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CRíTICA Jazz

Ni fu ni fa sostenido, concierto tan correcto como empalagoso

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Pablo CABEZA

Noche en Getxo destinada al smooth-jazz y el jazz-fusión con los neoyorquinos Spyro Gyra, representantes de un género que gozó de sus mejores días a finales de la década de los setenta y la primera mitad de los ochenta.

Viendo el escenario vacío, de primeras llama la atención la batería que se ha montado Bonny B. Su Yamaha haría las mieles de cualquier jevitrón, aunque también de todo batería amigo de la buena vajilla fina y amplia en piezas, muy habitual, por cierto, en los parcheadores de jazz-fusión, que lejos del minimalismo del jazz primitivo, se decantan por aparatosas locomotoras rítmicas. Precisemos que si Cliff Almond, batería de Michel Camilo Trío, se comía hamburguesas de seis pisos, Bonny B. se traga, de seguro, seis reses de golpe, utilizando los cuernos como palillos de dientes.

Spyro Gyra tiene un líder, Jay Beckenstein, que se encarga de los saxos. Es el origen de la historia y el centro de la propuesta, posiblemente también el culpable sin sentencia de que el sonido de los neoyorquinos sea tan amable y dispuesto, odiado, en consecuencia, por todos aquellos que buscan en la música emociones carnales, sangrientas. Vaya, que si se desea que alguien le cuente a uno sus secretos más sucios y con mejor proyección, que le ponga toda la discografía de los Spyro. Sus saxos fueron protagonistas de casi todas las canciones de la noche. En SG, el viento realiza el papel de la melodía vocal en el pop o el rock. Toca bien, pero satura como un bocadillo de membrillo.

Tom Schuman es otro de los veteranos, su función es ser teclista, discreto y, a buen seguro, limpio y aseado. En Getxo no destacó por nada, pero tampoco le vamos a recriminar, que ser grande y casi invisible tiene su mérito.

Nos cayó muy bien el fino y elegante guitarrista Julio Fernández, de La Habana, Cuba, dicho sea por si alguien aún anda de resaca, que el kalimotxo se resiste a huir más que la grasa. Julio conmueve cuando presenta una canción que compuso tras la muerte de su madre, «De la luz». Fue la primera pieza cantada. Muy sensible, no sensiblera, una bonita letra, tenue en guitarra y con un curioso ritmo de blues disimulado. Merecido aplauso y vuelta al soft-jazz.

Scott Ambush es el bajo. Es un manitas y le gusta percutir las cuerdas, hacer taping y frasear por el mástil como si fuese un loco poeta sin lápiz ni papel. Jay presenta una canción de su nuevo álbum, se trata de «Down the wire», que es el título del «sidi» que acaban de publicar y el tema que lo abre. La composición es de Scott y pronto se nota, pues el músico es el protagonista de la pieza, dejando constancia de la clase como instrumentista. La historia se resuelve por terrenos del funk-rock, con recuerdos a bajistas como Stanley Clark o Jaco Pastorius.

A Bonny B., de reciente incorporación a la banda, le permiten que se largue un solo de batería allá por el final del show. Un solo verdadero, pues solo le dejan en escena, de rigor. Y allá que empieza a dar hostias a todo cachibache que no se menee. Golpe aquí, golpe allá. «¡Por Dios que está matando a alguien!», gritan desde el público. Pero no, la orgía de golpes es inocente, todo es arte. BB se anima y empieza a cantar, y así, la cosa termina en rap, además es negro. A media canción se incorporan el resto de músicos y aquello termina en fiesta soul-funk-rap con buena parte del público de pie y bailando, menos un señor mayor sentado en la primera fila y que leía «El País», minutos antes de comenzar el show. Está claro, la gente quiere mambo y menos florituras, además es sábado. Tras 17 minutos de canción, saludan desde el escenario y descubrimos que BB luce un precioso chándal negro con rayas blancas laterales, más camiseta blanca de tirantes. Un amor. No esperamos al bis, pero ya de lejos escuchamos una pastelada de cuidado. Puro soft-jazz revenido en pachanga dicharachera con ciertos méritos.

Ficha

Artista: Spyro Gyra.

Fecha: Sábado 4 de julio.

Lugar: Plaza Biotz Alai de Getxo.

Entrada: Algo más de dos tercios.

La formación checa Points gana en Getxo

La formación checa Points ha obtenido el primer premio en el Concurso de Grupos de la trigésimo tercera edición del Festival Internacional de Jazz de Getxo, mientras el segundo premio ha sido para el conjunto italo-danés Vitale-Magatelli-Windfeld Trio. El premio al mejor solista se ha concedido a Lorenz Kellhuber, pianista de la banda suiza Tobias Meinhart Quartet, grupo que ha obtenido el premio del público, quien también ha elegido al pianista de la banda como mejor solista. Points se formó en la primavera de 2007 por iniciativa de estudiantes y graduados del departamento de Jazz del Conservatorio Jaroslav Jezek de Praga y su repertorio ofrece composiciones originales de todos los miembros, así como clásicos del jazz. El primer premio del Concurso de Grupos está dotado con 3.000 euros y la grabación de un CD. Por su parte, al segundo premio le corresponden 1.200 euros.

P. C.

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