El finlandés Renny Harlin conoció su época de esplendor en Hollywood durante la década de los 90, pero mezcló lo personal y lo artístico cuando se casó con la actriz Geena Davis, a la que dirigió en «La isla de las cabezas cortadas» y «Memoria letal», dos costosas producciones de la pareja que se saldaron con pérdidas en taquilla, precipitando su ruptura profesional y sentimental. Pero las relaciones en el mundo del cine siempre ayudan, así que el actor Samuel L. Jackson se acordó de su viejo amigo, con el que habría trabajado en «Memoria letal» y «Deep Blue Sea», cuando le ofrecieron realizar «Cleaner» y prefirió declinar dicha responsabilidad en el experto cineasta nórdico. Este encargo le ha permitido pasar del cine de acción que le caracterizó anteriormente a un cine negro más reposado y con personajes más elaborados. Después de rodar «Cleaner» en Louisiana, ya está metido en otro thriller localizado en las calles de Nueva Orleans y que se titula «12 rounds».

«Cleaner» tiene como protagonista a un limpiador de escenarios criminales, extraño oficio que fue abordado en clave de humor hace una década en la comedia negra «Tú asesina, que nosotras limpiamos la sangre». Ahora está retratado más en serio, máxime cuando, detrás de esa obsesión por limpiar huellas y restos de sangre, se esconde una necesidad de redimir un oscuro pasado. La intriga parte de una limpieza que no es comunicada a la Policía, como si alguien pretendiera ocultar un asesinato. La esposa del desaparecido, una seductora Eva Mendes, convencerá a nuestro hombre para que, en su calidad de ex-policía, se haga cargo del caso. Sin embargo, cometerá el error de pedir ayuda a un antiguo colega incorporado por Ed Harris, que resulta no ser lo honesto que aparenta.