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PÁGINA 12 | Juan Gelman 2009/7/2

La cuestión iraní

El paso de los días va aclarando las cosas. O al revés: se acentúan los tics de la Guerra Fría, sólo que ahora es Teherán en lugar de Moscú. Los neoconservadores de EE.UU. quieren aprovechar las manifestaciones multitudinarias contra el resultado de la elección presidencial -inéditas desde las que derrocaron al sha en 1979- para «exportar la democracia» a Irán mediante una injerencia desde luego militar. Por el lado iraní, los centenares de miles que salieron a las calles de la capital y otras ciudades del país son, para el líder islámico supremo Jamenei y el presidente Ahmadinejad, «traidores» empujados por la CIA y Tel Aviv. A ver, a ver.

Hace años que la CIA organiza, entrena, arma y financia a grupos terroristas como Jundullah para realizar atentados en Irán (ABC News, 3-4-07). El conocido periodista Seymour Hersh informó que a fines del 2007 «el Congreso aprobó la iniciativa del presidente Bush de destinar 400 millones de dólares a una escalada de las operaciones encubiertas contra Irán... con el objetivo de desestabilizar a la dirigencia religiosa del país»(The New Yorker, 29-6-08). El gobierno de Obama delinea planes para financiar a los disidentes iraníes continuando ese empeño (USA Today, 25-6-09). Todo esto es innegable. Lo dudoso es que sólo esas intromisiones hayan despertado semejante ira popular: siguió manifestándose a pesar de los muertos, los detenidos, los desaparecidos y los terribles castigos que prometió el gobierno.

(...) Se llevaron a cabo más de una docena de encuestas con resultados dispares (...)

Hubo una, sin embargo, no sujeta a esas influencias, que encargaron la ABC News estadounidense y la BBC británica y realizaron entidades sin fines de lucro y de reconocida seriedad: The Center for Public Opinion de Washington y KA Europe SPRL, con asiento en Bruselas (...) con el siguiente resultado: Ahmadinejad, 34 por ciento, Musavi 14 por ciento, indecisos 27. Pero la importancia mayor de esta encuesta radica en otras cifras que explicarían la oposición de millones de iraníes que no vacilaron en arriesgar la vida.

Un 77 por ciento de los interrogados se pronunció en favor de un sistema político más abierto y democrático, en el que incluso el todopoderoso líder supremo de Irán, cabeza de los ayatolás, fuera elegido por votación popular libre y directa, como las demás autoridades del país.

(...) un 94,9 por ciento de los encuestados considera muy importante o bastante importante la labor del Parlamento. El 62 por ciento opinó que era esencial la libertad de prensa, y lo mismo declaró el 87 por ciento sobre la necesidad de elecciones libres. (...) a la pregunta de si Ahmadinejad había cumplido su promesa de «poner el dinero del petróleo en las mesas del pueblo», el 58 por ciento dijo «no», contra el «sí» del 27,8 por ciento.

Hay otros índices significativos: la mayoría de los interrogados se pronunció a favor de negociar con EEUU, resolver conjuntamente el problema iraquí y cesar el apoyo iraní a los grupos armados iraquíes, ampliar las relaciones comerciales y políticas con otros países, aceptar asistencia médica, educativa y humanitaria del exterior. Estas aspiraciones mueven a creer que no todos los manifestantes eran «traidores» a Irán. Antes, por el contrario.

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