Txolo LANDALUZE, Estibaliz ADRADOS y Raul ARKAIA I Miembros de Euskaria Fundazioa
Yo-Mi-Me-Conmigo
Con un ojo puesto en la actualidad política vasca y otro en Orreaga- Roncesvalles, cuesta creer que aquello de lo que los autonomistas son perfectamente capaces no es sino una quimera para los abertzales. Dicho sea por delante, dejamos al libre arbitrio de cada quien el decidir en cuál de los dos bloques mete al PNV
Dicen los cronistas (al menos, aquellos a quienes hemos leído), que los vascones acudieron como un solo hombre a defender el Reino de Navarra de las huestes de Carlomagno a su paso por Orreaga-Roncesvalles. Tropas formadas por hombres de diferentes religiones e incluso lenguas lucharon codo con codo para infringir a los carolingios su derrota más humillante. Desconozco si existen episodios similares en la historia de nuestro pueblo, pero, desde que tenemos uso de razón, no vemos sino división por doquier.
Yo-Mi-Me-Conmigo. Recuerda a un viejo disco del cantautor Joaquín Sabina. Pareciera que ése es el lema de los tiempos que nos ha tocado vivir.
Guste o no, la política vasca no tiene nada que envidiar a la caótica semblanza del Parlamento de Italia. Una pléyade de partidos políticos que a algunos les causa perplejidad y, a los más, algún que otro bostezo. Siglas y más siglas nacidas de escisiones -incluso algunas nacidas de una escisión de otra escisión-.
La propia naturaleza del sistema premia a los partidos fuertes desde el punto de vista del amplio respaldo electoral que reciben. Por el contrario, las dificultades arrecian para las formaciones que han de coaligarse para lograr ese mínimo apoyo en materia de votos que les doten de cierta iniciativa política. Y es ahí donde se viene decidiendo la política vasca durante los últimos años.
En la Comunidad Foral Navarra, Unión del Pueblo Navarro, Partido Socialista de Navarra y Convergencia de Demócratas Navarros lo han logrado. A base de una firme acumulación de fuerzas, han vetado cualquier posibilidad de giro político en otra dirección a la actualmente vigente. Mientras tanto, en Vascongadas, Partido Popular y Partido Socialista de Euskadi han conseguido lo mismo. En buena lógica, ambas formaciones comprendieron que sólo dejando a un lado sus diferencias ideológicas podrían establecer un gobierno en defensa del constitucionalismo, en defensa de la unidad de España.
Con un ojo puesto en la actualidad política vasca y otro en Orreaga-Roncesvalles, cuesta creer que aquello de lo que los autonomistas son perfectamente capaces no es sino una quimera para los abertzales. Dicho sea por delante, dejamos al libre arbitrio de cada quien el decidir en cuál de los dos bloques mete al Partido Nacionalista Vasco.
Ahora bien, de lo que no nos caben dudas es de que la masa social que se encuadra en las tesis soberanistas está de vuelta, decepcionada, abandonada a su suerte... viendo, impotente, que los representantes de sus respectivas opciones políticas navegan -mejor dicho, naufragan- en el cortoplacismo; el acceso fácil a la poltrona; las viejas rencillas; las desconfianzas de siempre.
El objetivo es claro -dicen los abanderados de cada uno de esos partidos-: el ejercicio del derecho de autodeterminación y la creación de una república vasca en el contexto de la Unión Europea.
No obstante, lo que a algunos buruzagis les pone es colgarse la medalla, liderar el proceso, salir en la foto, sentir la caricia del agasajo facilón, recuperar los votos perdidos en una patética batalla que degenera en un canibalismo político...
El futuro es incierto, por más que tengamos algunas claves bastante cabales sobre lo que vaya a ocurrir.
Pero, sea como fuere, si algún día fuera menester depurar responsabilidades, esta casta de políticos -que soñaron con ser estadistas y se quedaron a medio camino- tendrá que pedir disculpas y entonar el mea culpa. Por no haber derrochado la valentía que sus votantes les exigieron (nos remitimos aquí, por poner un ejemplo, a las cartas que muchos lectores del diario «Berria» envían todos los días, a favor del bloque soberanista). Por no haber hecho suyas las palabras del profeta Monzón, «vayamos juntos hasta Maltzaga». Por no haber hecho gala de la humildad que en un momento histórico como el que entonces se vivió exigía.
El pasado 15 de agosto, sin ir más lejos, en Orrega-Roncesvalles se conmemoró una batalla que bien podría servir de inspiración a los adalides del Yo-Mi-Me-Conmigo.