Avigdor Lieberman ha empezado a hacer de las suyas
Martxelo DÍAZ
Periodista
Tras ser el verdadero vencedor de las elecciones israelíes del pasado mes de febrero y ser determinante en la formación del más ultraderechista de los gobiernos que Israel ha tenido desde 1948, la incógnita estaba en qué podía hacer el nuevo Ejecutivo para seguir machacando aún más a los palestinos. Especialmente, cuando todavía estaba fresco el recuerdo de la matanza de Gaza.
La respuesta no ha tardado mucho en llegar. Lieberman, desde su flamante puesto de ministro, ha impulsado una ley que castiga hasta con tres años de cárcel conmemorar la Nakba, la catástrofe que supuso -y supone- para los palestinos la creación del Estado de Israel.
Sus aliados ultraortodoxos de Habayit Hayehudi (Hogar Judío) han ido más allá y han conseguido que la Knesset apruebe una ley que castiga, también con cárcel, pedir el fin del Estado sionista, basado en la exclusión y en la marginación de los no judíos.
Se dice que cuando un Estado tiene que recurrir a un exagerado nivel de represión no demuestra fuerza, sino debilidad. Si esto es cierto, se puede aplicar a Israel, a quien se le está resquebrajando la falsa imagen de que es la única democracia en Oriente Medio. Cada vez es más evidente -por si había dudas- que se basa en la exclusión y cada vez son más quienes denuncian esta situación en el ámbito internacional.
Lieberman es la cara más grosera, pero Netanyahu también ha dejado claro que seguirá construyendo colonias. Al menos, no es hipócrita, como Ehud Olmert o Tzipi Livni, que hacían lo mismo sin decirlo.