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Restablecimiento de las relaciones entre Ankara y Erevan

Una firma y un apretón de manos «in extremis» acercan a Turquía y Armenia

Los ministros de Exteriores de Turquía y Armenia suscribieron ayer por la noche un histórico acuerdo para la normalización de sus relaciones, emponzoñadas desde hace casi un siglo por el genocidio armenio durante el imperio otomano. La firma se retrasó casi tres horas por «una dificultad de último minuto».

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GARA | ZÚRICH

Tras superar «una dificultad de último minuto» y con un retraso de casi tres horas, Turquía y Armenia firmaron un histórico acuerdo para restablecer las relaciones y reabrir la frontera común tras un siglo de conflicto provocado por el genocidio de 1,5 millón de armenios a manos de militares otomanos.

El litigio provocó un ir y venir diplomático durante toda la tarde: poco antes de las 17.00, la hora prevista para la ceremonia, el coche que transportaba a la secretaria de Estado estadounidense Hillary Clinton a la Universidad de Zúrich dio media vuelta para ir al hotel donde había establecido su base.

Entonces comenzaron unos conciliábulos intensos entre el ministro armenio de Asuntos Exteriores, Edward Nalbandian, y el subsecretario estadounidense para Europa y Eurasia Phil Gordon, que al mismo tiempo estaba al teléfono con la delegación turca, añadieron fuentes estadounidenses.

Clinton, mientras, mantuvo una larga conversación telefónica el titular de Exteriores turco, Ahmet Davutoglu, y posteriormente, se entrevistó con Nalbandian para intentar solventar las discrepancias, que amenazaban con dejar en el aire el acuerdo. Al final, Nalbandian y Clinton llegaron con dos horas de retraso a la Universidad de Zúrich, donde les esperaban os esperaban el turco Davutoglu y las demás delegaciones: la ministra de Relaciones Exteriores suiza, Micheline Calmy-Rey, sus homólogos ruso, Serguei Lavrov, francés, Bernard Kouchner, y el jefe de la diplomacia europea Javier Solana. Pero, todavía hubo que esperar casi otra hora y media para que la ceremonia se celebrase. Sólo duró siete minutos y, en contra de lo previsto, no hubo discursos.

Formalmente, el texto fija un calendario para el establecimiento de relaciones y apertura de fronteras, aunque ahora deberá ser ratificado por los parlamentos de los dos países con la incertidumbre de la postura que adoptarán los habitantes de ambos lados de la frontera. También será clave la reacción de la diáspora armenia, muy influyente en el Estado francés y EEUU y que reclama el reconocimiento oficial por parte de Turquía del genocidio.

Las relaciones entre los turcos y los armenios han estado bajo mínimos desde hace casi un siglo por el recuerdo de las matanzas y deportaciones de armenios en 1915-1917.

El conflicto de Nagorno Karabaj no hizo más que agravar la situación. Después de una guerra de seis años (de 1988 a 1994), Ereván se hizo con el control de este enclave poblado de armenios en Azerbaiyan, aliado de Turquía, que en 1993 cerró su frontera con Armenia a modo de protesta.

En este contexto de resentimiento y de conflicto, este acercamiento tropieza con profundas reticencias de las opiniones públicas de ambos países y de la diáspora armenia, inclusive en Argentina, donde viven unos 100.000 armenios. «El acuerdo representa un peligro para los derechos humanos y perpetuará la subordinación de Armenia al Estado genocida turco y a sus aliados imperialistas», remarcó el rotativo «Diario Armenia».

En un intento por acallar estas críticas, el presidente armenio, Serge Sarkisian, aseguró en un solemne discurso dirigido a la nación que «no había alternativa al establecimiento de relaciones, sin condiciones previas con Turquía».

El pasado mes de abril, el presidente estadounidense, Barack Obama, llamó a turcos y armenios a encontrar «rápidamente» un acuerdo. Moscú, con un importante papel geoestratégico en la región, también apoyó directamente el proceso. Recordando la candidatura de Turquía a la adhesión a la UE, Solana tentó a Ankara y Erevan con los beneficios que podrán obtener en sus relaciones con Bruselas si acercaban posturas. Turquía espera avanzar en sus negociaciones, mientras que Armenia, sin recursos petroleros, espera salir del aislamiento.

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