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Josu Imanol Unanue Astoreka Activista social

La fiesta de la hipocresía y de la mediocridad

España, la gran España del bipartidismo y la desvergüenza, de la continua mentira, está tocando fondo, ahora con los del PE, perdón PSOE, mañana con los del PP, simplemente porque es incapaz de tratar su propia realidad con parcialidad, sin huir hacia adelante con desvergüenza insana

Me imagino que en la Fiesta de la Rosa de Gava los socialistas se habrán sentido ofendidos por los parados que les increpaban tras las vallas. Uno se imagina un montón de improperios a los gritones, por recordarles sus responsabilidades en la gestión de la gran crisis que parece no afectar a nadie. Si no ¿cómo explicarse que, el lunes siguiente de la «fiesta», un medio de comunicación afín al Gobierno citara la lamentable situación económica del Reino Unido y omitiera la del su propio país?

Por aclarar, y remitiéndome a los datos facilitados por la Comunidad Europea, el Reino Unido tiene 61 millones de habitantes, 2.470.000 parados -lo que equivale a un 7,9%-; el Estado español tiene 46.157.822 habitantes, más de 4 millones de parados o, lo que es lo mismo, más del 17,3% de parados. Es decir, mucho más paro, por más que mientan.

Pero como dicen los fans de Manolo y Paquito el Chocolatero, la fiesta es la fiesta y España es mucha España y lo burdo se hace realidad en un país comatoso, donde la mentira, como la que cito, se cree como una gran verdad. Mucho me temo que, ya perdidas las formas y visto lo que están logrando los dirigentes actuales y de antaño, desde la prepotencia de pensar que portan más atributos que el toro de Osborne, la próxima meta sea atontar a la ciudadanía, más de lo que está, gracias a los medios de comunicación. Como decía un amigo, muerta la crítica y la disidencia, llegaremos a pensar que los fachas son libertadores y que en España nunca hubo ni tampoco hay, dictadura.

Venido al cuento de la idiotez citada, leo también el mismo día en la prensa rancia y aborregada, tanto «autonómica» como «nacional», que merece mención especial, por la valentía del tratar un tema tan delicado, un film que se estrenó en Donostia y que denuncia las situaciones vividas en la dictadura pinochetista. No me imagino yo a nadie citar las vividas aquí, por muy intelectual que sea o se pretenda, o ni si quiera pedir el mismo arrojo por parte de los contertulios de programas teledirigidos y absurdamente monotemáticos y autocomplacientes que tanto abundan.

Y si la ciudadanía es capaz de asumir su propia economía en ruinas como algo normal y es incapaz de ver como lamentable el silencio de otros cientos de miles de personas afectadas por el paro, eso sólo significa que está incapacitada para pensar y desarrollar como mínimo alternativas de justicia laboral y social, o lo que viene a ser un plan de futuro de vida propio.

España, la gran España del bipartidismo y la desvergüenza, de la continua mentira, está tocando fondo, ahora con los del PE, perdón PSOE, mañana con los del PP, simplemente porque es incapaz de tratar su propia realidad con parcialidad, sin huir hacia adelante con desvergüenza insana, al saber que deben a la dictadura el modelo actual y el continuo enfrentamiento y persecución a cualquier disidencia (la muestra es Euskal Herria), donde todo vale con tal de mantenerse en el poder y sin crítica ni espacio libre posible.

Me imagino a los del PSE-EE tratando de explicar en el futuro sus pactos sin condiciones con la derecha extrema, mencionando lo que les une, los proyectos que han facilitado para una persecución de la disidencia por mínima que sea, actitud que recuerda las épocas oscuras de un dictadura no tan lejana.

Habrá quien desde la mañana, tras desayunar con falsas noticias, o manipuladas, quieran seguir la ruta de los «intelectuales» y «pensadores» aduladores del poder; pero, al mismo tiempo, me alegro porque todavía hay personas, como en Gava-Barcelona, Arenys del Munt, en numerosas empresas, en la misma calle, en los centros educativos, gaztetxes, en Lakuntza, en Donibane Lohizune, en organismos autónomos, etc. que siguen denunciando, pese a la represión, la situación que otros no sólo no quieren ver ni denunciar, sino que quieren acallar por la fuerza su denuncia.

La verdad es que España es una gran fiesta de hipocresía, de desfachatez y de burla a los valores éticos que en cualquier lugar deberían regir e imperar. La situación de Euskal Herria es el botón de muestra de lo que cualquier dictador desearía lograr.

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