Habitaciones con la nevera llena y barra libre, y balcones para el recorrido del encierro. A la mayor parte de los guiris que ya están aterrizando en Iruñea les basta con eso, como demuestran las ofertas de internet. Buscan un cliente joven, con recursos limitados, pero sobrado de ganas de apurar la vida, ya sea bebiendo hasta no poder más o echándose al encierro.

La carrera ante los toros sigue siendo el gran gancho. Y la muerte de Matthew Peter Tassio en la Plaza del Ayuntamiento en 1995 no hizo sino aumentar el atractivo entre ese público. Los low cost destinados al público anglosajón incitan descaradamente a jugarse el tipo a las 8.00 en Estafeta. Puestas a excitar el morbo, una de estas webs oferta un balcón sobre «dead man corner» («la curva del hombre muerto»). Lo más curioso es que ni siquiera lo proponen para ver el encierro, sino sólo para ir ambientándose y cargándose de adrenalina antes de saltar a la calle.

Si antes el turismo era individual o en grupos pequeños (así nacieron los llamados pamp's), ahora predominan las excursiones en grupo, e incluso las ofertas tipo despedida de soltero/a. Se pueden encontrar planes auténticamente brutales, como éste: Salida de Londres en autobús en la tarde de ayer sábado, una noche y un día entero de carretera para cruzar el Canal de la Mancha y toda la fachada atlántica, llegada a Zarautz en la tarde-noche de hoy domingo, y unas horas para dormir o para echar unos potes. Mañana, madrugón y aterrizaje en Iruñea, chupinazo en la Plaza del Ayuntamiento, y juerga salvaje con bebida garantizada y ya pagada. A eso de las 21.00, vuelta a Zarautz, con dos opciones: dormir unas horas o seguir la juerga allí. Antes de las 6.00, de nuevo autobús rumbo a Iruñea para el encierro, y otro largo día por delante para echar el resto. Cuando caiga la segunda noche festiva empezará la vuelta hacia Londres, adonde se llegará a la noche del día 8. Para auténticos supervivientes.

Tortilla española y jamón ibérico

«En programa algo más estándar que éste incluye vuelo en avión y hotel céntrico, pero no faltan ni la sangría ni el encierro «en la parte más peligrosa». Tampoco las entradas para los toros o el desayuno en Alde Zaharra. Hay un guía a plena disposición y minibar libre en el hotel. Cuatro días salen por 793 euros. Luego se puede ampliar la visita bien por la parte turística (playas vascas, sobre todo Donostia) o bien por la cultural (Guggenheim).

«Es mucha diversión: 9 días, 184 horas, non stop, fun, fun, fun», explica otra web a quien no conozca los Sanfermines. Todas las programaciones incluyen su balcón en Estafeta, de diferente precio según la localización, pero también otros miradores más cualificados como el que denominan «Santo Domingo VIP». Los precios resultan astronómicos en algunos casos, así que no extraña que se completen con todo tipo de complementos jugosos. Al english breakfast clásico se le añaden esta vez «tortilla española y jamón ibérico».

A los más «sibaritas» se les ofrece incluso una excursión a una auténtica bodega de vino de la Rioja alavesa, tras la que resulta dudoso que vuelvan a catar con el mismo frenesí la sangría que ofrecen como great red wine la mayor parte de las compañías.

El mapamundi de adeptos a la fiesta va cambiando, pero muy poco a poco. Se esperan menos estadounidenses, por aquello de que el dólar no atraviesa su mejor época respecto al euro. Pero crece la colonia australiana, que se ha hecho fuerte en campings como el de Lizarra. Los italianos nunca faltan. Y los Sanfermines ganan adeptos entre los jóvenes mexicanos de cierto estatus social que acaban de terminar sus estudios y acostumbran a celebrarlo en Europa, a los que ya se empieza a «temer» en algunos hoteles.