Este 1 de junio, el RMI o ingreso mínimo de inserción dejará de existir para englobarse, junto a otras ayudas sociales como la prima a la inserción laboral o el subsidio a familias monoparentales, en el denominado Ingreso de Solidaridad Activa. El RSA, reforma anunciada por Sarkozy al inicio de su mandato, ha tardado más de un año año en tomar forma definitiva.

La ayuda tiene el ambicioso objetivo de arrancar de las estadísticas de la pobreza a unos 700.000 ciudadanos, en su mayoría trabajadores a los que sus ingresos no les permiten vivir dignamente. Desde la óptica liberal de Sarkozy, el ingreso debe ser una especie de contrapartida a la voluntad de superar una situación de marginalidad social.

En su discurso de presentación el presidente denostó el asistencialismo social para reclamar para el Estado un papel de acompañante en la inserción laboral efectiva.

3,5 millones de beneficiarios

El nuevo modelo de ingreso social se dirige a las personas mayores de 25 años y en total se estima que 3,5 millones de personas podrán acogerse al RSA.

Como elemento novedoso destaca que aquellas personas que logren un empleo podrán seguir percibiendo la ayuda a modo de complemento a unos ingresos insuficientes.

En contrapartida, la prima a la reintegración laboral (1.000 euros ) que podían solicitar hasta la fecha los perceptores tanto del RMI como de las otras ayudas de urgencia social existentes, desaparecen con el RSA.

Igualmente, y a diferencia de otras experiencias como las de Gran Bretaña o los paises escandinavos, los estudiantes o las personas que se acogen a un permiso laboral para cuidar de sus hijos no pueden beneficiarse de este nuevo salario social.

Del mismo modo, el nuevo dispositivo predica un servicio pormenorizado a cada persona en situación de riesgo de exclusión a fin de acompañarle en su viaje de vuelta al mercado laboral. Ese acompañamiento, clave para garantizar el objetivo principal del RSA, choca con el hecho de que no se hayan readaptado los servicios en los que se tratarán las solicitudes del nuevo subsidio.

De hecho, los trabajadores de servicios sociales, dependientes del Consejo General de Pirineos Atlánticos, llevan a cabo movilizaciones estos días para denunciar que desde el 1 de junio gestionarán con los mismos efectivos humanos -un centenar de funcionarios- unos 20.000 nuevos dossieres. Bajo la presión de estos trabajadores, el Consejo General convoca una reunión de trabajo (etats généraux) el 5 de junio para estudiar cómo afronta la puesta en marcha del RSA.

Por lo demás, el informe presentado el pasado día 23 al Parlamento francés por el Alto Comisionado de la Solidaridad Activa, Martin Hirsch, no ofrece las mejores perspectivas. El RSA se ha puesto en marcha de manera experimental en 33 departamentos. Sin embargo, el objetivo de la reinserción no da grandes resultados. Mientras en mayo de 2008 la tasa de reinserción laboral entre los perceptores de forma pionera del RSA se situaba en un 4,5 por ciento, en enero de este año esa cifra caía hasta el 2,5 por ciento.

El contexto de fuerte deterioro del mercado de trabajo en el Estado francés figura como el mayor responsable del poco éxito de este nuevo dispositivo de apoyo social.

El perfil del perceptor del RSA -no necesariamente siempre ex RMI- es un trabajador con bajos ingresos, habitualmente por tener un empleo a tiempo parcial sin haber tenido otra opción. El nuevo ingreso se sitúa algo por encima del RMI (454 euros al mes para una persona sin cargas familiares). Tomando por base un sueldo ajustado al Salario Mínimo (SMIC) un trabajador que cobre un salario de unos 520 euros netos podrá percibir un complemento vía RSA de unos 200 euros, lo que le garantizaría unos ingresos de unos 722 euros. Un apoyo, pero no una panacea, ya que el umbral de pobreza en el Estado francés está en 880 euros.