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LA JORNADA Editorial 2009/10/6

Pakistán: el tercer laberinto

A la perpetuación de la ocupación militar estadunidense en Irak y al recrudecimiento de la guerra en Afganistán se suma ahora el creciente descontrol en Pakistán (...).

En estas circunstancias, los gobernantes occidentales parecen haber perdido el rumbo y la iniciativa. La propuesta original del presidente estadunidense, Barack Obama, de proceder a un retiro gradual de las tropas de ocupación en Irak y concentrar los esfuerzos del Pentágono en Afganistán está inexorablemente rebasada por la realidad: sin haber logrado una real estabilización en la antigua Mesopotamia, la (OTAN) debe enfrentar ahora, y no por elección sino por obligación, la disyuntiva de aumentar sus fuerzas de ocupación en el segundo de esos países o sacarlas de ahí, con la complicación adicional de la desestabilización en el fronterizo Pakistán. (...)

Un dato estremecedor, a la luz de la descomposición política paquistaní, es el arsenal nuclear que posee esa nación centroasiática, desarrollado en el contexto de la carrera armamentista sostenida con India, su vecino y rival sempiterno. Si el país cae en la ingobernabilidad, ese armamento, desarrollado bajo la permisividad y el doble rasero occidentales, podría quedar fuera de control. En una región caracterizada por las corrientes integristas islámicas, tal perspectiva constituye una de las peores pesadillas imaginables para Occidente.

La crisis paquistaní no podrá ser contrarrestada mediante soluciones fáciles y obvias, pero muy probablemente obligará a las potencias occidentales a trasladar el foco principal de su atención de Afganistán a Pakistán. Lo que no es seguro, ni mucho menos, es que consigan estabilizar cualquiera de esos países ni contrarrestar los efectos generados por el propio Washington: en un caso, mediante el financiamiento y el apoyo a los grupos más radicales del fundamentalismo, en tiempos en que Afganistán se encontraba invadido por la extinta Unión Soviética, y en el otro, por el respaldo estadunidense a las dictaduras militares reaccionarias que culminaron con el régimen de Pervez Musharraf.

Sea como fuere, es claro que hoy por hoy Pakistán se ha convertido, junto con Afganistán e Irak, en un tercer laberinto para el injerencismo militar de Estados Unidos en la zona.

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