El poder mágico de las palabras en un libro fantástico
«Corazón de tinta»
Primera entrega cinematográfica de la trilogía «Mundo de tinta», creada por la escritora alemana especializada en literatura infantil Cornelia Funke. Ha sido realizada por el británico Iain Softley, que empezó el cine musical homenajeando a los Beatles para después ganar prestigio adaptando a Henry James. Esta vez ha contado con un brillante reparto, en el que sobresalen Helen Mirren, James Broadbent, Paul Bettany, Andy Serkis y Jennifer Connelly.
Mikel INSAUSTI | DONOSTIA
El fenómeno de seguidismo por parte de la industria del cine hacia la literatura fantástica infantil comienza a resentirse, y ya las sagas surgidas a la estela de «Harry Potter» no están funcionando como se esperaba, seguramente porque el público al que van destinadas se está hartando de tanta magia digitalizada. Una de las principales afectadas por dicha crisis es la compañía New Line Cinema, cuyas ganancias con la trilogía de «El señor de los anillos» nunca han quedado claras, menos aún a resultas de la demanda interpuesta por Peter Jackson, quien reclamaba un reparto más equitativo de los beneficios.
Para que no les volviera a suceder algo parecido, el estudio decidió emprender proyectos en solitario sin socios ante los que responder por la taquilla, pero la arriesgada operación se convirtió en un fiasco por culpa de la costosa y fallida «La brújula dorada», de la que no habrá continuaciones.
Tal vez tampoco las haya de «Corazón de tinta», que en su estreno norteamericano no ha recuperado los sesenta millones de dólares invertidos.
Y, como mínimo, esta película inicial, basada en la trilogía de la escritora alemana Cornelia Funke «Mundo de tinta», debería dar paso a las otras dos entregas, las correspondientes a «Sangre de tinta» y «Muerte de tinta». Con lo que la autora es otra perjudicada, pues el caudal imaginativo de sus novelas, entre las que sobresale «El señor de los ladrones», es merecedor de una mejor suerte en la gran pantalla.
Una adaptación justa
No hay que buscar culpables en los adaptadores de «Corazón de tinta», que han hecho justicia al texto original con una película desbordante de aventuras y fantasía, sino a la sobreexplotación de libros fantásticos infantiles en un corto espacio de tiempo. Por eso mismo, la mayoría de espectadores y críticos que la han visto no dudan en recomendarla, y aquellos padres que lleven a sus hijos a descubrirla no saldrán decepcionados. No sería de extrañar que termine siendo más apreciada en formato doméstico, debido a que es el que permite prestar una mayor atención a títulos que en su estreno en salas de cine no duran muchas semanas en cartel.
La intención fundamental del cineasta británico Iain Softley y su equipo de colaboradores ha sido la de rodar en maravillosos decorados naturales con efectos de maquillaje y visuales, en su mayoría no generados por ordenador. De esta manera, han conseguido que el mundo imaginario aparezca pegado al mundo real, como un lógico reverso suyo. Así se respeta el gusto por la literatura que pretende inculcar el texto original, mediante invocaciones a clásicos como «El mago de Oz».
El estelar Brendan Fraser posee la «lengua de brujo», que es el don de materializar a los personajes de un libro cuando es leído en voz alta. El prodigio de convocar a los personajes del papel lleva consigo el inconveniente de reemplazarlos por seres humanos de carne y hueso, provocando un conflicto entre dos universos en los que se ve involucrado el creador de tales palabras mágicas, encarnado por Jim Broadbent.
Esta adaptación de una novela de la escritora alemana Cornelia Funke, es parte de una trilogía a la que siguen «Sangre de tinta» y «Muerte de tinta».
Aunque el músico Javier Navarrete ha saltado a Hollywood gracias a Guillermo del Toro y su trilogía de la Guerra del 36, al componer las bandas sonoras de «El espinazo del diablo» y «El laberinto del fauno», antes sus partituras estuvieron ligadas a las raras atmósferas de las películas del catalán Agustí Villaronga «Tras el cristal», «99.9» y «El mar». Pero todo ello ha quedado superado en su más difícil todavía para Jean-Jaques Annaud en la fantasía mitológica «Su majestad Minor». En el cine comercial tiende hacia el género de terror, como en la reciente «Reflejos», de Alexandre Aja. M. I.