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Una larga trayectoria con poca autocrítica

Esta semana se cumplen 114 años de la fundación del PNV, una larga trayectoria histórica en la que, según los actuales dirigentes del partido, éste siempre se habría mantenido fiel a sus principios. «Nacimos para estructurar y construir la nación vasca», subrayó ayer Iñigo Urkullu, quien utilizó los mismos argumentos que sus antecesores al frente del EBB para, por un lado, alabar la tarea institucional de la formación jeltzale como supuesto motor del avance de la sociedad vasca hasta alcanzar «niveles de calidad de vida equiparables a los de la Europa de la primera velocidad»; y, por otro, advertir de todos los males que la alianza PSOE-PP puede acarrear, incluso hasta hacer que «lo construido en treinta años se desmorone en un lustro».

Resulta lógico que en un acto de conmemoración como el que se celebró ayer frente a Sabin Etxea se escuchen más alabanzas que autocríticas, pero la falta total de éstas parece indicar que los dirigentes del PNV no están dispuestos a repasar su pasado más reciente para aprender de los errores. El manido argumento que relaciona el progreso material de una sociedad con avances en la construcción nacional o en la profundización de la democracia no resiste en este país la más pequeña mirada crítica. Con partidos políticos ilegalizados, con medios de comunicación clausurados, con desaparecidos, con policías patrullando las calles en busca de fotografías «peligrosas»... hay que concluir que la democracia no ha avanzado mucho en los últimos treinta años en Euskal Herria.

«El Partido Nacionalista Vasco es, desde 1895, una herramienta imprescindible para la emancipación de nuestra nación», afirmó también Urkullu. Quizás buena parte de la militancia jeltzale lo crea así, pero es difícil entender por qué, habiendo sido el PNV una herramienta tan potente durante las tres últimas décadas, casi nunca ha dado la impresión de que estuviera trabajando por la independencia de Euskal Herria, ni por ese «derecho a decidir» que sigue enarbolando todavía mientras, un día sí y otro también, tiende la mano al PSOE para «gobernar» codo con codo.

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