Las lágrimas que brotaron anoche de los ojos de miles de hinchas rojiblancos tanto en Mestalla, la ciudad de Valencia y en un sinfín de lugares de Euskal Herria convirtieron la final de la ilusión en un trago muy amargo. 24 años de espera para que el sueño se desvaneciese en un cuarto de hora fue demasiado duro para muchos. Más aún cuando los leones consiguieron adelantarse. Los culés son hoy por hoy, con o sin bajas, uno de los dos mejores equipos del mundo y ayer acabaron con las ilusiones de un grupo nacido y formado en un pequeño país de sólo tres millones de habitantes.

Sin embargo, el Athletic como club ha de sacar varias lecturas de toda lo generado en torno a la final. La primera, indiscutiblemente, es que tiene una afición impresionante. La mejor, capaz de seguirle a donde sea y en cualquier circunstancia. Lo vivido durante las dos últimas jornadas en Valencia, con las calles teñidas de rojiblanco ha supuesto algo histórico para lo más jóvenes.

San Mamés se llenaba hace dos años cuando el equipo tenía el agua al cuello y el grupo contaba con el calor de la hinchada también en los desplazamientos. El presente curso, la ilusión y alegría se ha desbordado en todo Bizkaia con la trayectoria copera del equipo. Calles, barrios, pueblos y la propia capital se han vestido de rojiblanco. Un club, que gracias a su particular filosofía, mueve masas. En los malos y los buenos momentos.

La coyuntura copera ha reenganchado a gente y ha permitido al Athletic llenar de entusiasmo a generaciones que le apoyaban incondicionalmente, pero que no conocían una final. Es por ello que, anoche, cuando las cosas se pusieron más que feas, se escuchó aquello de «Athletic beti zurekin». Un hecho que, irremediablemente, lleva a volver a recordar que la afición rojiblanca no se merece capítulos tan esperpénticos como el padecido con el sorteo y reparto de entradas para Mestalla.

Aunque la derrota de ayer escuece, la ilusión ha regresado y se tiene que mantener porque la plantilla cuenta con mimbres cualificados y un amplio margen de mejora y crecimiento. El Athletic dispone de buenos futbolistas, aunque algunos no dieran lo esperado de ellos anoche, que pueden llevar a la institución a repetir su concurso en finales en años venideros. Otro debate, aparcado para fechas más apropiadas y con la cabeza fría, sería el valorar sí los resultados obtenidos en el campeonato de la igualdad durante dos campañas consecutivas, el propio planteamiento táctico para el partido de Mestalla y la gestión de la plantilla han sido acordes al potencial del grupo más comprometido de toda la Primera División.

Eso quedará para otro día, hoy toca volver a cantar orgullosos el «Athletic beti zurekin» y en agosto la hora de viajar por Europa tras un lustro.