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Trabajo asalariado y autónomo ¿confluencia de intereses?

Las relaciones laborales de Hego Euskal Herria están cambiando, y según el economista Isidro Esnaola plantean serios problemas a los sindicatos para organizar a una clase trabajadora cada vez más dividida, desprotegida y precarizada. Una situación actual caracterizada por la precarización de los asalariados, y la difícil situación de los autónomos, que no es «fruto de la casualidad». Una diversidad, que puede ser una gran oportunidad para aglutinar diferentes sectores y fortalecer la lucha para que los trabajadores no paguen «todas las facturas de la crisis».La mayoría de las personas que han perdido su empleo son trabajadores eventuales, que simplemente no les han renovado el contrato Cuando llegue el siguiente ciclo alcista de actividad económica, las empresas volverán a contratar nuevos trabajadores, pero será con contratos más precarios, profundizando la división de la clase obrera

Isidro Esnaola Economista

La crisis económica está en pleno apogeo. A las caídas de la producción y de la recaudación hay que sumar los cambios que se están produciendo en las relaciones laborales. Una visión panorámica del mundo del trabajo, que ha de ser necesariamente parcial porque las estadísticas no recogen datos sobre el trabajo doméstico por ejemplo, nos ayudará a situar los efectos de la crisis en nuestro entorno más cercano.

Revisando las estadísticas vemos que el empleo alcanzo su cota más alta en mayo del pasado año con 1.267.300 personas de alta en la seguridad social en Hego Euskal Herria. A partir de aquí empezó la caída en el empleo hasta doblar el número de parados que había hace un año. En cuanto a la estructura del empleo, durante la fase de crecimiento del ciclo económico destaca que la proporción entre asalariados y autónomos no ha dejado de crecer a favor de los primeros, que ha pasado de un 76% a principios de la década hasta el 79% en mayo de 2008.

Parece que a pesar de los continuos discursos sobre el autoempleo y la gran cantidad de recursos que se destinan a este tipo de programas, la realidad es que continúan proletarizándose las relaciones laborales frente a otras actividades más autónomas, cuestión que invita a la reflexión y que pone sobre la mesa las dificultades que comporta trabajar de forma autónoma en nuestra sociedad. Al contrario, con la crisis la situación es la inversa, el número de personas asalariados desciende mucho más rápidamente que el de autónomos. Esta situación requiere un análisis que nos permita descubrir los elementos que encierra esta dinámica.

Los Expedientes de Regulación de Empleo más conocidos como EREs han tenido un crecimiento espectacular si en el año 2007 fuero 509 con 8.634 trabajadores afectados en el 2008 han sido 760 con 23833 trabajadores afectados y de enero a mayo del 2009 son 1567 expedientes que afectan a 52.148 trabajadores. Si comparamos los cinco primeros meses del 2008 con los del 2009 el salto es de 153 que afectaba a 2229 trabajadores a los 1567 y 52.148 trabajadores afectados. Sin embargo la mayoría de expedientes son por reducción o suspensión. Los expedientes relacionados con la extinción de la actividad afectan a 3.037 trabajadores en el 2008 y a 2.652 en lo que llevamos de 2009 lo que no explica por si solo el gran aumento del paro que se ha producido durante el último año.

Precariedad

De esta situación podemos deducir, en primer lugar, que la pérdida de empleo es fundamentalmente consecuencia de la precariedad en las relaciones laborales. Teniendo en cuenta el porcentaje de trabajadores que han perdido su empleo por efecto de los EREs, la mayoría de las personas que han perdido su empleo son trabajadores eventuales, a los que simplemente no se les ha renovado el contrato. El trabajo precario se convierte en paro rapidamente.

Siendo esto así, resulta llamativa la centralidad que tienen los EREs tanto en el discurso político como en las movilizaciones. Es posible que en torno a los expedientes de regulación de empleo se haya dado una cierta confluencia de intereses. Por una parte, los EREs esconden el verdadero problema de las relaciones laborales en nuestro país, el trabajo precario y sin derechos, que es donde, por lo menos hasta ahora, se pierde el trabajo. Así, se desvía el debate político hacia otros parámetros ocultando la responsabilidad de todos aquellos grupos de presión, fundamentalmente las asociaciones empresariales, que han impulsado las sucesivas reformas laborales que hemos padecido. Y de paso, se abre el debate sobre la necesidad de nuevas reformas.

Por otro lado, el recurso a hablar de los ERE permite a la administración, sobre todo, en el caso del anterior consejero de empleo del gobierno de Gasteiz, el señor Azkarraga, aparecer como actor en una obra en la que no actúa por falta de papel que representar, de soberanía al fin y al cabo.

Por último, los trabajadores afectados por los EREs son trabajadores con derechos, que son los que conforman la parte fundamental de la base social de los sindicatos, lo que obliga a éstos a posicionarse en su defensa, acentuando la impresión de que el problema son los EREs y no las relaciones labores cada vez más precarias. Lo que nos lleva a concluir que los sindicatos tienen un serio problema para organizar y defender a una clase trabajadora cada vez más dividida, más individualizada, más desprotegida y más precarizada.

De los datos sobre los ERE se deduce que las empresas no tienen pedidos, no tienen trabajo y tienen que parar la producción reducir gastos. En estos casos, la original idea que se les ocurre siempre es mandar primero a la gente a la calle. Este aumento espectacular de los EREs da idea de la profundidad de la crisis y buena cuenta de las actitudes triunfalistas de algunos dirigentes políticos hace solo unos meses que no se cansaban de repetir que esa crisis no iba con nosotros y nosotras.

