Después de superar en su propio estadio al mejor equipo del mundo, a Osasuna le toca ahora lidiar con el equipo que encarna el fracaso de la temporada. Quedar segundo no entra dentro del código deportivo del Real Madrid y, si encima, la presente campaña es la mejor de la historia de su eterno rival, pues cualquiera podrá hacerse una idea del ambiente que habrá en el seno de la escuadra merengue.

Un conjunto que viene de cosechar cuatro encuentros consecutivos hincando la rodilla, consecuencia del estrepitoso desca- labro que sufrieron con el 2-6 que le endosó el Barça y que les dejó hundidos tras abrigar esperanzas de hacerse con la Liga después de haber encadenado una racha de 17 partidos consecutivos sin perder.

Una peligrosa fiera herida de cuyo desplazamiento a Iruñea se han «borrado» ilustres componentes, alegando lesiones de cierta consideración, algunos de los cuales no estarán el próximo año en la nómina de Florentino Pérez. La llegada del que muchos consideran como el «mago blanco» centra ahora toda la atención del club de la Castellana, toda vez que las aspiraciones deportivas ya se han circunscrito a la próxima temporada.

Unos cuantos factores que podrían dar lugar a pensar que el Real Madrid va a venir de paseo a El Sadar, pero por si alguien pudiera dejarse embaucar por estos cantos de sirena, sólo hay que recordar que los merengues acumulan ya cinco años seguidos sin perder en el estadio iruindarra.

Ganar o ganar

Y a Osasuna sólo le vale ganar. Sí, es cierto que matemáticamente un empate también podría salvar a los navarros, pero aguardar a semejante carambola sólo se le ocurriría a un amante de las emociones fuertes y a la afición ya le bastó con lo que sucedió el año pasado en Santander, una ciudad que volverá a ser juez en la lucha por la permanencia.

Si el equipo rojillo no salta al césped con la tensión suficiente y las ganas necesarias como para ir a por la victoria, con tiento y sin desesperación, es que no merece mantenerse en la categoría. Sus aficionados esperan un último empujón por muy escasas que estén las fuerzas, porque ellos lo van a dar todo desde las gradas y aguardan el mismo grado de implicación.

En esa tarea será fundamental disponer de la pelota porque con ella el Real Madrid «tiene más presencia», como acertadamente advirtió Camacho. «No podemos dejar que el partido sea un correcalles ni permitir que haya espacios, ellos jugarán en función de lo que nosotros les dejemos, porque último pase y definición los tienen».

El técnico murciano apeló por darle intensidad al choque porque «no creo que vengan a matarse» y esperó de los suyos el mismo nivel «que han dado en este último entrenamiento. Pese a la euforia del entorno, veo a los míos más tensionados».