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Jesus Valencia Educador Social Santiago Espot | Presidente Ejecutivo de Catalunya Acció

Aquí estamos, fundación DENAES

Si creen que pueden amedrentarnos con las proclamas al estilo Tercios de Flandes que ha realizado el presidente de la Fundación DENAES, están muy equivocados. Nosotros no nos retractamos de nuestro patriotismo a la mínima bravuconada que emiten los «garantes» de la unidad de España

España está herida y solamente acude a socorrerla una tal Fundación en Defensa de la Nación Española (DENAES), que no es más que una especie de «hogar del legionario», pero en versión civil. Si sólo cuenta con estos efectivos pienso que fui muy pesimista cuando afirmé, después de la final de Copa entre el Barça y el Athletic, que con un par de silbadas más finiquitamos España. Ahora estoy convencido que podemos hacerlo sólo con el pito del árbitro.

La victoria de Mestalla de vascos y catalanes contra el himno español y su jefe de Estado, promovida por Esait y Catalunya Acció, ha motivado la presentación contra las dos organizaciones, y ante la Audiencia Nacional, de una querella por «ultrajes a España», «incitación al odio» y... creo que alguna ridiculez más. Esto, que podría parecer el guión grotesco de una película de Almodóvar, es lo que ha hecho esta Fundación DENAES, que dice rebosar tradición democrática por los cuatro costados. Pero para poder comprobar exactamente lo que es, solamente hace falta mirar cómo entre sus patronos de honor figura el militar Sabino Fernández Campo, ex jefe de la Casa Real española y uno de los que entraron a sangre y fuego en Barcelona con las tropas franquistas el 26 de enero de 1939. Este prodigio de demócrata que tuteló al monarca durante años declaraba lo siguiente en el diario «El País» (16 de julio de 2001) sobre las tropas de Franco, todo rememorando su entrada como conquistador en la capital catalana: «...a los que recuerdo es a los que recibieron triunfalmente a las fuerzas del General Franco, cuya calificación de fascistas no puedo suscribir». He de añadir, para vergüenza colectiva de Catalunya, que Jordi Pujol le condecoró con la Creu (cruz) de Sant Jordi en el año 1988.

Este sujeto, hace cuarenta o cincuenta años, posiblemente hubiese propuesto la ejecución de los «cabecillas» de Esait y Catalunya Acció, pero ahora sólo le queda la Audiencia Nacional, y de aquí a cuatro días ni eso, porque, al menos en Catalunya, el proceso de independencia está adquiriendo velocidad de crucero. Entonces será cuando únicamente podrán ir a reclamar al maestro armero.

Ahora bien, si creen que pueden amedrentarnos con las proclamas al estilo Tercios de Flandes que ha realizado el presidente de la Fundación DENAES, Santiago Abascal, a la hora de justificar la querella, están muy equivocados. La gente de Catalunya Acció no somos como los políticos catalanes a los que están acostumbrados a ver o tratar. Nosotros ni nos retractamos de nuestro patriotismo a la mínima bravuconada que emiten los «garantes» de la unidad de España ni estamos hechos de la misma pasta del vasallo que Pujol o Carod. Además, en pleno siglo XXI, para poder acabar con Catalunya ya no pueden contar con la guardia mora o con padrinos como Hitler o Mussolini como en el 39.

A pesar de todo esto, ellos continúan con la enfermiza obsesión de querer hacernos españoles por narices, pero saben que la creación del futuro estado catalán o del vasco depende exclusivamente de nuestra voluntad expresada democráticamente, y por este motivo están tan rabiosos. Porque saben que el pasado 13 de mayo en Mestalla significó la visualización de las ansias de libertad de vascos y catalanes. Fue un preludio de nuestra independencia con testimonios de todo el mundo. ¿Continuará?

Estoy absolutamente convencido que los próximos partidos de la llamada Supercopa de España entre «culés» y «leones» que se disputarán de aquí a unas cuantas semanas serán otro clamor por la libertad de Euskal Herria y Catalunya. Sin olvidar que también será la ocasión para manifestar nuestra firme oposición al intento de presentar como unos delincuentes a los miles de compatriotas que ejercieron un derecho civil tan básico como el de protestar. ¡Que San Mamés y el Camp Nou se conviertan en otra monumental silbada contra España y en un fuerte grito por la dignidad de nuestros pueblos! Van a por lana, pero saldrán trasquilados.

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