Medvedev defiende un escudo antimisiles global mientras espera la llegada de Obama
El presidente ruso, Dmitri Medvedev, aboga por crear un escudo antimisiles global que haga frente a las amenazas reales, en víspera del comienzo de la visita de su homólogo estadounidense, Barack Obama, a Rusia, con el objetivo de «reiniciar» sus complicadas relaciones y avanzar en el diálogo sobre una reducción nuclear. Los negociadores no se pusieron de acuerdo ayer sobre el documento relativo a la reducción de armamento estratégico que ambos presidentes deben firmar.
GARA |
El presidente estadounidense, Barack Obama, llega hoy a Moscú con la intención de reactivar las relaciones bilaterales entre Rusia y EEUU, que se habían deteriorado mucho durante la Administración Bush, apostando para ello por su homólogo, Dmitri Medvedev, y arriesgándose a exasperar al primer ministro, Vladimir Putin.
En vísperas del inicio de esta visita Estado de tres días, Medvedev abogó por la creación de un sistema defensivo global antimisiles que haga frente a las amenazas reales. En una entrevista al diario italiano «Il Corriere della Sera», Medvedev se muestra abierto al diálogo con Obama sobre el sistema balístico que EEUU pretende desplegar en Polonia y en la República Checa, siempre y cuando no sea una iniciativa «unilateral».
«Creo que seremos capaces de encontrar una solución razonable. No es absolutamente necesario cancelar todas las decisiones ya tomadas. Basta dar pruebas de moderación. No estamos en contra de desarrollar estos instrumentos de defensa, pero creemos que no debe tratarse de iniciativas unilaterales dirigidas contra una parte dispuesta al diálogo como Rusia», señala el presidente ruso.
«Si queremos hablar de una defensa antimisiles, entonces es necesario un sistema global capaz de hacer frente a todas las amenazas reales», añade.
«Moderadamente optimista»
En la misma entrevista se muestra «moderadamente optimista» respecto a poder alcanzar un acuerdo con Barack Obama en relación a la reducción de sus respectivos armamentos estratégicos ofensivos.
Pero, en otras declaraciones, insiste en que la firma del nuevo tratado de regulación de armas nucleares con EEUU está directamente relacionado con el desarrollo del escudo antimisiles que Washington contempla instalar en el centro de Europa.
El Kremlim mantiene que «estos asuntos se encuentran interconectados» y Medvedev declaró, al respecto, que «para em- pezar hay que mostrar contención y capacidad de alcanzar un compromiso (sobre el escudo). Y luego podremos hablar del comienzo de un nuevo START».
Precisamente ayer, una fuente diplomática rusa citada por la agencia Interfax señaló que los negociadores estadounidenses y rusos no lograron llegar a un acuerdo en relación al documento marco con objetivos concretos de reducción de armamento estratégico que Medvedev y Obama deberían firmar hoy. Esta es una de las cuestiones más emblemáticas de las relaciones bilaterales desde la época de la «distensión», en las pasadas décadas de los 70 y 80.
«De igual a igual»
Nada más llegar hoy a Moscú, Barack Obama se reunirá con Medvedev. Mañana tiene previsto mantener un encuentro con el primer ministro y hombre fuerte de Rusia, Vladimir Putin, y ofrecer un discurso sobre las relaciones entre ambos países.
Aunque la negociación para la reducción del armamento nuclear centrará buena parte de los encuentros con Medvedev y Putin, se tratará también sobre el proyecto de escudo antimisiles ideado por el Gobierno de George W. Bush, pero por el que Obama siente menos entusiasmo, así como sobre Irán, Afganistán y Corea del Norte. Difícilmente lograrán acercar posiciones en torno a Abjasia y Osetia del Sur ni en relación al ingreso en la OTAN de Ucrania y Georgia.
Además de intentar establecer los lazos políticos, Obama intentará forzar un acercamiento con la sociedad civil rusa, que mantiene un alto grado de escepticismo hacia EEUU, y se reunirá con dirigentes empresariales y representantes sociales.
El asesor de la Casa Blanca para asuntos euroasiáticos, Michael McFaul, señaló que Obama quiere «establecer un nuevo tipo de relación con Rusia». El presidente estadounidense pretende dar a Rusia más voz en todas las crisis para reparar algunas de las afrentas del pasado y buscar la forma de superar las diferencias.
Pero sus declaraciones de este fin de semana no han sido muy afortunadas. Obama acusó a Putin de «tener aún un pie en las viejas prácticas» de la guerra fría «a la hora de conducir los asuntos, y un pie en las nuevas», dando a entender que pretende concentrar sus esfuerzos en Medve- dev, lo que ha sido interpretado por muchos como un intento de abrir una brecha que no existe y, probablemente, no existirá jamás entre ambos líderes rusos. El priimer ministro respondió que Washington debe abandonar «su mentalidad de bloques».
En una entrevista con medios rusos, Obama fue más comedido al calificar a Putin de «un líder fuerte para el pueblo ruso». Y dijo también «respetar» a Rusia y querer construir una relación «de igual a igual» con ella.
Después de su visita de Estado de tres días a Rusia, el presidente estadounidense se trasladará a Italia para participar en la cumbre del G8, que se celebra en L'Aquila, y de allí a Ghana, en el que será su primer viaje oficial a África.