DEIA | Xabier Lapitz 2009/5/27
Garoņa
Vaya por delante que me cuesta mucho afirmar con rotundidad si estoy a favor o en contra de la energía nuclear. (...) Ya ven, soy moderadamente antinuclear. La cuestión aparece mucho más clara cuando comprobamos el escaso control que el Consejo de Seguridad Nuclear ejerce en casos como la fuga de Ascó, de la que nos enteramos gracias a Greenpeace y que se saldó con una multa ridícula. Ahora el pleno del CSN debe elevar un informe al Gobierno sobre la prórroga o no de la licencia de Garoña.
El pleno lo componen cinco respetables personas, nombradas dos a propuesta del PSOE, dos a instancias del PP y una por designación de CiU. Ni la presidenta, ni el vicepresidente saben demasiado de energía nuclear, pero tienen una amplia carrera política. Los tres partidos, casualidad o no, se opusieron a que en el debate sobre el estado de la nación del Congreso saliera aprobada una resolución que instaba al ejecutivo a no prorrogar la licencia de prórroga de la vieja (¿y peligrosa?) central de Garoña. Puede ser una pista. Pero el Gobierno español es una caja de sorpresas. Bastaría con que cumpliese su compromiso electoral.