El campo de refugiados somalíes de Dadaab, al borde del desastre humanitario
GARA |
Debido a la afluencia cotidiana de cientos de somalíes que huyen de la sequía y de los combates que se registran en su país hacia el campamento, ya superpoblado, de Dadaab (en el noroeste de Kenya), las agencias humanitarias de la ONU presionan al Gobierno de Kenya para que les ceda más terreno para albergar a más refugiados.
Creado en la década de 1990 para albergar a 90.000 personas, Dadaab acoge ya a 280.000, por lo que se han convertido en el mayor campo de refugiados del mundo.
Fatima Mohamed Ali, de 56 años, es una de las últimas llegadas y espera pacientemente su turno para registrarse en el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (Acnur).
Agotada por el viaje, guarda en su cabeza las insoportables imágenes de sus compatriotas demasiado débiles para poder llegar a Dadaab y que morían al borde de la carretera, quedando sus cadáveres a merced de los buitres. «Durante diez días estuvimos bloqueados en nuestra casa de Mogadiscio. No podíamos salir. El undécimo llegó la calma y decidimos huir al campo de refugiados», cuenta.