Mientras se suceden los llamamientos de Occidente al Gobierno de Colombo y a los Tigres de Liberación de Tamil Eelam (LTTE) para que permitan la evacuación de civiles, Amnistía Internacional apela a la ONU para que proteja a la población civil y la guerrilla tamil pide la intervención inmediata de la comunidad internacional en el conflicto por «valores humanos», un médico denunció ayer la muerte de medio centenar de civiles en otro bombardeo sobre un hospital provisional ubicado en el último reducto bajo control guerrillero.

«Tres obuses han caído hoy -por ayer- sobre un dispensario y han muerto cincuenta personas», indicó a France Presse T. Varatharajah, un médico que trabaja en el centro instalado de forma provisional en una antigua escuela de Mullaitivu, en la minúscula franja costera donde las tropas gubernamentales tienen acorralados al LTTE y a entre 20.000 y 50.000 civiles tamiles.

Sin decir si este nuevo bombardeo fue realizado por las tropas gubernamentales o la guerrilla, el médico recordó que la víspera otro bombardeo idéntico mató a otros 47 civiles.

La web TamilNet atribuye ambos ataques al Ejército cingalés.

El responsable de la Secretaría de Paz del LTTE, S. Puleethevan, aseguró que «decenas de heridos se encuentran bajo los árboles o en el borde de la carretera». Añadió, además, que 39 mujeres de un centro de atención para enfermos mentales fallecieron ayer en una ofensiva del Ejército, según informó TamilNet.

Asimismo, un trabajador cingalés del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), la única agencia humanitaria con acceso a la zona, murió ayer durante un bombardeo.

Ambas partes volvieron a acusarse mutuamente de matar a los civiles atrapados en la zona de combates, pero sus denuncias carecen de confirmación independiente porque no hay observadores en la zona de las hostilidades.

Los Tigres tamiles responsabilizaron el lunes a los militares de haber matado a «3.200 civiles inocentes» en bombardeos realizados el fin de semana pasado. Un portavoz de Naciones Unidas en Colombo informó de la muerte de un centenar de niños y denunció un «baño de sangre». La guerrilla insistió ayer en que el Ejército realizaba continuos disparos de artillería contra el enclave rebelde, aunque un portavoz gubernamental aseguró que «no utilizamos armas pesadas para evitar muertes civiles» y afirmó que esas acusaciones son parte de la «propaganda del LTTE».