Martxelo Díaz Periodista
Resucitan las berzas de Arzalluz
Durante la lucha para detener el proyecto de central nuclear de Lemoiz se hizo célebre la frase de Xabier Arzalluz en la que amenazaba con que si se abandonaba la energía atómica, no íbamos a comer más que berzas y Euskal Herria se convertiría en una especie de Albania aislada de su entorno.
Décadas después, el prestigio alimenticio de las berzas y del resto de verduras ha aumentado frente al colesterol y la Albania de Enver Hoxha ha dejado paso a un país en el que las dos principales formaciones ondean banderas de EEUU y de la OTAN en sus recientes mítines electorales.
Pero la amenaza de las berzas ha vuelto a tomar plena actualidad en Garoña. Los sucesores de Arzalluz en el lobby pronuclear auguran toda clase de hecatombes si se cierra la central atómica, que por otra parte ya ha devuelto con creces su inversión a sus propietarios. La electricidad subirá, las empresas huirán a otros países que apuestan por la energía nuclear y la crisis se prolongará durante años y años. La hecatombe de Arzalluz, de nuevo. Y todo por cerrar una central avejentada e insegura.
En esta estrategia se ha empleado otro argumento de peso. El de que los trabajadores de la central de Garoña se irán al paro si se produce el cierre. Destacan que la culpa de todo es de quienes exigen el cierre. Absuelven a los gobernantes que han abandonado durante décadas esta comarca castellana sin realizar una mínima inversión en industria. Sobre todo sabiendo que el cierre, tarde o temprano, tendrá que producirse. Apelar cínicamente al derecho de los trabajadores para mantener la energía nuclear es lo mismo que defender la pena de muerte con el argumento de que los verdugos tendrán que ir al paro. Y la crisis es muy dura. O abogar por el mantenimiento de los peajes de las autopistas porque hay personas que trabajan cobrándolos en las cabinas. Que la energía nuclear sea insegura, que la pena de muerte atente contra los derechos humanos y que los peajes sean una sangría permanente es lo de menos. Vuelven las berzas.