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Rock sinfónico improvisado Plaza berritua, hankaz gora

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RAHSAAN

Un final feliz, un brillante colofón del veraniego domingo y de este Jazzaldia 2009 que ha tenido momentos estelares con los Lovano, Haynes y Dave Douglas, entre otros, y al que quisieron agregarse con todo merecimiento The Bad Plus. Un público no muy numeroso (media entrada) se citó en el Victoria Eugenia para disfrutar de una noche de ¿Jazz? ¿Rock?... Buena música en cualquier caso. Su propuesta puede llegar a una gente muy variopinta, aunque se sitúa en una posición «incómoda»: demasiado rock para los jazzeros, demasiado jazz para los pop-rockeros. No obstante, allí se congregó un buen puñado de fieles, además de la proporción correspondiente de inquietos que quieren experimentar algo diferente. Un piano, bajo y batería no es una propuesta especialmente innovadora, pero este trío suena terriblemente actual, contemporáneo, sin necesidad de utilizar ningún elemento electrónico. A ello probablemente contribuye el hecho de que, además de sus composiciones propias, recurren con frecuencia al rock actual para conformar su repertorio, por lo demás muy ecléctico (también toman prestadas composiciones de clásicos contemporáneos).

Así precisamente arrancó la noche: con las «Variaciones» del «Apolo» de Stravinsky, en las que se nos mostraron el «clasicismo» del piano de Iverson y la gran interacción de la que hicieron gala sus tres componentes durante toda la noche. Esta atmósfera fue la que dominó la primera parte del concierto: temas propios repartidos equitativamente, introspección; tempos medios, en los que el sobrio Anderson,con sus frases cortas y un tempo preciso, y el contenido y a la vez exhibicionista King (no me contradigo) -probablemente el más rockero de los tres- se fundían con el clasicismo de Iverson, para demostrar que forman una auténtica máquina bien engrasada. Así pudimos comprobarlo con el tema de Ligeti («Fém»), que fue el comienzo de un cambio progresivo a temas más rápidos y extrovertidos, preludio de lo que habría de llegar con la incorporación de la cantante Wendy Lewis. Los seguidores clásicos de TBP probablemente reconozcan como más genuino, original, a la formación en trío. Pero tenemos que reconocer que la Lewis les otorga un aire más «comercial» (ni un ápice de crítica al respecto) y que, por otro lado, forma parte fundamental del último trabajo del grupo, «For All I Care», que no contiene ningún tema propio y que toma prestados numerosos temas del rock y pop actual. Pero también es justo añadir que la aportación de WL no supone ninguna intromisión o desnaturalización de la esencia del trío: no es un cuerpo extraño, ni devora al resto de los componentes. Es una reasignación de tareas que se acomete de manera muy natural.

La formación con cuatro completó más de la mitad de la noche con los temas del último trabajo antes mencionado y que, al igual que en el trabajo enlatado, comenzó con un potente «Lithium», de Nirvana. La «máquina», ahora de cuatro cilindros, desbrozó a continuación una lograda versión del «Radio Cure», de Wilco, donde después de la introducción del tema por la cantante, Anderson inició un solo reflexivo y lírico que después se transformó en un crescendo (cómo les gusta estas cosas) con la incorporación de Iverson y King, que encandiló a la tropa. D. King tuvo oportunidad de expresar su alma de rockero, mientras Iverson cedía parte del protagonismo a la voz, y el sobrio Anderson lleva la manija del «artefacto». La noche tuvo otros momentos importantes, mientras WL nos demostraba su sensibilidad y la variedad de registros. Así fue en la bonita versión del «Comfortably Numb», de Pink Floyd, o en el popero «How Deep is Your Love», de Bee Gees. Todos los temas, a pesar de la «deconstrucción» llevada a cabo, eran perfectamente reconocibles. Bien, muy bien este TBP. Llegaron desde Los Ángeles sin asomo de jet-lag, o quizás precisamente por ello se mostraron bien despiertos y frescos. Dos horas disfrutando de una música que trata, y creo que consigue, de abrir un camino diferente y original. TBP podría ser la puerta que abra a mucha gente a otras músicas, que abra nuestra mente y nuestros oídos a otras aventuras sonoras.

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