La cuarta feria de artesanía que organiza el colectivo Naparlur en la Plaza del Castillo de Iruñea arrancó ayer por la tarde con una treintena de puestos donde se pueden observar las producciones de talleres de muchos oficios tradicionales de toda Euskal Herria, como curtidores, zapateros, herreros o tallistas en madera y piedra.

La exposición durará todo el fin de semana y contará con talleres y exposiciones. Ayer tuvo lugar la primera de las actividades, que consistió en una demostración de tejido con telares tradicionales por parte de la asociación riojana Artelar. Hoy a mediodía está previsto un taller participativo sobre cerámica a cargo de la navarra Begoña Cañada y, el domingo, una demostración de talla en piedra por parte de Javier Olaizola, artesano de lizarraldea.

La feria está enfocada a que los iruindarras conozcan y traten directamente con artesanos, sin ningún intermediario, y brindarles así la oportunidad de adquirir piezas de autor, de calidad, o bien encargar artículos más personalizados.

La muestra de este año se divide por oficios y cuenta con puestos de joyería, abalorios, textiles y sedas, calzados, productos de cuero, metal de forja y productos de bronce, cerámicas, tallas de piedra y madera, vidrios, juguetes, maquetas y productos de cosmética natural.

Marta Txibite, que lleva 27 años trabajando el cuero, es una de las organizadoras. Explica que lo importante para Naparlur es dar a conocer el trabajo de los artesanos, pero también los oficios para que «no caigan en el olvido». Txibite encontró en el cuero «una forma de vivir autogestionada y consecuente, porque las artesanías, al durar prácticamente toda la vida, chocan con el actual sistema consumista». Además, Txibite observa una evolución muy positiva por parte del público hacia los artesanos en los últimos años: «Nuestro trabajo hoy se valora más, y la gente empieza a buscarte cuando quiere algo de calidad».

Artesanos y artistas

Joseba, que tiene con su mujer una fundición de bronce en Gasteiz, es de la misma opinión. «Antes la gente nos veía como bichos raros, pero ahora se acerca con más curiosidad que nunca». El gastieztarra comenzó con su fundición en 1989, motivado por su «pasión por modelar». Ahora sus diseños de flores en bronce se mezclan con pomos y aldabas. «No entiendo bien cuál es la diferencia entre artista y artesano, pero prefiero definirme como lo segundo», señala.

Angel Mari tiene un puesto con cucharas, ensaladeras y materiales de cocina elaborados en madera de olivo. «Empecé con 13 años en un taller de Cascante, porque tenía que ganarme la vida. A los 17 monté mi propio taller». Exporta al extranjero y recorre también ferias del Estado, pero afirma que «en Euskal Herria es uno de los lugares donde más se valora nuestro trabajo».

Ana también trabaja la madera, pero prefiere los juguetes. «Todo empezó hace 20 ó 21 años, después de restaurar un mueble», comenta esta donostiarra. Entonces decidió dedicarse a la ebanistería y, «como tenía una hija pequeña», optó por los juguetes. «A los niños lo primero que les llama la atención son los colores, pero a diferencia de los juguetes modernos, los artesanales son estáticos, necesitan que los niños los muevan, y eso empuja a los niños a dejar volar la imaginación».

Un mercado de alimentación con productos artesanales completa la muestra. En las carpas que rodean el quiosco de la Plaza del Castillo, se podrán degustar pastas, quesos del Roncal y de Idiazabal, dulces de chocolate, barquillos, embutidos y derivados del pato, licores y almendras garrapiñadas, entre otras delicias típicas de la gastronomía navarra.