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Final Wimbledon

Hay que sudar para ser el mejor jugador de la historia

Federer sumó su decimoquinto Grand Slam, pero Andy Roddick a punto estuvo de aguarle la fiesta al suizo.

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Natxo MATXIN | IRUÑEA

Roger Federer ya es el mejor tenista de la historia. Como a los precisos relojes suizos, los números le avalan. Ayer conquistó varias marcas en este deporte que serán difíciles de batir, al menos en unos cuantos años. La más importante, que cosechó su decimoquinto torneo de Grand Slam, superando el récord que hasta ahora ostentaba el estadounidense Pete Sampras.

Siete años después de jugar su último partido en Wimbledon, el mítico jugador de Washington estuvo presente en el palco de «La Catedral» para presenciar in situ cómo el helvético rompía su gran plusmarca. Sampras se rindió a la evidencia y calificó de «leyenda» a quien acababa de arrebatarle su listón, subrayando la facilidad con la que Federer «alcanza su mejor nivel».

Junto a William Renshaw, el norteamericano es el único que ha cosechado siete victorias individuales sobre la hierba londinense, otro de los logros que ahora amenaza el suizo quien, con la trabajada victoria de ayer sobre Andy Roddick, suma seis títulos -iguala a Björn Borg- de siete finales consecutivas. La única que perdió fue el año pasado ante Rafa Nadal.

Otra cifra importante que Federer se anotó para su inmejorable palmarés individual fue sumar la vigésima final de un torneo grande, sobrepasando las diecinueve que compartía hasta ahora con Iván Lendl. Sólo el tenis de Nadal ha evitado en las recientes temporadas que el rendimiento del de Basilea en esos últimos veinte partidos haya sido mucho más prolífico.

Pero sin duda alguna, el guarismo que mayor ilusión le habrá hecho es saber que con el triunfo obtenido ayer recobra el tan ansiado número 1 de la ATP que perdiera hace cuarenta y seis semanas a manos del manacorí, justo tras la disputa de los Juegos Olímpicos de Beijing en agosto de 2008.

Lágrimas y sonrisas

Es el privilegiado puesto desde el que había estado viendo por encima del hombro a sus rivales durante nada menos que 237 semanas, el tiempo transcurrido entre el 2 de febrero de 2004 y el 18 de agosto pasado. La lesión de Nadal en su rodilla y su eliminación en Roland Garros en octavos de final, junto a las victorias del suizo en el torneo francés y Wimbledon, le han aupado a lo más alto nuevamente.

La raqueta le responde como antaño y su servicio vuelve a ser mortífero. Los «signos de pánico» que afloraron hace unos meses y se manifestaron en lágrimas cuando perdió la final del Open de Australia ante el mallorquín han desaparecido. Además, su dulce momento deportivo se une también a lo personal, cuando está a punto de ser padre y cumplir 28 años el próximo mes de agosto.

Sin embargo, todo este idílico panorama a punto estuvo de mandarlo al traste Roddick, como era su obligación y por merecimientos propios. El de Omaha llegó a la final firmando el mejor tenis del torneo y tuvo contra las cuerdas al suizo, pero acabó sucumbiendo al cansancio físico y mental en un último set que se fue hasta los treinta juegos -el reglamento no permite tie break en la quinta manga- para acabar 16-14 del lado de Federer, auténtica bestia negra del jugador yanki, con quien ha perdido en las cuatro finales que han disputado ambos en el Grand Slam.

Un hundido Roddick se disculpó ante Sampras -«Lo intenté. Lo siento, Pete», le dijo-, aunque se llevó el premio de conso- lación del público, que le aplaudió y vitoreó de manera más sonada que al campeón. Éste le animó cuando le tocó su turno de palabra: «No te preocupes, yo llegué hasta aquí el año pasado y Nadal me ganó en cinco sets. Estoy convencido de que regresarás y serás campeón también». No será, desde luego, mientras el de Basilea siga empuñando la raqueta.

30 juegos

Nada menos que 30 juegos tuvieron que disputarse en el último y definitivo set, para que Federer se lo anotara por 16-14. El resto de mangas finalizaron 5-7, 7-6, 7-6 y 3-6.

el hombre «ace»

Al final no le sirvió de mucho, pero Andy Roddick fue el jugador que más «aces» consiguió en el torneo. El norteamericano sirvió a 230 kilómetros por hora.

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