GARA > Idatzia > > Euskal Herria

Análisis | Tras la sentencia de Estrasburgo

Madrid decide que su «estrategia eficaz» es la presión y embarca a Europa en su plan

Hay varios datos que apuntan a que el fallo es más bien un apoyo puntual de Europa al Estado, en un momento que éste le ha presentado como la «batalla final» contra ETA. De hecho, Rubalcaba ya le puso fecha tope ante la comunidad internacional: 2016.

p017_f01_2066.jpg

Ramón SOLA

Echar un vistazo a la sentencia europea y a sus antecedentes permite comprobar que no es un fallo jurídico, ni siquiera político. Es, en realidad, el fruto de un intenso trabajo diplomático. El Estado español ha conseguido enfrascar a Europa, al igual que todos los agentes estatales y muchos vascos, en toda una «batalla final» con un único objetivo: incidir en el debate interno de la izquierda abertzale.

El mismo Gobierno del PSOE que ha acogido con euforia el dictamen del Tribunal Europeo en favor de la Ley de Partidos no pensaba lo mismo en verano de 2006. Aunque casi nadie parezca recordarlo ya, el abogado del Estado trasladó entonces un escrito a Es- trasburgo, en respuesta a una petición de ampliación de información, en el que matizaba que las ilegalizaciones de HB, Batasuna y EH debían entenderse «en una situación concreta, en un periodo temporal concreto». Y le pedía, además, que tomara en cuenta «la nueva situación que hoy, año 2006, existe en España, en donde la organización terrorista ETA ha proclamado el `alto el fuego indefinido' y su brazo o herramienta política, Batasuna, pretende su participación normalizada en la vida e instituciones políticas».

Evidentemente, nadie cercano al Gobierno del PSOE ha querido repescar aquel dictamen de la Abogacía del Estado, y el PP también ha evitado hacer sangre del mismo, pese a que en su día acusó al PSOE de actuar maquiavélicamente y dar argumentos a Estrasburgo para que rechazara la ilegalización. Pero recordarlo es importante para apreciar que la posición actual del Gobierno del PSOE es más coyuntural que otra cosa.

Tras el fin del proceso de negociación, el Estado español se enfrentó a la constatación palpable de que ETA iba a cumplir 50 años. Y ha refinado su estrategia, aunque sería más ajustado a la realidad decir que la ha embrutecido. Después de medio siglo intentando atrapar un pez que siempre se le escurre entre las manos, ha optado por otra táctica: intentar ahogarlo quitando todo el agua del río, aunque la maniobra sea mucho más costosa (toda una obra de ingeniería jurídica), provoque múltiples daños colaterales (que se lo pregunten al PNV desalojado de Ajuria Enea)... y no haya garantía alguna de que lo consiga.

Esta estrategia puntual ha venido a coincidir con otro elemento coyuntural. Se trata del debate interno abierto por la izquierda abertzale en busca de una estrategia eficaz. Una izquierda abertzale que, por cierto, era plenamente consciente de que esta reflexión podía ser usada por el Estado para aumentar su presión, lo que da a esa decisión un plus de valentía. Efectivamente, Madrid ha interpretado que la ocasión es más propicia que nunca para tratar de desecar el río. Y ha decidido que su «estrategia eficaz» es enseñar el abismo político a la izquierda abertzale. Para eso, claro está, le resultaba imprescin- dible el aval europeo.

El gran éxito de Zapatero-Rubalcaba no es jurídico (la sentencia no lo es), ni siquiera político. Es un éxito diplomático. El Gobierno del PSOE ha conseguido que el Tribunal de Estrasburgo acepte que ésta es la estrategia adecuada, al menos en este momento concreto.

El cierre de filas en torno a ella es un hecho. No sólo por la unidad de acción PSOE-PP o por la sentencia europea. Zapatero ha conseguido incluso que un líder de opinión reconocido como Iñaki Gabilondo proclame a través de ``El País'' que «los equivocados éramos nosotros. Para que quede claro: Aznar tenía razón y yo no. La solución de ETA está, pues, en la Policía, en los jueces, y sobre todo, en que la izquierda abertzale se ponga de pie y le diga a ETA que abandone definitivamente las armas. Sólo después podremos hablar de detalles técnicos y entonces el Estado podrá ser incluso generoso». Una declaración que se convierte en un resumen perfecto de la jugada.

Dicho esto, hay varios matices que añadir, para quienes puedan pensar que esta sentencia sitúa a Europa como enemigo de Euskal Herria. Numerosos datos apuntan a que se trata más bien de un apoyo puntual en un momento que el Estado español le ha presentado seguramente como «la batalla final» por el fin de ETA (de hecho, ya prometió Rubalcaba al mundo entero que la organización armada no existiría en un hipotético Madrid 2016 olímpico).

Conviene recordar, por ejemplo, que en 2007 Estrasburgo aceptó a trámite el recurso de la izquierda abertzale, algo que sólo hace en el 1,5% de los casos, lo que apuntala la opción de que la actual unanimidad no es más que el producto de un intenso trabajo de cocina diplomático. Conviene citar también el rumor de que fueron precisamente jueces europeos quienes hicieron ver al Tribunal Constitu- cional español que no tragarían con el veto a II-SP, lo que lleva a pensar en una especie de «negociación» Estrasburgo-Madrid sobre los límites tolerables de la ilegalización. Y no se puede olvidar que quienes estuvieron en la mesa de negociación en el último proceso recalcan que los intermediarios y observadores europeos vieron lógicas y democráticas las posiciones de la izquierda abertzale. Es tras la vuelta al escenario de confrontación abierto cuando Europa se ha realineado con el Estado y le ha dado dos bombonas de oxígeno: la que le pidió Rubalcaba para la anunciada «venganza» (las 200 detenciones) tras el fin del proceso de negociación y la que le ha reclamado ahora para esta sentencia destinada a incidir en la reflexión interna de la izquierda abertzale.

Mirando el calendario electoral, queda claro que el fallo europeo no tendrá incidencia sobre unas elecciones hasta el año 2011, ya que esperan dos años sin comicio alguno en esta parte de Euskal Herria. Un parón similar, entre 2005 y 2007, le sirvió para tomar la iniciativa, remover el panorama político y abrir enormes expectativas.

Con el fallo europeo, el Estado ha mostrado a la izquierda abertzale cuál es su estrategia y con qué peones cuenta. Todo esto, pero nada más que eso. El independentismo en su conjunto también reflexiona y también se recontará a sí mismo en los próximos meses. En ese diagnóstico tendrá que incluir, lógicamente, el escenario que ya se preveía y que ahora ha confirmado Estrasburgo. El Estado español ha quemado sus naves para condicionar a su enemigo, y ahora es la izquierda abertzale quien tendrá que ver cómo condiciona al Estado.

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo