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Los talibán incrementan los atentados suicidas en Pakistán

Pese a poner en marcha hace un mes una ofensiva a gran escala contra los talibán, provocando millones de desplazados, el Gobierno de Pakistán no es capaz de impedir los atentados suicidas. Si el miércoles el objetivo era Lahore, durante la jornada de ayer se registraron cuatro nuevos atentados atribuidos a los talibán, tres de ellos en Peshawar y uno en la ciudad de Dera Ismail Jan.
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Los talibán paquistaníes volvieron a demostrar ayer, que pese a la ofensiva del Ejército contra sus posiciones en el valle de Swat, mantienen una gran capacidad operativa para golpear al Gobierno de Islamabad.

Si el miércoles llevaban a cabo un atentado suicida contra instalaciones de los servicios de Inteligencia y de la Policía en Lahore, durante la jornada de ayer el objetivo fue la ciudad de Peshawar, donde se registraron otros tres atentados. Un cuarto atentado se produjo en la ciudad de Dera Ismail Jan.

En el primero de ellos murieron al menos ocho personas y un centenar resultaron heridas al explotar, casi simultáneamente, dos bombas dirigidas, de nuevo, contra la sede de los servicios de Inteligencia y de la Policía.

Riaz ul-Islam, un oficial de Policía de Peshawar, informó a la agencia France Presse de que las bombas estaban ocultas en dos motos que circulaban por esta atestada ciudad.

Poco después del doble atentado, «los terroristas abrieron fuego contra los policías y les perseguimos», relató a France Presse el oficial de Policía Qazi Jamil ur-Rehman. «Hemos matado a dos militantes armados y hemos capturado a otros dos», añadió Malik Naveed, jefe de la Policía de la provincia. A la caída de la noche, proseguían los combates en las calles de Peshawar.

El tercer atentado de ayer en Peshawar, también de carácter suicida y con la Policía como objetivo, se registró ya entrada la noche.

«Un kamikaze precipitó su coche repleto de explosivos contra un puesto de control de tráfico de la Policía», anunció Sifat Ghayr, el jefe de Policía de la ciudad, quien añadió que había numerosas víctimas.

Otro oficial, que solicitó permanecer en el anonimato, aseguró que murió al menos un policía y que otros ocho resultaron heridos en este tercer atentado, registrado en un barrio periférico de Peshawar, una ciudad de 2.700.000 de habitantes.

Minutos después, se registraba un cuarto atentado com bomba en la ciudad de Dera Ismail Jan, situada a unos 300 kilómetros de Peshawar.

Naimutullah Jan, un oficial de Policía de Dera Ismail Jan, informó de que el atentado con bomba se produjo en las inmediaciones de un hospital y que, a continuación, hubo un tiroteo. En esta ocasión se utilizó un autorickshaw, un triciclo motorizado, para acercarse al puesto policial.

Revindicación

Unas horas antes del primer atentado de Peshawar, Hakimullah Mehsud, portavoz del Movimiento de los Talibán de Pakistán (TTP) -del jefe tribal Baitullah Mehsud- reivindicó el atentado de Lahore, «que fue llevado a cabo como represalia por la ofensiva de Swat».

En el centro de esta megalópolis de diez millones de habitantes, al menos tres hombres armados intentaron entrar por la fuerza en un complejo de inmuebles que alberga a la Policía y a los principales servicios de información, el potente ISS, antes de que hicieran estallar el coche bomba que conducían.

Uno de los edificios de este complejo se hundió como consecuencia de la explosión.

Este atentado provocó que el Estado paquistaní se considerase en guerra abierta contra el movimiento talibán, pese a que a finales de abril comenzó una potente ofensiva contra los insurgentes en el valle de Swat.

Mehsud, en nombre del TTP, reivindicó la mayoría de los 220 atentados que se han registrado en todo el país desde hace dos años y que han provocado unos 1.900 muertos, en represalia por la alianza de Islamabad con Washington desde finales de 2001 en el marco de la denominada «guerra contra el terrorismo».

EEUU, que considera a Mehsud el líder de los grupos vinculados a Al-Qaeda en Pakistán, ha prometido una recompensa de cinco millones de dólares por cualquier información que permita su captura o su muerte.

El propio Mehsud ya reivindicó personalmente un atentado similar hace dos meses, cuando atacaron una escuela de Policía, también en Lahore.

«Si el Gobierno, bajo órdenes de EEUU, continúa atacándonos, otras instalaciones del Gobierno se convertirán en objetivo», aseguró Mehsud el miércoles, haciendo un llamamiento a «todos los paquistaníes a abandonar las ciudades porque los ataques masivos se van a multiplicar».

Mingora se ha convertido en una ciudad fantasma

El eco de los combates en las calles resonaban todavía mediada la semana en los barrios controlados por los militares en Mingora, la capital del valle de Swat, donde el Ejército lanzó hace un mes una gran ofensiva contra los talibán.

Los militares, que llevaron el miércoles a un grupo de periodistas, aseguran haber recuperado el control del 70% de esta ciudad de 300.000 habitantes que se encuentra vacía, ya que la mayoría de ellos han huido.

Saranzeb, de 18 años, es uno de los miles de civiles que no ha podido escapar del asalto terrestre de la ciudad, que se produjo el sábado, después de que el Ejército bombardease intensamente varios barrios.

«La gente de mi edad detesta a los talibán. ¡Mirad lo que han hecho de nuestra espléndida ciudad!», lanza a los periodistas que contemplan, incrédulamente, las calles desiertas que hace unos meses bullían de actividad.

Este joven se encuentra en la cola para recibir una de las raciones de combate utilizadas habitualmente por los militares pero que se están distribuyendo entre los civiles. A lo lejos, en otros barrios, se percibe el incesante crepitar de las armas automáticas.

Situada en el espléndido valle de Swat, que hace años fue el lugar más turístico de Pakistán pero que cayó en manos de los talibán hace dos años, Mingora se ha convertido en una ciudad fantasma, sin habitantes, sin electricidad desde hace un mes, sin gas, sin agua potable y con combatientes islamistas que llevan su característico turbante negro y armamento pesado. S.H. JAN

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