ZINEMALDIA
«Chloe» arranca la competición con una historia de inseguridades y «reinvención»
Zinemaldia arrancó anoche con una gala breve y sin artificios, donde no se dejaron ver demasiadas caras conocidas. Se hizo entrega del premio de la crítica internacional a Michael Haneke por «Das Weisse Band» y un rápido repaso de lo que acontecerá en los próximos días. «Chloe», de Atom Egoyan, abrió la pelea para conseguir la Concha de Oro, con una historia que se sumerge en las relaciones de pareja y que no causó gran entusiasmo entre la crítica.
A. KAMIO - A. BILBAO |
Zinemaldia arrancó anoche de manera oficial con la proyección de “Chloe”, de Atom Egoyan, y una gala que, en estos tiempos de crisis, no siguió el patrón de los años anteriores. Una sobria escenografía se convirtió en el plató principal de una breve y rápida gala que estuvo dirigida por la habitual presentadora Edurne Ormazabal, acompañada en esta ocasión por la actriz Bárbara Goenaga y el gallego Francis Lorenzo.
Entre las caras conocidas que acudieron a la cita, tampoco se vieron grandes nombres, y el acto se tradujo más bien en una presentación de las secciones y películas que esta edición ocuparán los cines de Donostia.
El acto dio inicio con la entrega del premio Fipresci, que este año ha quedado en manos del director Michael Haneke por su película “Das Weisse Band”, una cinta que narra la historia de dos adolescentes y sus familias en vísperas de la I Guerra Mundial, y que fue recibido por la productora de la película Margaret Menegoz.
Tras la entrega, un vaivén de copresentadores invadió el escenario para presentar todas y cada una de las secciones que ocupan la programación. Elena Anaya habló sobre la retrospectiva dedicada a Richard Brooks, a la que siguió Goya Toledo rememorando otra retrospectiva; la dedicada al Novísimo Cine Francés. También entraron en escena la donostiarra Marta Etura, Aida Folch, Álex de la Iglesia y los televisivos Martín Rivas y Pablo Rivero. Tras presentar el contenido de todas las secciones, el presidente del Jurado Oficial, Laurent Cantet, acompañado por el resto de los integrantes, prometió «hacer mi trabajo con la mayor sinceridad posible» y para ello pidió la ayuda de sus compañeros, para los que tuvo palabras de elogio y agradecimiento por acompañarle en esta «dura tarea».
Reinvención y seducción
“Chloe”, de Atom Egoyan, abrió ayer la carrera hacia la Concha de Oro de esta nueva edición. El director canadiense presentó en Donostia un filme donde la desconfianza y la «reinvención» de cada uno asumen un papel primordial. Egoyan ha «reinterpretado» la película dirigida por Anne Fontaine, “Nathalie X”, en una versión que ha dirigido, sobre todo en la segunda parte, hacia situaciones extremas que emanan y desembocan en un mismo sitio: las relaciones humanas.
En un encuentro con la prensa que tuvo lugar horas antes de la gala de inauguración, el director aseguró que el tema principal de la cinta es «el matrimonio y la manera de cómo tenemos que reinventarnos una y otra vez para seguir manteniéndolo vivo». “Chloe” retrata las consecuencias de las inseguridades de Catherine, interpretada por Julianne Moore, cuando deja de sentirse atractiva para su marido, al que da vida Liam Neeson, y que pasa el día rodeado de jóvenes alumnas.
El director habló de la «cantidad de imágenes» que invaden cada día nuestra cultura, sobre todo la imagen del matrimonio, un estereotipo «difícil de quebrantar». Egoyan, nominado al Óscar por “El dulce porvenir” y artífice de títulos de culto como “Exótica”, reincide en su exploración de los sinuosos caminos del deseo y vuelve a reflexionar sobre la necesidad de acceder al objeto deseado, aunque esta vez sea a través de otra persona.
Catherine, convencida de que su matrimonio está abocado a la infidelidad, contrata a una joven prosituta, Chloe, para seducirlo y poder controlar todo el proceso. Chloe cuenta con detalle lo que acontece con su marido, por lo que Catherine se convierte en una especie de «adicta» a escuchar lo sucedido. El cineasta consideró que la protagonista «da rienda suelta a la fantasía» y queda de manifiesto «el peligro de utilizar la fantasía para reinventarse uno mismo». «Catherine se siente más cerca de su marido a través de la narración por parte de Chloe de sus encuentros sexuales con su marido», aseguró.
