Los países más ricos del mundo, integrados en el G-20, se reúnen desde hoy en Pittsburgh para tomarle el pulso a la crisis. Se prevé que este selecto club analice los resultados de las políticas de choque desarrolladas por los estados y es más que probable que lancen un mensaje tranquilizador a la comunidad internacional: «Lo peor ha pasado». Tratarán así de hacer ver que la economía ha reaccionado gracias a las políticas de estímulos fiscales y las generosas ayudas a la banca. Y no menos previsibles serán la ausencia de alusiones en los discursos del G-20 al paro y la omisión de soluciones para el hambre generada el el mundo como consecuencia de la crisis creada por la codicia del neoliberalismo y su quiebra financiera.

Sin embargo, y a pesar de las desastrosas consecuencias que el sistema financiero neoliberal ha supuesto para la población mundial, y por encima del llamamiento de algunos líderes mundiales a la refundación del sistema financiero, el G-20 insistirá en llevar a cabo una reforma epidérmica para garantizar que todo siga como antes de las sub-prime y la quiebra de Lehman Brothers.