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Muguruza recoge las voces de un país sitiado también culturalmente

«Checkpoint Rock. Canciones desde Palestina» es un «canto a la vida» que el músico irundarra Fermin Muguruza presenta hoy en la clausura del Festival de Cine y Derechos Humanos de Donostia y con la que pretende dar voz a un país cosido por fronteras artificiales y ocupado por un Estado que evita difundir la existencia cultural ante el resto del mundo y, por consiguiente, «encarcela» una identidad musical que emerge de entre los muros de separación.

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Ariane KAMIO | DONOSTIA

La muerte del poeta nacional palestino Mahmoud Darwish el 9 de agosto del año pasado es el punto de partida del documental «Checkpoint Rock. Canciones desde Palestina». El deceso de este artista guía a Fermin Muguruza para llegar a diferentes creadores emergentes del país, al igual que hizo Darwish con su poesía en la carrera de estos jóvenes artistas. Clásicos, raperos y rockeros se entremezclan en un país fuertemente ocupado por el Ejército israelí y con grandes dificultades políticas y fronterizas que hacen todavía más complicado encarrilar su profesión como músicos y, por consiguiente, difundir sus creaciones. «Checkpoint Rock. Canciones desde Palestina» viaja desde «los anuncios publicitarios y el neón» de Tel Aviv hasta los checkpoints para conocer los territorios ocupados de Cisjordania, y que acaba en Gaza. En ese recorrido, con la inestimable colaboración de Angel G. Katarain, captan en directo la música de DAM, el que fue el primer grupo de rap palestino, del grupo de rock Khalas, formado por tres palestinos, o de la cantante y actriz Amal Murkus, quien ha dedicado su carrera a promocionar la música y cultura palestina en Israel y en el exterior. Safaa Arapiyat, Walla'at, Habib Addeek, Muthana Shaban, Shadi Al-Assi, Sabreen, Palestinian Rapperz y Le Trio Jurban son los nombres del resto de músicos que protagonizan esta cinta, un abanico de estilos que tienen un rasgo en común: la práctica totalidad de sus letras hace referencia al conflicto palestino. Muguruza ha buceado en esa «lucha cultural» que cada vez va cogiendo más impulso y se va desnudando ante un planeta que poco o nada conoce de la existencia de la cultura en el país. Este documental, que clausurará el Festival de Cine y Derechos Humanos de Donostia, sirve como trampolín para que estos artistas puedan expresar ante el mundo qué es lo que piensan, cómo viven y cuál es el futuro que desean.

Documentar la realidad

El músico acudió a la presentación del filme acompañado por el realizador de la cinta, Javier Corcuera, y cinco músicos que han participado de primera mano en este proyecto: Kher Fody (Walla´at), Suhell Nafar (DAM), Amal Murkus, Safaa Arapiyat y Habib Addeek. Estos creadores resaltaron que «antes de la ocupación de 1948 había mucha cultura en nuestra tierra. Palestina era uno de los lugares más centrales en cuanto a la música y al desarrollo de la cultura del mundo árabe. Hoy en día, puede ser que no sea tan profesional el trabajo que hacemos, pero hay muchos intentos por parte de los israelíes para evitar que nuestra cultura se desarrolle». Por ello afirmaron que había sido necesario que un extranjero viajara hasta Palestina para «documentar lo que vivimos». «Somos un pueblo con una herida muy grande -dijo Amal Murkus-. Nuestra vida está llena de miserias, pero amamos nuestra vida, y que alguien crea en nuestra voz y en nuestra capacidad nos llena de felicidad». Muguruza, por su parte, explicó que este trabajo es un «canto a la vida, la celebración de un encuentro, del cambio de sentimientos que siempre hemos podido hacer a través de la música y que ahora lo hacemos también a través del cine».

