Osasuna se juega el ser o no ser en primera
Una relación amor-odio que se dilata en el tiempo
Es curiosa la relación de los últimos tiempos entre Osasuna y Real Madrid. Podría ser calificada de «amor-odio» porque si bien es cierto que El Sadar es uno de los estadios donde peor lo pasan los merengues, no lo es menos que la cantera blanca ha proporcionado jugadores que han dejado una importante huella en la historia rojilla.
Natxo MATXIN
Las primeras visitas del conjunto blanco al feudo iruindarra cuando los rojillos regresaron a Primera en la década de los ochenta ya aventuraban una relación tortuosa sobre el césped, trasladada al corazón de la grada. La prepotencia del rival con jugadores de gran calidad, la necesidad del modesto de hacerse valer en su casa y también el componente político de la visita del equipo del «Imperio» español fueron convirtiendo el duelo deportivo en una cita de obligada concurrencia para la hinchada rojilla.
El fútbol había sido una de las pocas vías de escape para reafirmar los derechos de algunas nacionalidades -el Barça fue el mejor ejemplo- y el hecho de que los merengues fueran el centro de las simpatías de los principales representantes de los diversos poderes fácticos motivaba un gran nivel de antipatía en una época en la que las reivin- dicaciones políticas salían a la calle.
Paradójicamente, eso no era óbice para que el club osasunista acogiera en sus filas a jóvenes valores surgidos de la cantera madridista. Se trataba de una simbiosis deportiva que beneficiaba a ambas partes, ya que el Real Madrid podía foguear a sus promesas en la máxima categoría y la escuadra navarra aprovechaba ese talento en su provecho. Y en algunos casos con sobresalientes resultados y nombres que han acabado pasando a la historia rojilla.
Tras seis años en las categorías inferiores madrileñas, Javier Castañeda recaló en Osasuna coincidiendo con esa vuelta a Primera en la temporada 1980-81. Central sacrificado, incansable y limpio, anuló a estrellas de la talla de Maradona y marcó una época. Once temporadas en el primer equipo y un récord que ostenta en la actualidad y será difícilmente batible: 349 partidos en Primera -341 como titular- y más de 30.000 minutos sobre el campo.
Incluso se trató que el flujo fuera bidireccional. El Real Madrid puso sus ojos en las correrías de Enrique Martín por ambas bandas y trató de hacerse con sus servicios haciendo una oferta mareante para la época. Sin embargo, el presidente rojillo, Fermín Ezcurra, se mantuvo impasible y abortó la operación -algo impensable en los tiempos que corren-, sabedor de la importancia del de Campanas en el equipo.
También en la actual etapa en Primera
El fructífero experimento invitó a nuevas cesiones y traspasos, aunque no todas ellas dieron un resultado tan rentable como la de Castañeda. Honrosa excepción en los años siguientes fue la de Martín González, quien contribuyó a la histórica era Zabalza, y que dejó huella en el club, hasta el punto de ser hoy día el actual secretario técnico.
El regreso a la máxima categoría coincidiendo con la llegada del nuevo siglo no rebajó la rivalidad con el conjunto madrileño, si bien ésta no llegó al nivel de tensión que provocó el cierre de El Sadar por tres partidos cuando Buyo defendía la portería blanca. De cualquier modo, El Sadar fue aumentando su fama de campo hostil para el Real Madrid, alimentada por los medios deportivos estatales, deseosos de refugiarse en el victimismo para justificar algún mal resultado de los merengues en Iruñea.
Al igual que ocurriera en la anterior etapa de Osasuna en Primera, los encontronazos deportivos no fueron impedimento para que la colaboración se mantuviera. Incluso la llegada a la presidencia de Pachi Izco -confesado merengue, aunque posteriormente tratara de retractarse de sus gustos futbolísticos, aparte de Osasuna- acrecentó tal circunstancia.
Hombres de la historia reciente rojilla como Quique Corrales, Valdo, Roberto Soldado o Portillo, éste último vía Nàstic, aunque con abono también al Real Madrid por mor de sus derechos, confirman la dinámica osasunista más próxima a la hora de echar mano de la prolífica cantera blanca.
El último en recalar la campaña pasada fue Javi García -con cláusula en su contrato de un número obligado de partidos o pago de indemnización-, ahora en la primera plantilla. Callejón y Negredo estuvieron en la agenda de este verano, pero otros equipos fueron más ágiles en su contratación.