ANÁLISIS Elecciones en Kurdistán Sur
Aviso a navegantes y piratas tras las elecciones kurdas
El 25 de julio, los kurdos del sur acudieron a las urnas, en las que la coalición Goran obtuvo un buen resultado. El periodista y miembro de Bîhar Karlos Zurutuza analiza las repercusiones de estos comicios para Kurdistán Sur, donde predominan los apellidos Barzani y Talabani.
Karlos ZURUTUZA Periodista y miembro de Bîhar (Asociación para la colaboración entre Euskal Herria y Kurdistán)
Aparece en escena Goran (Cambio, en lengua kurda), una lista capitaneada por un antiguo número dos del PUK, y que enarbola el estandarte de la «lucha contra la corrupción». Se ha llevado el 23,8% de los votos mientras que una lista islamista y de izquierdas ha recabado un nada desdeñable 13%. Massud Barzani seguirá siendo presidente de Kurdistán Sur, pero la coalición PDK-UPK pierde 20 escaños de los 104 que tenía en la Cámara -el Parlamento kurdo tiene 111 escaños-.
Y es que el PDK y el PUK han dominado la política kurda de Irak durante más de medio siglo, desde la insurgencia primero, pero también tras la primera guerra del Golfo en 1991. Entre las elecciones de 1992 y 2005 hubo una guerra civil (1994-98); en 2006 firmaron un acuerdo de unificación y hoy han concurrido juntos a la cita electoral.
Durante la campaña, Nichirwan Mustafá, empresario de éxito reconvertido en el paladín de Cambio, hablaba de una nueva «revolución de color» (azul marino) para luchar contra la corrupción y el nepotismo reinantes; mientras, Barzani y Talabani, los líderes políticos y tribales, entonaban un mea culpa algo tardío, prometiendo mayor transparencia para la legislatura en perspectiva.
Pero los kurdos del sur, los de a pie, están cansados de ceder el paso a coches de 40.000 dólares, de que un hijo de Barzani sea el jefe de los servicios secretos, a la vez de propietario de la principal compañía telefónica, o de que los únicos parámetros que se ajusten a los estándares de los países desarrollados sean el precio de los pisos en Suleymania. Es una lista interminable, pero prácticamente copada por dos únicos apellidos: Barzani y Talabani.
A priori, el primer cambio ocurrirá cuando en el Parlamento de Erbil se siente la primera oposición creíble en 18 años. Ya no será tan fácil amasar inmensas fortunas a costa del abandono del pueblo llano. No obstante, Barzani puede que se en- cuentre ahora en una posición más fuerte ante un posible referéndum sobre la nueva Constitución kurda.
El pasado junio, el Parlamento de Erbil aprobó un borrador que permite al presidente disolver la Cámara, aprobar o vetar leyes, expulsar a ministros o comandar a los peshmerga (el Ejército kurdo); unos poderes plenipotenciarios a los que la lista Goran se opone.
Sobre la eterna espina clavada con Bagdad, la celebración de un referéndum para determinar el estatus del enclave petrolero de Kirkuk, hay quórum, pero ya hay quien apunta a que el «frente kurdo» saldrá debilitado tras el resultado electoral. Además, Barzani lleva un año sin hablarse con Nuri al-Maliki (primer ministro iraquí) por lo que las relaciones entre Bagdad y Erbil seguirán presumiblemente en punto muerto.
Estados Unidos se ha colgado la medalla hasta hoy de la tan cacareada «estabilidad de la Región Autónoma Kurda», un modelo que había de importar al resto del país que ocupó en 2003. Doce años antes se había trazado el paralelo 36 bajo el cual los kurdos de Irak empezaron a construir lo que es hoy lo más parecido a un Estado que este pueblo ha tenido nunca.
18 años más tarde, las horas de suministro eléctrico diario se cuentan con los dedos de una mano, pero las carreteras están impecables. Los tankers que sacan el petróleo por el norte se cruzan con las tropas que ruedan hacia el sur. Y para que el tráfico siga siendo fluido hace falta estabilidad en la región con mayúsculas (la que incluye a Irán al este y a Siria al oeste).
La zozobra también ha de inquietar al vecino del norte. Ankara había conseguido que Talabani llevara flores al mausoleo de Atatürk y pidiera oficialmente al PKK que abandonara las armas. Veremos cuál es la factura que le van a pasar estos comicios al de Suleymania y a su coalición en las presidenciales iraquíes del año que viene.
Y no olvidemos que hay más de 1.200 empresas turcas trabajando en Kurdistán Sur, la mayoría involucradas en la construcción, que en la jerga local se llama «reconstrucción». Tan sólo el año pasado, se hablaba de 3 billones de dólares; otro de los caudales de dinero del que beben los eternos líderes tribales y sus allegados, entre los que se encontraba el propio líder de Cambio hasta ayer mismo.
La lista Goran ha sabido movilizar al electorado catalizando el descontento y el hastío entre los kurdos del sur. No obstante, los «piratas» en puerto y en alta mar no han de temer tanto a Cambio como al ansia de cambio real de un pueblo harto de que se le tome por tonto. Los kurdos del sur empiezan a comprender que en democracia han de ser los partidos los que trabajen para ellos, y no al revés.