Gremio de Libreros no se mostró ayer preocupado por la crisis y preveían volver a llegar a los veinte millones de euros de recaudación que consiguieron el año anterior. Un número que se traduce en un 7,6% de la cifra anual. «No creo que baje el número de ventas, aunque sí que habrá diferencias como que se vendan más ediciones de bolsillo», comentaba Ferran, empleado de una gran librería de Barcelona. A diferencia de años anteriores, este 23 de abril no amaneció con un best-seller claro en las quinielas. Después de que el «huracán Zafón» arrasara el año pasado con «El juego de Ángel», la pugna este año estuvo reñida. Uno de los títulos más comentados era el de la saga del fallecido Stieg Larsson. Javier Cercas, con su «Anatomía de un instante», y Gaspar Hernández, con «L'últim home que parlava català», también despuntaban. Un éxito que se visualizaba en forma de largas colas y tumultos alrededor de las mesas en las que firmaban los escritores. Otro nombre que sonaba en la grandes librerías era el de Bernardo Atxaga, pregonero este año y que se pasó el día de ayer de puesto en puesto para firmar sus libros y promocionar la novela «Siete casas en Francia», recientemente publicada.

Los escritores no tienen dudas a cerca de que es un día que les asegura cierta supervivencia. Sin embargo, no siempre se sienten cómodos. «No creo que éste sea el mejor sistema», declaró contundente Atxaga. El escritor explicó que se siente más cómodo con alguna lectura en voz alta, que derive en una charla sobre literatura y que desemboque, ahora sí, en la firma de algún ejemplar. La forma masiva de firmar libros tiene, según el escritor, más de industrial y sistemático y menos significado. Aún así, Atxaga huye de ser un «fariseo» que se muestre en contra de Sant Jordi o la Feria de Durango, consciente de la importancia de las ventas. Conoce la festividad de Sant Jordi desde hace años y considera que, en cierto modo, se han «superado los límites», se ha desbordado. Para ello, sube el tono de sus declaraciones. No porque la tranquila charla sobre literatura haya derivado en una discusión, sino porque la actuación de un grupo estilo Bollywood que está teniendo lugar a cinco metros en la misma Plaza Catalunya dificulta la conversación. «A eso me refiero», dice señalando el escenario.

Manuel Rivas también firmó numerosos ejemplares de su reciente libro de poesía, publicado en catalán, euskara, gallego y castellano. Afirmaba, como también lo hizo Javier Cercas, que es un «bonito día». No había tiempo para extenderse en explicaciones, ya que un nombre conocido se traducía en abundantes colas. Gaspar Hernández, uno de los catalanes con más ventas de ayer, anduvo también con prisas de puesto en puesto, aunque aseguró que Sant Jordi tenía un significado especial. Pau Joan Hernandez, escritor infantil, en cambio, aseguraba sin presión de colas que le parecía un ambiente «frío».

Además de Cercas o Hernández, el de Atxaga también fue uno de los libros que se veía en los puestos de las grandes librerías. Es curioso el hecho de que los puestos grandes no se traducen una oferta amplia. Las grandes librerías tienen cientos de ejemplares de esos volúmenes llamados a ser el superventas de Sant Jordi. De hecho, los puestos de la Abacus, la Central, el Corte Inglés o la FNAC, por citar varios ejemplos, apenas se diferencian si no fuera por la bolsa en la que guardan los ejemplares. Casualmente, los escritores y escritoras responsables de esos títulos se pasan el día, como hizo ayer Atxaga, de puesto en puesto. Son los mismos que generan colas. ¿Casualidad o marketing? Desde la librería independiente La Ciutat Invisible consideran que, en cierta manera, se desvirtúa el significado de la lectura. Hernan, sin embargo, subraya que es un buen día para hablar con la gente y darle a conocer nuevos títulos. «Este año los temas sobre los que más se está vendiendo son la crisis, los biocombustibles o las alternativas de consumo».

Los puestos que montan colectivos no tienen en mente tanto la venta sino darse a conocer. En ello coinciden el Col·lectiu de Solidaritat amb la Rebel·lio Zapatista y la Euskal Etxea. En el primero, se pasaron el día de ayer platicando con los visitanes que se interesaban por la lucha zapatista, la situación de Oaxaca o San Salvador de Atenco. Maite Etxebarria explicó, desde el puesto de la Euskal Etxea, que se encontró a varias personas interesadas en sus actividades.

Pero Sant Jordi, más allá de un día festivo, es una jornada de reivindicación. La Plataforma per la Llengua «tomó» Plaça Universitat a lo largo de todo el día bajo el llamamiento a «El catalán, lengua común». Según explicaba su portavoz, Martí, se trata de una propuesta organizada conjuntamente con otras 24 entidades con el objetivo de subrayar el potencial del catalán como «elemento de inclusión de personas recién llegadas a Catalunya». El manifiesto que han impulsado desde este colectivo pretende subrayar que en Catalunya no existe un bilingüismo, sino un multilingüismo y que el catalán es la lengua que puede vertebrar la sociedad. Como símbolo, a las 19.00 h. estrenaron «Delotarrel», un espectáculo que reunió en un mismo escenario a cantantes catalanes como Gerard Quintana o Joan Garriga, con músicos llegados de otros lugares.

Por otro lado, una manifestación convocada por la Esquerra independentista partió a las 18.30 de Canaletas -fuente de las Ramblas conocida por ser el lugar donde se celebran los triunfos del Barça- bajo el lema «El bilingüismo pisa nuestra lengua». Con la marcha, que secundaron cientos de personas, y un acto cultural a las 20.00 h.la formación reivindicó el uso del catalán.

Pero, a pesar de todo, no se puede dejan a un lado las otras protagonistas del día: las rosas. A la tradicional flor roja le han ido saliendo competidores durante los últimos años. Así, en los puestos de ayer se podían ver rosas azules, amarillas, blaugranas e incluso alguna con todos los colores del arco iris en una misma flor. Innovaciones que, aunque sorprenda, llegan a causar el malestar de los guardianes de la tradición. «Las rosas tienen que ser rojas», afirmaba Andreu. Los rosales fueron otra propuesta de los más ecologistas con el lema: «Regala vida, compra un rosal».

Una de las tradiciones que sí que se ha ido rompiendo es la de los regalos a intercambiar entre las parejas. La costumbre obligaba a que el chico obsequiara una rosa a la mujer, que le respondía con un libro. Más allá de la visión homófoba de esta tradición, últimamente se ha roto con el contenido machista y los libros van en ambas direcciones; aunque no tanto las rosas.

Cae el sol en Catalunya. Los floreros tienen agua nueva y las mesillas de noche una bibliografía renovada. Esperemos que no haya que esperar hasta el próximo 23 de abril para regalar un libro o una rosa.

Larsson y Javier Cercas, los más vendidos

El fallecido Stieg Larsson y Javier Cercas se convirtieron en los autores «vencedores» del Sant Jordi de este año, según la información facilitada por el Gremio de Libreros. El fenómeno Stieg Larsson, que llegaba

con las dos primeras obras de su trilogía «Millenium» -«Los hombres que no amaban a las mujeres» y «La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina»; la tercera entrega se publicará en junio-, se convirtió en el autor más vendido tanto en narrativa en castellano como en catalán. El autor que más libros firmó fue Javier Cercas, que concurría con su ensayo novelado «Anatomía de un instante», un análisis del 23-F, que ocasionó las mayores colas de lectores.

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