ASTEA MUNDUAN
Del estertor del imperio otomano a la Eurasia del siglo XXI
Dabid LAZKANOITURBURU
Periodista
Armenia y Turquía sellaron ayer un primer acercamiento bilateral oficial con la firma, bajo mediación de Suiza, de sendos protocolos para establecer relaciones diplomáticas entre los dos enemigos históricos y para reabrir los 325 kilómetros de frontera común.
En espera de que los parlamentos respectivos validen los acuerdos, ambas partes se comprometen a una investigación científica e independiente -a cargo de una comisión mixta- del llamado genocidio armenio, «masacre en período de guerra» al decir de Ankara.
Al margen de disputas historicistas interesadas -aquello ocurrió y aún quedan testigos-, el acercamiento entre Armenia y Turquía responde a necesidades económicas.
Armenia necesita aire en el sofocante clima caucásico -con la vecina Georgia como fuente constante de inestabilidad- y Turquía precisa a Armenia para completar sus planes de convertirse en estación terminus para todo un sistema de gasoductos.
Hacer de la necesidad virtud es, y valga la redundancia, una virtud en política, también internacional.
Lo que no vale es vender las carencias propias como virtudes exigiendo estas últimas a los de siempre. Y es la sensación que le queda a uno cuando observa el tratamiento que muchos países europeos dispensan a los turcos. Que esos últimos tienen mucho que purgar es cierto -que se lo pregunten a los kurdos- pero lo de los genocidios en guerras no fue exclusivo del imperio otomano en sus estertores (Primera Guerra Mundial). Convendría que más de uno remirara en los libros.