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«Juancito fue un gran militante que conducía con el ejemplo»

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Gilberto Rivera
Diputado del FMLN por el departamento de Chalatenango

Viene de La Vuelta, donde Pakito Arriaran, Juancito como en El Salvador lo conocieron los guerrilleros del FMLN, permaneció largo tiempo combatiendo, Gilberto Rivera es diputado por el departamento de Chalatenango, donde el militante arrasatearra murió el 30 de setiembre de 1984. Rivera cuenta ahora con altas responsabilidades políticas en la Comisión de Defensa y de la Familia. Está en Euskal Herria.

Gari MUJIKA | DONOSTIA

El día 30 se cumplirán 25 años desde que el militante de Arrasate Pakito Arriaran falleciera combatiendo en las filas del FMLN-FPL, abatido a tiros del Ejército de El Salvador. El ahora diputado del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional Gilberto Rivera visita por vez primera Europa. Acude expresamente a Euskal Herria para participar en el acto organizado por Askapena y El Salvador Bihotzean este sábado en Arrasate, coincidiendo con el aniversario de la muerte del que fuera militante de ETA, refugiado político y guerrillero. Entrevistado por GARA en su redacción de Donostia, además de la figura de Arriaran este diputado por Chalatenango repasa los principales retos y las dificultades con las que se topa el nuevo gobierno en El Salvador, por vez primera del FMLN.

Tengo entendido que ésta es la primera visita que realiza a Europa, y acude a Euskal Herria.

Para mí era un sueño de vida y un privilegio saludar estos lugares, porque son reconocidos y afamados allá, en El Salvador. Principalmente para la gente nuestra, del FMLN y de izquierdas, porque hay una identidad de principios que nos une.

Una cosa interesante es el hecho de que estemos en una nueva etapa tras ganar las elecciones presidenciales, que en un país que es ultraconservador, con el monstruo de la derecha al que nos enfrentamos, y compartirlo con la gente de acá es para mí un gran gusto. Porque también ha habido mucha gente que ha sido solidaria con El Salvador y nuestra lucha. La gente de acá debe sentir que el triunfo nuestro es también de ustedes, porque hay muchos hombres y mujeres que dieron la vida allá. Tenemos a Pakito, a Jon Cortina, a los padres jesuitas, a Begoña, a Marta...

Obviamente eso a nos compromete a mantener un lazo de amistad y cooperación, ya que ellos dieron todo, lo que significa el todo. Porque dar la vida no tiene precio, es todo.

¿Qué impresión le ha producido Euskal Herria? ¿Y Arrasate?

Mi principal motivo es la visita acá al país, pero especialmente el aniversario de Pakito. Y es que el caso de Pakito es muy simbólico, porque él está en enterrado en nuestra comunidad. Y compartir y contar de primera mano cómo están las cosas allá es un dicha para mí. Porque a pesar de que estamos lejos en la distancia geográfica, estamos más cerca que nadie.

Pakito Arriaran es un símbolo también del internacionalismo. ¿Lo conoció personalmente? ¿Cómo lo recuerda?

Sí le conocí, pero con él no estuvimos en el día a día. Él estaba en una instancia que era más estable, los talleres de la parte de logística, y en mi caso yo andaba en pelotones de combate. Nos vimos con él, pero coincidíamos en un cruce de caminos o yo viajaba con mi gente a traer un material... «Juan, el vasco» le llamábamos. Él se enojaba porque le llamaban gringo, y «no, él es vasco», decíamos. Porque también teníamos ese problema; cuando llegaba una persona alta, fuerte, todos son gringos. Entonces él se enojaba, y costó que la gente entendiera que él no era gringo ni era español, él era vasco. Lo conocí en este ambiente.

