Sabino Cuadra Lasarte Abogado
Mafiosos, hampones y malandrines
La regla de oro de los casinos reina también en la sociedad capitalista: «La banca siempre gana» La huelga del 21 de mayo ha sido un éxito no sólo por romper con la lacra de la impotencia y entreguismo sindical, sino, sobre todo, por abrir vías a la esperanza, la dignidad y al protagonismo popular
La Real Academia Española, define a la «mafia» como «organización clandestina de criminales». Por su parte, el «hampa» se define como un «conjunto de maleantes que, unidos en una especie de sociedad, cometen robos y otros delitos» y, en una segunda acepción, como «gentes haraganas y maleantes». Del «malandrín» se dice, a su vez, que es una persona «maligna, perversa y bellaca». Pero veamos ahora a santo de qué viene esta introducción.
Durante 2006, los 541 altos ejecutivos de las empresas del IBEX 35 cobraron una media de 900.000 euros anuales. El IBEX es el principal índice de la Bolsa española y se forma con las cotizaciones de sus 35 principales empresas: Santander, BBVA, Iberdrola, Telefónica, REPSOL, Gas Natural, Mapfre,... En algún caso, como en el del BBVA, su presidente, Fco. González, cobró 20 millones de euros. Y hoy, aunque no existen datos de los años 2007 y 2008, no es aventurado afirmar que aquellas retribuciones promedio superaran holgadamente hoy el millón de euros anuales. Claro está, hablamos de sueldos oficiales, porque vaya usted a saber cuáles son los que realmente cobran.
Más de la mitad de estas empresas del IBEX operan en distintos paraísos fiscales (Gibraltar, I. Caimán, Panamá, Bermudas, Bahamas,..) que, como es sabido, son espacios sin impuestos, cerrados a cal y canto para el fisco, por donde pasan la mitad de los flujos financieros internacionales. Desde estos antros se defrauda anualmente una cantidad no inferior a los 250.000 millones de euros, cantidad cinco veces superior a la que, según la ONU, sería necesaria para reducir a la mitad la pobreza mundial antes de 2.015.
A pesar de todo esto, el total del dinero público puesto a disposición de la Banca en EEUU y la Unión Europea en los últimos meses para sanear su situación supera los 2,5 billones de euros. La regla de oro de los casinos reina también en la sociedad capitalista: «La banca siempre gana». De repartirse aquella cantidad entre los 6.700 millones de habitantes del planeta, habría tocado a 370 euros per cápita. A mayor escarnio, Neil Baronfsky, supervisor del uso de los primeros 350.000 millones de dólares que el gobierno de EEUU destinó a este fin reconoció tres meses después que «prácticamente se desconoce lo que los receptores de las inversiones públicas han hecho con el dinero y sus planes para cumplir con los requisitos impuestos». Aquí, el ministro Sebastián, riñó a los banqueros por algo parecido. ¡Fíjate, menudo susto se llevaron los pobres!
Además, ellos se lo guisan y ellos se lo comen. Según reveló el «Sunday Times», el secretario de Servicios Financieros, Paul Myners, designado por el primer ministro inglés, Gordon Brown, para dirigir la lucha contra los paraísos fiscales, escondió 250.000 libras en una de estas cuevas y presidía a su vez una compañía en Bermudas que evadió más de 100 millones de libras al fisco.
Y mientras esto sucede, mientras el derroche y la avaricia sin límites sigue siendo el norte para todas esas cúpulas, mientras los gastos militares y el cemento son partidas intocables de los presupuestos públicos, decenas de millones de personas mueren al año en el mundo a causa de enfermedades derivadas de la malnutrición y carencia de agua potable. Se investiga para la guerra, que no para salud. Crecen sin cesar autopistas y TAV, pero faltan hospitales y escuelas. Hay suficiente para todos y todas, pero el sistema solo funciona si hay desigualdad. Para que haya unos pocos muy ricos tiene que haber unos muchos muy pobres. La injusticia es la gasolina del sistema.
El fuero también entiende de esto. En la tesis realizada por el profesor de la UPNA, Ricardo Feliú, sobre «La distribución social del poder: la élite navarra en el cambio de siglo (1999-2004)», se describe la trama existente entre las 90 personas que controlan los resortes esenciales del poder político, económico y social en Nafarroa, de las que el autor afirma «son liberales en lo económico, comparten unos valores morales conservadores, tienen una ideología de centro-derecha, algún tipo de vinculación con UPN y la mayoría ha pasado por la Universidad de Navarra».
¿«Organización de criminales» o «conjunto de maleantes»?, ¿«haraganes» o «bellacos»?, ¿hampones o mafiosos? Cuarto y mitad de cada, diría yo. La economía capitalista no busca atender a las necesidades de la gente, sino, sobre todo, satisfacer las ansias infinitas de lucro de sus cúpulas. Mandan hoy nuestros gobernantes fragatas a combatir a los piratas somalíes -¡angelitos ellos!- mientras los gurús del G-20 rebañan para el capital el plato de los presupuestos públicos. Los máquinas de guerra enviadas al Índico debieran dirigirse a Gibraltar, Bahamas, Bermudas.., para asaltar y arrasar sus guaridas. Los tribunales de excepción y la política antiterrorista deberían dedicar sus esfuerzos a este terrorismo de Armany y cuentas corrientes secretas, genocida donde los haya para los pueblos empobrecidos del planeta.
Pero nada de esto se hace y, mientras tanto, la crisis muerde en una sola dirección: despidos por doquier, hipotecas impagables, reducción de presupuestos sociales, aumento de la doble jornada femenina y del trabajo de cuidados, recortes en partidas culturales y de mejora del medio ambiente,... Y a nivel internacional prosiguen las guerras, el genocidio de África, la marcha atrás en los raquíticos compromisos de lucha contra el cambio climático, el fomento de la agricultura basura al servicio de las multinacionales.
La huelga del 21 de mayo ha sido un éxito no sólo por romper con la lacra de la impotencia y entreguismo sindical, sino, sobre todo, por abrir vías a la esperanza, la dignidad y al protagonismo popular. Mafiosos, hampones y malandrines son conscientes de ello. Nuestra tarea inmediata es preparar otra más gorda ahora, más mejor y más participada. Ellos se la merecen.