Oiana Blanco y Sugoi Uriarte vivieron su día deportivo más feliz sobre el tapiz del casi lleno Pabellón Ahoy de Rotterdam. Ambos se colgaron ayer, durante la primera jornada de los Campeonatos del Mundo, la medalla de plata: la guipuzcoana en la categoría de -48 kilos y el alavés en -66.

Blanco fue la segunda mejor entre 31 participantes. Accedió directamente a segunda ronda por la ausencia de la argelina Moussa. Luego eliminó a la ucraniana Luzinkova y en cuartos a la francesa Jossinet por yuko. Sólo le faltaba superar en las semifinales a la coreana Jung-Yeon Chung por ippon para meterse posteriormente en la final en su primer Mundial.

Perdió ante Tomoko Fukumi por waza-ari. Cinco minutos con cada una, «todas más altas que yo, aunque con mis 1,56 no es difícil». Sólo se le resistió Fukumi, que sustituía en el equipo nipón a la siete veces campeona del mundo Ryoko Tani, ausente en Rotterdam por embarazo. La japonesa se mostró invencible, tanto que en la semifinal eliminó a Alina Dumitru, la campeona olímpica rumana que terminó quinta y en el hospital.

Blanco, oriotarra afincada en Ergobia, trataba de asimilar la situación mientras respondía a las preguntas de una televisión nipona. Sus compañeros del club de Usurbil ejercían de telefonistas cogiéndole las llamadas porque su entrenador Esteban Arrillaga y gente de su entorno se trasladaron en una furgoneta para animar a Oiana «muy feliz, tratando de asimilar el resultado» mientras tocaba ese pedazo de plata sobre porcelana, prueba palpable de que era real.

Blanco se había propuesto ir combate a combate y «quedarme con la sensación de hacerlo bien. Demostrarme a mí misma que todo el trabajo ha servido para algo y disfrutar», comentó la feliz subcampeona, que se inició a los 4 años y con 26 ha conseguido su mejor resultado, tras priorizar el deporte sobre sus estudios de Educación Infantil y casi todo lo demás.

Plata en el campeonato universitario, este año perdió el bronce en el Campeonato de Europa, de donde regresó quinta. Así que desde la nube no olvidó ni por un momento su día a día y el personal con el que lo comparte: «Esta plata también es de la gente del club de Usurbil, porque sin ellos no sería posible. Ahora toca celebrarlo, nos vamos de cena y de fiesta».

Sugoi Uriarte partía en mejor situación, como el tercer favorito gracias al oro obtenido en el Grand Prix de Túnez y a la plata del Grand Slam de Rusia durante esta temporada. Con 25 años ha subido un peldaño más y ocupará desde ahora la segunda posición en el ránking mundial.

Abrió el fuego frente al egipcio Ahmed Awad, después tumbó a uno de Kirijistán y a un georgiano. En cuartos superó por ippon al surcoreano Jeong-Hwan An y posteriormente en semifinales al húngaro Miklos Ungvari por decisión arbitral. Tras finalizar como el mejor de su grupo, el D, se jugó el oro contra el mongol Tsagaanbaatar Hashbaatar, medalla de bronce en -60 kilos en los Juegos Olímpicos de Atenas'2004.

Un campeón de Mongolia

En -66 kilos, Hashbaatar, que consiguió ante el alavés el primer título mundial para Mongolia, se sintió un adversario muy fuerte. «No he tenido problemas para dar el peso y estaba menos cansado que mis rivales», explicó el medalla de oro.

Uriarte lo comprobó en primera persona y explicó su recorrido. «Todos los combates han sido muy duros. Unos cuantos se han decidido por la mínima, sobre todo el de tercera ronda ante el georgiano -campeón de Europa el pasado año- y el de semifinales ante el húngaro -vigente campeón continental-. Han sido por decisión arbitral».

Instalado en Valencia desde los 18 para poder compaginar deporte y estudios universitarios, se muestra convencido de que del judo no se puede vivir «a no ser que estés muy arriba». Él ha aprovechado el tiempo para cursar Ingeniería Industrial Superior y acaba de terminar un máster de Logística.

Ocho años después mantiene que la ciudad del Turia cuenta con un centro magnífico de entrenamiento y ahora se trasladará allí su hermano pequeño, oro en el Campeonato de España junior. El capitán del Valencia Terra i Mar fue bronce en el Europeo sub´23 y plata en la Universiada, pero nada comparado con el podio holandés.

«Ha sido increíble. Sin mi familia no lo habría conseguido», admitió emocionado y se fue a celebrarlo con su novia, su madre, sus tres hermanos y sus amigos de Gasteiz.