El Congreso de Perú suspendió el miércoles por tiempo indefinido la polémica Ley Forestal y de Fauna Silvestre, pero las comunidades indígenas no se fían por lo que mantendrán las protestas. «Nuestra reacción es no suspender la huelga, continuar hasta el final», subrayó el dirigente Efraín Pizango, junto a cientos de indígenas apostados en la carretera mientras escuchaban por radio las deliberaciones del Congreso. «Estamos preparándonos para el paro amazónico y esperamos acatarlo contundentemente», añadió Isidro Lancha, con rayas rojas pintadas en la cara.

La expoliación y la depredación resumen la historia de la Amazonia. A principios del siglo XX, la explotación del caucho invadió la selva amazónica, luego lo hicieron las empresas petroleras y, más tarde, las explotaciones forestales ilegales. Jamás ninguna autoridad les ha hecho frente ni ha defendido a las comunidades indígenas, que se han cansado de esta histórica y continuada marginación.

Además de utilizar la vía represiva, el Gobierno ha difundido un anuncio de televisión en el que dice que «los indígenas tienen doce millones de hectáreas para 400.000 personas y que la patria jamás renunciará a los progresos que ha logrado». El presidente, Alan García, dijo que «los peruanos no quieren volver a la edad de piedra».

Su Gobierno, sin embargo, sigue cosechando críticas en el plano internacional. Ayer, Bélgica le reclamó una «investigación en profundidad e independiente» y condenó «todo acto de violencia desproporcionada». Asimismo, llamó a las autoridades a «retomar el diálogo con la población autóctona». En Bruselas, mientras, cerca de 400 personas exigieron ante la embajada de Perú que una comisión internacional «esclarezca lo ocurrido en Bagua, porque nuestros hermanos amazónicos siempre han sido pacíficos».

Tras mostrar su satisfacción por la «oportuna» petición del Gobierno belga, Luis Barbarán, uno de los impulsores de la movilización, denunció que el Gobierno peruano «en lugar de dialogar y encontrar una solución pacífica, ha preferido la violencia, enviar policías».

En Brasilia y Santiago de Chile también se realizaron protestas similares. Los manifestantes solicitaron el «cese de toda forma de represión policial o militar».