Sí hubo mucha gente como un vecino nuestro, Lolo, que estuvo con él trabajando y compartiendo y él sí le conoce... su testimonio lo traemos en un video, que también está recogido en el libro que se publicó el pasado año. Sin embargo, difícilmente se puede destacar en un libro a una persona de esta categoría. Él no fue un dirigente de alta categoría, él fue un militante y fue una persona que conducía con el ejemplo. `Hagamos esto', decía, y se ponía y lo hacía. Sabía también leer al enemigo, sabía lo que estaba pasando. Y la fabricación del armamento casero, que era en lo que trabajaba, era fundamental.

No teníamos dinero para comprar armas y teníamos que hacerlas. Y lo poco industrial que teníamos se lo robábamos al enemigo. Estuvimos un momento en el que teníamos fusilería renovada de todo lo que le quitamos al enemigo.

Me acuerdo que en un operativo tuve la oportunidad de salvarme de la muerte por ir uniformado, porque me topé con un soldado que me dijo: «Sargento, pero ¿porqué se adelanta, es que no sabe que por ahí andan los guerrilleros?».

Es una de las mil anécdotas que si Juancito estuviera vivo también estaría contando. En ese marco de guerra sabíamos que contábamos con alguien ahí que se encargaba de vigilar la calidad del producto. Porque por un lado teníamos lo que teníamos, pero necesitamos que la gente que estaba haciendo granadas y cosas así tenía que ser gente de calidad, porque era un puesto muy delicado. Porque había que confiarle en esas manos, como en las de Juancito, la vida de los combatientes.

Ha comentado que Arriaran cuenta con un monumento y que la gente aún lo recuerda.

Sí, sí. Seguramente la placa que está en La Vuelta será la única que está escrita en euskara en todo El Salvador. A los diez años de su muerte se llevó a cabo un acto importante, en la que participaron también representantes de Herri Batasuna. Durante ese evento que se produjo en 1993, creo, se hizo la última reunión del Consejo Nacional del Partido expresamente allí.

Tras la muerte de Arriaran, en Arrasate se realizó uno de los actos más multitudinarios que se recuerdan en este país...

Realmente este pueblo tiene una historia grande de rebeldía y de lucha. Digamos que no es una casualidad que tengamos ese acercamiento que se ha madurado a lo largo de muchos años. Y esa rebeldía sigue fuerte todavía. Este no es un pueblo caracterizado por ser sumiso. Sabe lo que quiere y lo defiende, al igual que nosotros en El Salvador.

Aquí va bastante despacio, pero es importante, porque tienen un desarrollo y porque los pueblos los construye y los desarrolla la gente, no los gobiernos. Es la disposición de la gente, sus ideas y lo que quiere, lo que construye.

Además, han conservado su cultura y no han permitido que se la arrebaten. Porque imagino que habrá habido intentos de cambiar lo que les han hecho lo que son. Hay que reconocer que no sólo son un pueblo rebelde, sino también trabajador. La de aquí es una situación de conflicto oculto, pero al mismo tiempo veo a la gente con su trabajo, tranquila, y hay movimiento, desarrollo, y unas condiciones sociales que ya quisiéramos tener nosotros.

Condiciones y desarrollo que el gobierno del FMLN también persigue. Tuvieron una lucha larga, y ahora, tras alcanzar el gobierno comienza otra.

Exactamente. Reconstruir un nuevo país no significa una acción inmediata. Va lenta y con un proceso que hay que hacerlo segura. La situación es complicada, porque un gobierno de izquierdas en este momento llega al poder donde durante cientos de años ha permanecido la derecha. Se genera una expectativa y la gente tiene la vista puesta en el gobierno: ¿Qué va a hacer, cuáles son las novedades, cuál es el cambio, cuál es la esperanza que nos hizo votar por ese nuevo gobierno?

Sin embargo, resulta que al llegar al gobierno nos encontramos con una serie de dificultades que están ahí, palpables, y con una situación de corrupción grave. Las arcas del Estado las dejaron realmente vacías.

¿Qué trabas preven tener para realizar los cambios que han prometido?

