Los piratas somalíes se someten a una rígida disciplina casi militar
Los piratas somalíes tienen asumido un conjunto de rígidas normas de conducta que castigan con extrema dureza las infracciones. Este sistema les ha permitido disponer de una organización eficiente en un país asolado por la guerra civil desde 1991.
Mustafa HAJI ABDINUR |
Un tribunal de campaña, un baremo de multas y un código de conducta: los piratas somalíes no dejan nada al azar, sino que se apoyan en una estructura que les ha convertido en uno de los grupos armados mejor organizados de este país que se encuentra en guerra civil desde 1991.
La imagen tradicional del corsario no tiene cabida en el escenario somalí, donde los piratas forman una especie de fraternidad paramilitar regulada por un complejo sistema de reglas y sanciones.
Están organizados en una multitud de pequeñas células con dos bases principales situadas en los puertos de Eyl, en la región autoproclamada autónoma de Puntland, y de Harardere, más al sur.
«Hay cientos de pequeñas células, todas conectadas entre sí», explica a France Presse por teléfono desde Harardere, Hassan Shukri, uno de ellos.
«Hablamos cada mañana, cambiamos información sobre lo que pasa en el mar y si se captura un barco, organizamos los preparativos en tierra para enviar refuerzos», señala.
Según Shukri, los piratas tienen prohibidos los métodos violentos de las milicias y los señores de la guerra.
«Nunca he visto bandas con tantas reglas», confirma Mohamed Sheij Issa, un jefe tradicional de la región de Eyl, subrayando que los piratas han evitado que corra la sangre.
Abdi Garad, jefe de un grupo de piratas con base en Eyl e implicado en recientes ataques contra buques estadounidenses, explica que los litigios y conflictos internos se tratan en un refugio de las montañas.
«Tenemos una especie de tribunal instalado en Bedey (a algunos kilómetros de Eyl). Cualquier pirata que haya cometido un crimen es condenado y castigado sobre la marcha porque no tenemos prisiones para encerrarlos», informa Garad.
Es cierto que no todos los piratas reconocen esta autoridad. Pero, según Mohamed Hidig Dhegey, un pirata de Puntland, las reglas buscan superar las rivalidades.
«Si uno de nosotros mata a otro pirata, le mataremos inmediatamente y arrojaremos su cadáver a los tiburones», explica Hidig Dhegey desde Garowe (Puntland).
«Una vez me sorprendieron intentando robar la cartera de un rehén. Tuve que devolverla y me retiraron 25.000 dólares [18.850 euros] de mi parte del botín», recuerda otro pirata, Ahmed Ilkacase. Estas normas también afectan a los tripulantes y prohíben expresamente las agresiones sexuales.
Además de los castigos, el código de conducta de los piratas somalíes prevé una prima, denominada «saami sare» a aquellos que durante un ataque destaquen por su bravura.