ENTREVISTA A BRIAN CURRIN
«Soy testigo de la profundidad y honestidad de la iniciativa de la izquierda abertzale»
Nacido en Pretoria, en pocas semanas Currin cumplirá 60 años. En ese tiempo ha luchado –y vencido– contra un apartheid en el que él era uno de los privilegiados. Más tarde logró que, en el norte de Irlanda, unionistas y republicanos llegasen a acuerdos en temas sensibles como el de la Policía. Ahora aporta su experiencia en el caso vasco. Y cree que estamos en un momento crucial. Esa es la razón de su visita y el mensaje que ha querido transmitir, tanto a los políticos como a la sociedad.
Iñaki SOTO |
El único hueco en la apretada agenda de este experto en conflictos y en procesos de negociación es en el aeropuerto de Loiu, donde GARA le entrevista mientras espera el avión que le lleve de vuelta a Sudáfrica.
En su conferencia en Donostia usted fue rotundo, hasta el punto que algunos pueden cuestionar su neutralidad...
No estoy de acuerdo con esa apreciación. Creo que fui realmente neutral en el sentido de imparcial. Dije por un lado que creo que ETA deberá dar un alto el fuego si el proceso ha de seguir adelante, pero por otro lado fui crítico con Madrid por los últimos arrestos. Creo que en este momento lo más importante en Euskal Herria es que la gente esté informada, que sepa lo que ocurre, la verdad sobre lo que se está diciendo y haciendo.
Tampoco he dado ninguna información sensible, nada que no se supiese ya. Simplemente he intentado enfatizar la importancia de la iniciativa de la izquierda abertzale, cuando por otro lado ya es público que esa iniciativa de la izquierda abertzale existe. He intentado ilustrar lo importante que es esa iniciativa porque he participado en esa discusión. Soy testigo de su profundidad y honestidad, y creo que éste es un momento crucial.
Advierte de que no se puede ser ingenuo a la hora de afrontar este escenario...
Si alguien cree que esta iniciativa de Batasuna puede salir adelante, tener éxito, sin implicar a ETA, considero que esa postura es ingenua en el sentido de que no es realista. Este proceso no puede funcionar sin contar con ETA, simplemente porque su efecto sería el contrario del que plantean quienes defienden esa postura: un nuevo grupo tomaría ese espacio político y retrocederíamos diez años.
Paradójicamente, desde ciertos ámbitos le acusan a usted de ingenuidad por creer en la iniciativa de la izquierda abertzale.
Soy consciente de la dificultad que conlleva sacar adelante esta iniciativa, sé que no es algo fácil y no vendrá de manera natural, sé que supone un gran esfuerzo y mucho trabajo. Soy consciente, por ejemplo, de las dificultades de ETA para tomar iniciativas como una declaración unila- teral de alto el fuego, porque realmente hay gente dentro que duda de que puedan lograr sus objetivos sin la presión de las armas. Pero no es cuestión de ser o no ingenuo, sino de ser positivo. No existe opción alguna para la izquierda abertzale de avanzar en sus objetivos políticos si permanece ilegalizada. Lo vemos claramente a día de hoy: los arrestos se suceden, no puede haber continuidad, no se pueden organizar políticamente y eso les hace más débiles. Las consultas a sus bases dejan claro que muchos creen necesario un nuevo proyecto. Si ETA no lo ve así y no juega el papel que le toca, creo que debe asumir la responsabilidad de sus consecuencias, dado que la actividad política en Euskal Herria va a ser lamentable.
La «guerra contra el terror» parece apagarse a nivel global, pero el Gobierno español mantiene y profundiza en esa estra- tegia. ¿Cree que los securócratas pueden seguir alimentándola indefinidamente?
Creo que por ahora los securócratas en el Gobierno español están ganando esa batalla. Sólo hay que mirar al número de detenciones, no sólo en el ámbito de militantes de Batasuna o en el ámbito político, sino también en el ámbito armado para confirmar que los securócratas están teniendo éxito. A veces pienso que para Madrid es más fácil gestionar esto en los términos actuales que teniendo que comprometerse políticamente respecto a Euskal Herria en cuestiones como la independencia o la soberanía. Porque creo que ése es un debate por el que Madrid está preocupado y creo que lo quiere evitar.
A menudo se suele oír decir que la izquierda abertzale necesita su «Gerry Adams». Por los términos, duros y claros, con los que ha denunciado estas detenciones, ¿cree que entre esas personas hay quienes cumplen ese perfil?
Creo que entre las personas detenidas hay personas influyentes que son líderes eficaces. Pero más allá de eso también creo que hay otras personas en Batasuna que pueden ejercer ese papel, ser capaces de llevar a la izquierda abertzale a un nuevo futuro. No creo que la izquierda abertzale carezca de buenos líderes ahora.
