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El gaztetxe de Barañain vuelve a estar bajo amenaza de desalojo

La cesión del local del Ayuntamiento de Barañain a la Gazte Asanblada vence el próximo 5 de agosto. El alcalde ha comunicado mediante una simple carta a dos jóvenes de la asamblea que no piensa renovar el permiso y que deben entregar las llaves y desalojarlo en dos semanas. La respuesta que han hecho llegar a los responsables municipales es muy clara: «El gaztetxe no se cierra ni por vacaciones».

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Aritz INTXUSTA

La Gazte Asanblada de Barañain, junto con la de Zizur, es la única que aguanta con un gaztetxe en la comarca de Iruñerria, desde que comenzara la campaña represiva de UPN y PSN contra los locales autogestionados. En Barañain sobrevive el centro gracias a su trayectoria y a su trabajo, que le han valido el respeto de todo el pueblo, como quedó demostrado en 2004, cuando el Ayuntamiento de Iosu Senosiáin echó el cerrojo al local donde la Gazte Asanblada trabajaba durante diez años. El clamor popular obligó al alcalde a cederles otro centro. Finalmente, se les entregó un espacio en plena plaza municipal, que ha servido de gaztetxe durante los últimos cinco años. Ahora, la continuidad del mismo está en peligro. La fecha clave es el 5 de agosto, cuando vence el permiso.

El Ayuntamiento alega que los jóvenes ahora tienen el Baragazte, el local municipal que gestiona la empresa PAUMA para jóvenes de entre 12 y 30 años. Pero ese centro no satisface las necesidades de muchos jóvenes del pueblo. Jokin Eraso explica que «Baragazte sólo da opción al entretenimiento, porque está orientado al mero consumo de actividades. No enriquece, no genera dinámicas de autogestión».

De momento, la Gazte Asanblada ha optado por seguir con la normalidad y responder a la exigencia del Ayuntamiento presentando el calendario de actividades para agosto, que habían preparado antes de enterarse de la amenaza del desalojo. La postura oficial de la asamblea se hará pública el próximo día 30 en rueda de prensa. Por ahora, su rechazo a marcharse queda bastante claro en los lemas que aparecen en ese programa de actividades: «El gaztetxe no se cierra ni por vacaciones» y «A estas alturas... no nos vamos a caer».

La historia de la Gazte Asanblada de Barañain arranca en 1994, con una asamblea en la que se unieron diferentes colectivos. La concejala de Juventud les concedió el uso del primer gaztetxe, donde trabajaron durante diez años. «Allí comenzamos las primeras dinámicas sociales: organizar las fiestas, los carnavales, los olentzeros y las actividades culturales», recuerda Lorea Luzea. En aquel local surgió un grupo de montaña, que ahora cuenta con un rocódromo, y también un grupo de animación de calle, entre otros colectivos.

Primer intento de cierre

Todo comenzó a cambiar en 2000, con la creación del centro juvenil Baragazte. El primer año, se sumaron a la organización de Gazte Jaiak y funcionó bien. Sin embargo, al año siguiente llegaron las prohibiciones y el ambiente se enrareció tanto que las fiestas juveniles acabaron por suprimirse. Pero el verdadero conflicto social se visualizó en Barañain en 2004, cuando el Ayuntamiento presidido por Iosu Senosiain, del PSN, decidió cortar de raíz este movimiento asociativo y desalojar el gaztetxe sin previo aviso. La respuesta popular fue masiva y la Guardia Civil tomó el pueblo durante días.

Tras una ocupación simbólica del antiguo gaztetxe de Barañain, el movimiento popular forzó una resolución de Alcaldía en la que cedía el local actual. Desde entonces, la Gazte Asanblada ha intentado sin éxito mantener un relación directa con el Ayuntamiento. «Cuando llegó el actual alcalde, José Antonio Mendive (UPN), mantuvimos una reunión, pero él mismo nos avisó de que sería la última», puntualiza Luzea. En esta nueva amenaza de desalojo el alcalde no está solo, ya que el PSN ha decidido apoyarle con un argumento que no deja de tener sorna: afirma que la cesión del local no fue suficientemente «democrática».

Campaña para erradicar los centros juveniles

Arropados por la Policía, UPN y PSN llevan años practicando una campaña de mano dura para tratar de acabar con los centros autogestionados en Iruñea y su comarca y, así, dañar el tejido de los colectivos. Y pese a las importantes movilizaciones ciudadanas, están teniendo bastante éxito. El gran triunfo de Yolanda Barcina fue derruir el gaztetxe del Euskal Jai, en Alde Zaharra, y acabar de un plumazo con más de cien años de historia pelotazale en Iruñea. También pasaron a la historia el gaztetxe Ezkaba de la Txantrea (después de cinco años), el de Burlata (tres años) o el de Antsoain... En total, más de veinte de estos locales han sido desalojados. Algunos de ellos sólo duraron unas horas. La represión policial contra esos centros se ha saldado, además, con más de 200 detenidos y miles de euros en multas. Pese a todo, aguanta Esparru en Zizur y también el gaztetxe de Barañain, a la espera de ver qué pasa a partir del próximo día 5. A.I.

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