Oscuridad

A pesar de que las noticias desde Palestina sean un ingrediente diario de los informativos de las televisiones y radios de todos los medios de comunicación, es cierto que apenas llegan datos sobre la salud de la cultura en el país. Murkus considera que en todo lo que tiene que ver con la cultura palestina, «sentimos que hay algo oscuro en su entorno; no quiero decir que sea censura, pero hay una oscuridad que evita que la gente vea qué es lo que está pasando en el país a nivel cultural». A su juicio, Palestina cuenta con diferentes realidades y no todas se reflejan ante el mundo. «Llevamos 61 años haciendo cultura, pero eso nunca sale, hay cosas más importantes para los occidentales», detalló.

A todo ello hay que añadirle las dificultades que tienen a la hora de hacer públicos sus trabajos. «Los medios de comunicación israelíes pertenecen a los seis millones de judíos que viven allí. Aunque también convivan con dos millones de palestinos y el árabe sea un idioma oficial -añadió Murkus-, en ningún medio emiten música árabe. Yo puedo crear tres discos y mucha música, pero si no se emite se queda encarcelada». Según explicó la cantante, la única forma que les ofrece Israel para que sus canciones salgan a la luz es cantar junto con artistas hebreos «por la paz»; una paz que, a su juicio, «puede tener muchos significados». «Nosotros queremos una paz justa, no una paz que canta y luego mata. Nos sentimos como mascotas cuando nos invitan a grandes eventos que no tienen ningún sentido si no traen una paz justa», prosiguió. Además de denunciar el comportamiento del Gobierno israelí, criticaron también la actuación de países árabes como Egipto, que tampoco se interesan por la cultura palestina y, por consiguiente, no les ofrecen ningún apoyo.

«Checkpoint Rock» es un documental que se alimenta de diferentes estilos musicales mediante unos artistas que, a través de sus melodías, muestran las diferentes realidades que se viven en un mismo territorio. Es el caso de Safaa Arapiyat que, por el hecho de ser una mujer que se sube al escenario para entonar versos raperos al más puro estilo árabe, se ve obligada a superar las barreras de su familia y de su comunidad. «Es importante destacar que, al ser mujer, me enfrento a dos tipos de problemas: Por un lado, ser una mujer palestina y, por otro, ser una mujer palestina en un Estado judío», dijo. A su juicio, existen muchos prejuicios sobre las mujeres palestinas, estereotipos que no casan con la realidad. «Una mujer palestina vive igual que el resto de las mujeres del mundo y sufre los mismos problemas», matizó. A ello hay que añadirle que, además de ser una mujer palestina, «tienes que sentirte extraño en tu propia patria. Cuando salimos del Estado israelí, fuera nos llaman israelíes, y dentro de las fronteras hebreas somos ciudadanos de segundo nivel, que es cuando nos tratan como palestinos», afirmó.

Preguntados por la actual Autoridad Nacional Palestina presidida por Mahmud Abbas, los artistas afirmaron que «no se sienten representados por la ANP, ya que actualmente no refleja ni controla nada para ser una autoridad». Ante ello, reclamaron un intento real para traer una paz verdadera a su país aunque, de momento, «nuestra patria existe más en nuestras canciones que en la realidad».

HERIDAS

«Somos un pueblo con una herida muy grande. Nuestra vida está llena de miserias, pero amamos nuestra vida y, que alguien crea en nuestra voz y en nuestra capacidad, nos llena de felicidad», dijo Amal Murkus.

UNA PAZ JUSTA

«La paz puede tener muchos significados. Nosotros queremos una paz justa, no una paz que canta y luego mata. Nos sentimos como mascotas cuando los israelíes nos invitan a grandes eventos que no tienen ningún sentido».

CONCIERTO

El certamen se clausurará con un concierto que ofrecerán Fermin Muguruza y los músicos palestinos en Gazteszena a las 22.30 de la noche y cuyas entradas se podrán adquirir en taquilla por un precio de 10 euros.

Ficha

Lugar y hora de la proyección:

Victoria Eugenia, 19.30.

Lugar y hora del concierto: Gazteszena, 22.30.

Precio de la entrada:

10 euros.

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