Ruiz de Egino, en busca de una tercera vía en la escultura vasca
El escultor, pintor, grabador y escritor nacido en Donostia Iñaki Moreno Ruiz de Egino expone en el Palacio Aranburu de Tolosa las obras que ha ido desarrollando desde los años ochenta. Empezando por una serie de utillajes vascos y con la geometría como eje principal, se adentra en la potenciación del espacio, empleando la escultura como un elemento puramente artístico y estético que en lugar de interferenciar el espacio, le aporte unidad.
Ane ARRUTI | TOLOSA
«Creo que la escultura tiene que potenciar el espacio, que la gente disfrute del objeto artístico pero sin que le sea agresivo», defiende Iñaki Moreno Ruiz de Egino (Donostia, 1953). Por ello, sus trabajos buscan una tercera vía en la escultura vasca. «Busco que no tengan la masa que tienen, por ejemplo, las piezas de hierro de Chillida, que lo que hace es pura densidad. Oteiza, lo contrario. Hacía planos, como folios, y acotaba el espacio -las cajas metafísicas-. Mi idea es usar la densidad de los materiales pero llevándolos a una expresión más formal. Que el plano, sea un plano de por sí. Darle un grosor, un espesor a las piezas, pero que no tengan tanta densidad como Chillida y es más ancha o de mayor espesor que las cajas metafísicas de Oteiza», explicó Ruiz de Egino.
El espacio se ha convertido en obsesión en los últimos años para Ruiz de Egino. Más concretamente, la unicidad del espacio. «En mis esculturas se puede andar debajo de ellas. Me di cuenta de que los chavales andaban por ellas, se convertían en un objeto del mobiliario urbano y eso me gustó. La idea es que tú físicamente y visualmente puedas ver siempre lo que hay detrás, el espacio. Que la escultura sea un elemento puramente artístico y estético, pero que no haya interferencia con el espacio».
Y, por ello, Ruiz de Egino no comparte la idea de limitar el espacio, «frente a lo que hacía Oteiza, que tenía que acotar el espacio para vaciarlo, yo digo que el espacio es uno. Lo único que hacemos en la vida cotidiana es poblar espacios. Ponemos un vaso aquí, lo movemos, nos ponen señales de tráfico continuamente... Una de las cosas que denuncio yo es la invasión del espacio. Mi escultura, aunque sea muy geométrica, también tiene mucho sentido orgánico y ecológico. En ese sentido procuro no invadir el espacio».
Antes de colocar una escultura, Ruiz de Egino analiza minuciosamente el lugar, y realiza la escultura según las características de la ubicación que va a tener. «La gente cuando protesta por una escultura normalmente es porque no ha sido pensada para el sitio donde se ha puesto. Es como plantar un árbol. Hay que pensar qué plantar, para mejorar lo anterior», puntualizó el artista.
Exposición antológica
En la exposición que permanecerá en el Palacio Aranburu de Tolosa hasta el 28 de junio, se puede contemplar cómo ha ido evolucionando Ruiz de Egino. En una primera sala se encuentran una serie de piezas que realizó en los años 80, tomando como eje los utillajes vascos. «Hay una cantidad de oficios que se están perdiendo, solamente queda para la huerta la azada, el hacha... Existen una especie de herramientas de herrería o de arrantzales y la idea era recuperar esa serie de utillajes», explicó el artista.
Entre esos utillajes encontramos una serie de llaves. «Son bastante macizas, de hierro, como las llaves de las iglesias, pero con un tratamiento contemporáneo. Dentro de la geometría intento buscar otras formas. En el fondo son planos. Se pueden llevar de la gráfica a la escultura y de la escultura a la gráfica», recuerda Ruiz de Egino de aquellas primeras piezas.
Después, pasó a analizar la arquitectura rural vasca, «me interesó cómo construían los edificios, pero también las ventanas, las piedras, cómo ordenan la geometría... Da mucho juego», para lo que se fijó, sobre todo, en los edificios y caseríos del valle de Baztan.
Una parte importante de la muestra la componen las maquetas de las esculturas que están colocadas en espacios públicos, como «La columna del viento» de Noain, en la autopista que va al Pirineo; «Vigía del Collado», en Madrid; «Puerta de Errenteria», colocada en la glorieta de Galicia; «Xana de la ventana», en Langreo. Otras de Errenteria, de Langreo; o, «Port d´Ulrich I» en Montbéliard.
Pintura, escultura, obra gráfica... Una exposición para conocer más de cerca a este artista multidisciplinar que sigue trabajando en el «mejoramiento» del espacio.
«Busco una tercera vía en la escultura vasca. Que no tenga la masa que tienen, por ejemplo, las piezas de hierro de Chillida, que lo que hace es pura densidad. Y Oteiza, al revés. Hacía planos, como folios, y acotaba el espacio (las casas metafísicas)».