En la fase ascendente del ciclo económico el trabajo autónomo aumenta más lentamente que el trabajo asalariado, mientras que en la fase descendente ocurre lo contrario, los autónomos resisten mejor la caída de la actividad. Más que resistir mejor, lo que ocurre es que cuando se han hecho ciertas inversiones y se ha montado un negocio, a las primeras de cambio no se puede cerrar, hay que responder a los créditos, liquidarlas existencias, etc., y además en caso de cierre, la o el profesional se queda sin sustento. Por todo ello, todos estos negocios tienden a reducir gastos, a atender sus obligaciones con los bancos y haciendo algunas «chapuzas» para sobrevivir a la espera de que la situacón mejore. Dentro de esta estrategia de supervivencia, otra opción suele ser intentar curarse esos problemas de salud que durante las épocas de bonanza no han podido atender por el trabajo y ahora que éste falta se pueden atender dejando el negocio en stand by. Es posible que las bajas por enfermedad hayan aumentado mucho en los últimos tiempos entre las personas de este colectivo.

Desgaste de los autónomos

Todas estas características hacen que el trabajo autónomo se mantenga en una mayor proporción que el trabajo asalariado, aunque esto provoque un importante desgaste y prácticamente ningún beneficio a las personas con este tipo de negocios. Es más, cuando uno de estos negocios se cierra muchas veces no se vuelve a abrir nunca más, lo que se refleja por ejemplo en los locales comerciales y de servicios vacíos ubicados en los cascos urbanos de nuestros pueblos y ciudades.

Por otra parte, una mayor resistencia no significa que no se cierren. Como se observa en las estadísticas el goteo de bajas es constante. Y es que hay otro aspecto que dificulta todavía más la supervivencia. Antes, prácticamente toda clase de autónomos tenía una amplia red de clientes, lo que les proporcionaba cierta seguridad, un cliente perdido no suponía una gran pérdida y podía compensarse con otros nuevos. Además, aquellas relaciones económicas iban acompañadas de relaciones sociales, quién no charlaba por ejemplo con el baserritarra que traía la leche a casa, enriqueciendo la vida social y multiplicando el conocimiento mutuo, cosas que no recogen las estadísticas pero que proporcionan eso que solemos llamar calidad de vida.

Sin embargo, hoy en día, gran parte de los autónomos, los oficios relacionados con la construcción, el transporte de mercancías, los baserritarras, etc., han pasado a tener un cliente importante, un contratista en el caso de la construcción, una empresa que les compra la leche en el caso de los baserritarras, para el que trabajan. Así, cuando este cliente importante falla o impone sus precios, los autónomos se encentran en una situación de total dependencia y con grandes dificultades para seguir adelante con su negocio. Se ha producido un empobrecimiento de las relaciones económicas que ha traído aparejado un aumento de la dependencia de los autónomos hacia el capital. Muchos autónomos siguen siendo formalmente independientes, pero en realidad dependientes, funcionando como un eslabón más en la larga cadena del capital. En muchos aspectos el trabajo autónomo se ha proletarizado. Sin olvidar, el empobrecimiento de las relaciones sociales que ha traído dicha transformación.

Esto no es fruto de la casualidad, sino de las políticas públicas impulsadas desde la administración que ha permitido por ejemplo, la apertura indiscriminada de grandes superficies, el fomento de la nueva construcción de viviendas frente a la rehabilitacón que requiere una mayor cantidad de trabajo, la imposición de requisitos sanitarios y formales muchas veces desproporcionados que obligaban al cierre de negocios artesanales, etc. Una supuesta modernización que ha provocado dependencia y el empobrecimiento de las relaciones sociales.

La relación capital trabajo

En un año prácticamente se ha doblado el número de paradas y parados en Hego Euskal Herria y posiblemente la situación continuará empeorando todavía algún tiempo. La relación entre capital y trabajo continúa siendo favorable al capital que está resolviendo sus problemas, como siempre, a costa del trabajo, no renovando los contratos eventuales y despidiendo a la gente.

Por el lado del trabajo, las cosas están realmente difíciles. A los continuos despidos de trabajadores precarios posiblemente se sumarán en el futuro muchos trabajadores y trabajadoras afectados por expedientes de regulación de empleo, con lo que cuando llegue el siguiente ciclo alcista de actividad económica, las empresas volverán a contratar nuevos trabajadores, pero esta vez, será con contratos más precarios que los que tienen en la actualidad, profundizando así la división en el seno de la clase obrera, lo que a su vez dificultará cualquier planteamiento de organización y lucha.

Por otra parte, entre los autónomos se dan cada vez más situaciones de dependencia hacia el capital. De alguna manera, se está produciendo una proletarización del trabajo autónomo, que aunque formalmente independiente está cada vez más atrapado en las sutiles redes tejidas por el gran capital. Por lo tanto, a la división en el seno de la clase obrera se suman ahora nuevos segmentos de trabajadores autónomos que por su situación en el engranaje productivo pueden compartir los intereses de dicha clase.

Esta diversidad dificulta la organización y la lucha, pero a su vez es una gran oportunidad para aglutinar diferentes sectores, enriquecer la acción con nuevas perspectivas y fortalecer la lucha. Este es el reto que tiene ante sí la clase trabajadora de este país para que no acabemos pagando todas las facturas de la crisis.

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