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Batalla electoral y lingüística en la periferia flamenca de Bruselas

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A menos de un mes de las elecciones regionales en el Estado belga, la lucha por la defensa del flamenco en la gran conurbación de Bruselas es visible en los paneles electorales.

En la comuna de Hal, de 35.000 habitantes, el Ayuntamiento ha modificado las reglas de utilización de los paneles, reservados en su mayoría para las formaciones flamencas. En una esquina, un último panel con el lema «otros» está reservado a la Unión de Francófonos, coalición de los tres partidos valones que aspiran a representar a los alrededor de 100.000 electores francófonos de la periferia de Bruselas, que se ha convertido en el epicentro de la tensión entre ambas comunidades.

En Affligem, otra comuna flamenca, las autoridades han decidido no dejar espacio a la propaganda valona, que periódicamente tapan con carteles blancos superpuestos.

La lengua de la zona

«Creo que todo el mundo debería poder pegar sus carteles electorales, incluidos los francófonos, pero entiendo a los partidos flamencos. Los francófonos podrían ser un poco más educados y aprender la lengua de la región», recuerda Erwin Van Steertegem, un vecino de Dworp, a dos pasos de Hal.

Hal y Affligem, pero también Overijze, Terviren, Merchtem o Zaventem forman parte del cinturón verde de Bruselas en el que los flamencos se quejan de la presencia invasora de valones cuando el flamenco es la única lengua oficial.

«En algunas tiendas se limitan a decirte que no hablan flamenco y le toca a uno hablar en francés», se queja Van Steertegem.

Las autoridades de la región han adoptado un código de alquiler que obliga a los demandantes de un arrendamiento social a que se comprometan a aprender el flamenco. El Ayuntamiento de Overijse ha abierto una oficina de quejas donde los ciudadanos pueden denunciar a las tiendas que practiquen discriminación lingüística.

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