Va a haber problemas, oposición. Y tampoco los cambios se van a hacer rápido. Es una cuestión de proceso, porque a la par de llevar los cambios a nivel de gobierno, hay que ir metiendo en la mente de la población y de las empresas privadas. No queremos entrar en un choque; si no, vamos a entrar en un caos, y y si generamos un ambiente de ese tipo estamos seguros que vamos a la derrota en otro proceso electoral. Y no nos podemos dar ese lujo de permitir que esa derecha vuelva al gobierno. No podemos ser irresponsables. Es el primer paso para generar un ambiente de confianza, de estabilidad política, económica, de buscar alternativas. Aunque es donde muchas veces hay frustración, porque la gente nuestra también espera acciones tajantes. Quitar una serie de corruptos no es un proceso tan rápido.

Tenemos suerte de haber llegado un poco tarde, y haber recopilado información de otros paises, que es muy importante: o que pasa en Venezuela, en Bolivia, en Brasil, en Cuba, acá mismo... servirá para equivocarnos menos. Y el partido está en función de consolidarse, pero también de garantizar que el gobierno haga un buen papel.

REBELDÍA

«Realmente este pueblo tiene una historia grande de rebeldía y de lucha. Y esa rebeldía sigue fuerte todavía»

«Juan, el vasco»

«Él se enojaba cuando lo llamaban gringo, y costó que la gente entendiera que él no era gringo ni era español, él era vasco»

«Si mentes enfermas intentaran en El Salvador lo que han hecho en Honduras, sería su final»

Tanto en Centroamérica como en Suramérica se están viviendo años convulsos y de cambio. Honduras es buen ejemplo de ello también.

El caso de Honduras es especial. Ciertamente, una de las lecciones aprendidas es que en Honduras se aceleró el proceso. Es como cuando usted está cociendo la sopa y lo quiere en un minuto. Faltó crear bases para llegar a hacer un gobierno o llevar un proyecto de alternativa de izquierdas.

Eso es así. El hecho mismo de que no sufrió un conflicto como el que padecimos no creó las bases para defender el poder, y el mismo Zelaya tampoco es un hombre de izquierdas, viene de la derecha. La lección es que no puede acelerarse un proceso sin crear bases sólidas.

Ése es el análisis político interno, pero por otro lado, políticamente, es un golpe duro a la democracia. Y afecta a cualquier país que intenta impulsar la democracia, la participación de la gente en la toma de decisiones. Cuando pasa esto en Honduras para nosotros es un retroceso y viene a recordar la época de las dictaduras militares, donde todo va por la vía de la fuerza. Y eso vulnera no sólo a Honduras, sino a toda Centroamérica y al mundo entero, porque quiere decir que eso lo pueden hacer también otros.

¿Tienen miedo de que pueda ocurrir también en El Salvador?

Eso está fresquito en la mente. Por la mente de militares no deja de pasar de que en El Salvador puede haber algo parecido. Yo estoy en la Comisión de Defensa. En cierta medida le estoy dando seguimiento con varios oficiales de las fuerzas militares, y hay conciencia de que eso no se va a dar en El Salvador.

La ciudadanía, aún no siendo del FMLN, no lo aceptaría y eso sí sería el tiro de gracia, el suyo. Porque no vamos a estar dispuestos a perdonar algo así. El pueblo salvadoreño ha madurado en ese aspecto. Hay conciencia para que eso no vuelva a pasar: mentes enfermas como las que lo hicieron en Honduras tendrán que pensarlo muchísimo, y sería su final. Tenemos suficientes armas políticas y razones, y si fuera necesario, por qué no, volver a agarrar un hierro... Tal vez nosotros no podremos, pero sí hay gente dispuesta a defender lo conquistado. G.M.

Sentirse parte

«El pueblo vasco debe sentirse parte del proceso de El Salvador. Estamos distantes geográficamente pero en el pensamiento estamos más cerca que nunca»

AGRADECIMIENTO

«Quiero lanzar un mensaje de agradecimiento y celebración. No ha sido en vano el esfuerzo que desde acá se ha hecho dando parte de sus hijos a ese esfuerzo salvadoreño»

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