“Chloe” demuestra que los caminos de la sensualidad son inescrutables y va pasando de un retrato clásico de la infidelidad a un análisis mucho más profundo de la inseguridad personal de una mujer de mediana edad, de sus enrevesados fantasmas y de su difícil realidad.
Zinemaldia arrancó anoche de manera oficial con la proyección de “Chloe”, de Atom Egoyan, y una gala que, en estos tiempos de crisis, no siguió el patrón de los años anteriores. Una sobria escenografía se convirtió en el plató principal de una breve y rápida gala que estuvo dirigida por la habitual presentadora Edurne Ormazabal, acompañada en esta ocasión por la actriz Bárbara Goenaga y el gallego Francis Lorenzo.
Entre las caras conocidas que acudieron a la cita, tampoco se vieron grandes nombres, y el acto se tradujo más bien en una presentación de las secciones y películas que esta edición ocuparán los cines de Donostia.
El acto dio inicio con la entrega del premio Fipresci, que este año ha quedado en manos del director Michael Haneke por su película “Das Weisse Band”, una cinta que narra la historia de dos adolescentes y sus familias en vísperas de la I Guerra Mundial, y que fue recibido por la productora de la película Margaret Menegoz.
Tras la entrega, un vaivén de copresentadores invadió el escenario para presentar todas y cada una de las secciones que ocupan la programación. Elena Anaya habló sobre la retrospectiva dedicada a Richard Brooks, a la que siguió Goya Toledo rememorando otra retrospectiva; la dedicada al Novísimo Cine Francés. También entraron en escena la donostiarra Marta Etura, Aida Folch, Álex de la Iglesia y los televisivos Martín Rivas y Pablo Rivero. Tras presentar el contenido de todas las secciones, el presidente del Jurado Oficial, Laurent Cantet, acompañado por el resto de los integrantes, prometió «hacer mi trabajo con la mayor sinceridad posible» y para ello pidió la ayuda de sus compañeros, para los que tuvo palabras de elogio y agradecimiento por acompañarle en esta «dura tarea».
Reinvención y seducción
“Chloe”, de Atom Egoyan, abrió ayer la carrera hacia la Concha de Oro de esta nueva edición. El director canadiense presentó en Donostia un filme donde la desconfianza y la «reinvención» de cada uno asumen un papel primordial. Egoyan ha «reinterpretado» la película dirigida por Anne Fontaine, “Nathalie X”, en una versión que ha dirigido, sobre todo en la segunda parte, hacia situaciones extremas que emanan y desembocan en un mismo sitio: las relaciones humanas.
En un encuentro con la prensa que tuvo lugar horas antes de la gala de inauguración, el director aseguró que el tema principal de la cinta es «el matrimonio y la manera de cómo tenemos que reinventarnos una y otra vez para seguir manteniéndolo vivo». “Chloe” retrata las consecuencias de las inseguridades de Catherine, interpretada por Julianne Moore, cuando deja de sentirse atractiva para su marido, al que da vida Liam Neeson, y que pasa el día rodeado de jóvenes alumnas.
El director habló de la «cantidad de imágenes» que invaden cada día nuestra cultura, sobre todo la imagen del matrimonio, un estereotipo «difícil de quebrantar». Egoyan, nominado al Óscar por “El dulce porvenir” y artífice de títulos de culto como “Exótica”, reincide en su exploración de los sinuosos caminos del deseo y vuelve a reflexionar sobre la necesidad de acceder al objeto deseado, aunque esta vez sea a través de otra persona.
Catherine, convencida de que su matrimonio está abocado a la infidelidad, contrata a una joven prosituta, Chloe, para seducirlo y poder controlar todo el proceso. Chloe cuenta con detalle lo que acontece con su marido, por lo que Catherine se convierte en una especie de «adicta» a escuchar lo sucedido. El cineasta consideró que la protagonista «da rienda suelta a la fantasía» y queda de manifiesto «el peligro de utilizar la fantasía para reinventarse uno mismo». «Catherine se siente más cerca de su marido a través de la narración por parte de Chloe de sus encuentros sexuales con su marido», aseguró.
“Chloe” demuestra que los caminos de la sensualidad son inescrutables y va pasando de un retrato clásico de la infidelidad a un análisis mucho más profundo de la inseguridad personal de una mujer de mediana edad, de sus enrevesados fantasmas y de su difícil realidad.