Siguiendo con el símil irlandés, ¿ve usted en el Gobierno español algún «Jonathan Powell» [jefe de Gabinete del Gobierno de Tony Blair y negociador-jefe británico]?
No, en este momento no. Pero tengo que añadir que es difícil para mí evaluar esto porque ahora no tengo ningún conocimiento directo de lo que está haciendo ese gobierno actualmente. Conozco sus declaraciones y acciones públicas, pero soy lo suficientemente viejo como para saber que lo que ves no es siempre lo que realmente es. Quizá estén ocurriendo cosas dentro del Gobierno español que yo desconozco.
En Donostia afirmó que una de las razones evidentes del fracaso del último proceso de negociación fue la ilegalización de la izquierda abertzale. ¿Puede dar otras razones de ese fracaso?
Existen cuestiones que son comunes en la resolución de cualquier conflicto. Cuestiones esenciales, básicas, que aquí no se dieron. Por ejemplo, no hubo medidas de construcción de confianza por ninguna de las partes, ni por parte del Gobierno ni por parte de la izquierda abertzale o por parte de ETA. Tampoco hubo transparencia. Un proceso no puede tener éxito si no existe transparencia, si los líderes no llevan a su base con ellos. Si va a haber un proceso en Euskal Herria, la gente en España debe saber qué es lo que ocurre, deben entender qué pasa, cuáles son los objetivos a largo plazo. Y lo mismo con la base social de la izquierda abertzale. Nadie en el último proceso dijo abiertamente lo que estaba haciendo o para qué lo hacía, en gran parte porque estaban preocupados de que sus respectivos seguidores no estuviesen de acuerdo con ellos, no los apoyasen a nivel político. Y esto nunca puede funcionar.
Asimismo, si comparamos con el caso de Irlanda, en Gran Bretaña había un consenso entre conservadores y laboristas según el cual estos temas no podían ser utilizados contra el otro electoralmente. Eso se cumplió tanto cuando el Gobierno era conservador como cuando era laborista. Probablemente, en las discusiones habría diferencias entre unos y otros, pero no aparecían públicamente. En el Estado español se utiliza el conflicto vasco para ganar votos. Eso hace muy difícil al partido en el Gobierno apoyar un proceso que le puede costar el apoyo popular en las siguientes elecciones.
Puso también el ejemplo del SDLP y de John Hume, que apostaron por el proceso aun a costa de perder la hegemonía electoral en su comunidad. ¿El miedo a ese precedente ha podido afectar también el devenir de las negociaciones aquí?
Creo que sí, que también puede ser una de las razones del fracaso del proceso. Pienso que aquí los partidos políticos están más interesados en proteger su propio espacio y asegurar su base social que en mirar el panorama general. Creo que poner los intereses partidarios por encima de la paz es egoísta y muy desafortunado.
Trasmitió cierto escepticismo sobre la posible implicación de la comunidad internacional, pero a la vez se mostró esperanzado en ese ámbito si esta iniciativa prospera.
Si existe una declaración por parte de la izquierda abertzale, con un claro mensaje sobre la cuestión de la violencia, eso posibilita que la comunidad internacional pueda ser crítica públicamente con el arresto de esos líderes que muestran ese compromiso. Pero ahora, cuando alguien en esa esfera lee el periódico sobre esas detenciones, el mensaje que recibe es que están implicados en terrorismo porque están promoviendo una iniciativa que proviene de ETA. Pero si esta iniciativa se desarrolla y se hace pública, puede haber un cambio significativo.
Subrayó la importancia del debate dentro de Euskal Herria en este momento...
Pongo la importancia en el debate interno porque según la información que yo tengo hace tiempo que no se da una reflexión estratégica dentro del movimiento en favor de la independencia. Hace ya siete años de la ilegalización de Batasuna y creo que es el momento de que se escuche a su base social, saber qué piensa, su estado de ánimo, mirar cómo se maneja la estrategia, cómo se ajusta, se di- giere... Es muy importante debatir internamente, llegar a acuerdos entre ellos. Ocurrió lo mismo en Irlanda y en Sudáfrica en situaciones parecidas. Porque creo que se están buscando y considerando alternativas. Si existe ese deseo, hay esperanza.
Su auditorio en este viaje lo formaban sobre todo abertzales. ¿Qué diría en Madrid?
Mi mensaje no está dirigido sólo a los nacionalistas o a los vascos, sino a los implicados. Todo el mundo, también Madrid, tiene acceso a los medios en los que yo he hablado. Diría lo mismo en Madrid.