GARA > Idatzia > Iritzia > Kolaborazioak

Txema Aranaz Cordón Editor

El «altanero» V. Moreno y el «contexto» de Arana

Nadie es responsable de las genialidades de sus predecesores, pero quienes voluntariamente recogen su testigo, deberán aplicarse el cuento de que cada palo aguante su vela

Un comentario de Víctor Moreno sobre el integrismo religioso de Arana en el artículo «Patxi López, lehendakari por la gracia del PP», ha dado pie a Mirene Arana para descalificarlo «por su estilo altanero, machacón y vejatorio».

He aquí el párrafo en cuestión:

«El Dios de España siempre estuvo más cerca del PP que del PSOE, e incluso que del PNV, que es mucho decir. Pues Sabino Arana era un jesuitón de mucho cuidado, lo mismo que algunos de sus más ilustres descendientes. Arana era un reaccionario meapilas integral. Admiraba a Ignacio de Loyola y era devoto de Sardá i Salvany, autor del best seller del XIX, «El liberalismo es pecado»».

1. Está en su derecho Mirene Arana de paladear los gustos estilísticos que desee, pero resulta curioso que juzgue con precisión «su estilo altanero, machacón y vejatorio» y sus «expresiones y valoraciones desafortunadas», e incluso «su pretensión de resultar gracioso», tras dejar por sentado que: «Dejé de leer hace tiempo sus contundentes juicios...».

2. Dice M. Arana sentirse aludida, porque Víctor Moreno «descalifica de un plumazo a varias generaciones de mi familia», pero cualquiera entiende que la referencia no tiene que ver con la genética, sino con la ideología política. Nadie es responsable de las genialidades de sus predecesores, pero quienes voluntariamente recogen su testigo, deberán aplicarse el cuento de que cada palo aguante su vela.

3. Resulta paradójico que se sienta insultada por el calificativo «jesuitón» cuando el señor Arana tenía en la fe del pro castellano de Loiola un modelo a seguir. Si la descendiente Arana fuera respetuosa con la voluntad reaccionaria de su antepasado, más bien debería sentirse halagada. Incluso Leizaola, con cierta ironía, se veía a sí mismo como «un jesuitón de los pies a la cabeza».

4. Mirene Arana hace una serie de consideraciones sobre la capacidad, la honradez y el compromiso de sus antepasados que no vienen al caso, porque Víctor Moreno no hace alusión alguna a ello; sin embargo, elude entrar en el fondo de la cuestión: el integrismo religioso de Arana y el reaccionarismo infame del defensor de Castilla en Iruñea.

Como muestra, un botón de la sotana jesuita con la que se vestía Arana jauna. Los estatutos del Euzkeldun Batzokija, fundado por Sabino, entre otras muchas perlas recogen las siguientes:

«Art. 3: Jaungoikua: Bizkaya será católica-apostólica-romana en todas las manifestaciones de su vida interna y en sus relaciones con los demás pueblos.

Art. 7: Anteposición de Jaungoikua a Lagizarra: Bizkaya se establecerá sobre una completa e incondicional subordinación de lo político a lo religioso, del Estado a la Iglesia.

Art. 13: Se prohíbe toda discusión sobre puntos religiosos, por juzgarse indiscutible la Religión Cristiana y su Doctrina».

El capuchino Evangelista de Ibero, ilustre carcamal, recogía la misma mermelada carlo-integrista en su alucinógeno best-seller «Ami vasco», afirmando que: «La palabra de Dios significa acatamiento absoluto y humildísimo de los derechos de Cristo y de la Iglesia sobre Euzkadi, con radical exclusión de toda heregía, de todo cisma, de todo espíritu racionalista o liberal, de todo culto no católico, de toda tolerancia pública u oficial con el error», o que «entre ver a Euskadi libre, pero apartada de Cristo y verla esclava, pero fiel a Cristo, el Partido Nacionalista Vasco optaría por lo segundo»...

Todo este insufrible mondongo reaccionario lo justifica Mirene Arana con san Contexto, virgen y mártir, pues «vivió en otra época la religiosidad de una manera determinada, sin dejar de ser respetable». ¿Sin dejar de ser respetable...? Lo que faltaba...

Idénticos fundamentos ideológicos sirvieron a otros jesuitones, primos-hermanos, para sembrar nuestro país de santacruces y depuradores detente-balas, y ahí siguen buscándole el «contexto» y montando museos a mayor gloria de las esencias.

No sólo tiene razón Víctor Moreno en su comentario, sino que debería tirarse al vertedero de la ignominia todo el lastre de porquería ideológica heredada.

Coincidente con otros intelectuales europeos, Federico Krutwig dejó escrito en su «Vasconia» que el pro castellano de Loiola, punta de lanza de la Contrarreforma, era «quizá la persona más nefasta y repugnante que ha producido la humanidad». Sin embargo, semejante iluminado es hoy patrón ilustrísimo de Gipuzkoa y Bizkaia... En Iruñea, el nacionalismo español triunfante con el golpe del 36 también lo tiene en un pedestal, hasta hace muy poco con laureada incluida. Será que Dios los cría y ellos se juntan... en el contexto.

Y para que M. Arana no interprete la exposición precedente como un despecho antisabiniano, vaya un ejemplo de algunas opiniones sensatas de Sabino y Luis, que sus herederos se han pasado por el arco del triunfo. Luis Arana escribió sobre la imposición de la bicrucífera, en contra de la ikurriña diseñada por ellos:

«Al proyectar esta bandera simbólica de Euzkadi, fue norte nuestra doctrina de la Confederación que no traduce la bicrucífera, ideada solamente para Bizkaya. Si hubiera vivido Sabino no habría consentido que otra significación se hubiera pretendido dar a su bandera bizkaina. Esa hegemonía pretendiendo imponer a otra Región el símbolo de la Patria que sólo a Bizkaya pertenece, hubiera rechazado por imperialista (...)».

Por si no hubiera quedado claro continúa más adelante:

«Sería crimen de lesa patria la imposición de la bicrucífera para todo Euzkadi y rara terquedad la de los que conociendo el error quieran permanecer en él».

No parece que los herederos hayan tenido la menor consideración en asunto tan representativo, pero seguro que tendrán un buen «contexto» para iluminar correctamente la ceguera que padecemos los descreídos de tópicos y jesuitones patrióticos de turno.

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo