ESTADO DE LA UNIÓN EUROPEA
Sarkozy fija el futuro de la UE en el eje franco-alemán
Nicolas Sarkozy recordó ayer que será el eje franco-alemán el que decida quién ocupará el cargo de presidente del Consejo Europeo. Al término de la cumbre de Bruselas, anunció que se ha puesto de acuerdo con Angela Merkel para tener «la misma visión» y apoyar al «mismo candidato» a presidir la UE cuando llegue el momento de abordar el debate de los nombramientos, lo que ocurrirá después de que la República Checa ratifique el Tratado de Lisboa.
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El futuro presidente estable del Consejo Europeo que se nombrará cuando entre en vigor el Tratado de Lisboa -probablemente el 1 de enero de 2010- sigue siendo objeto de todo tipo de especulaciones en las conversaciones informales que se han mantenido en las dos últimas jornadas en la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea (UE) celebrada en Bruselas, sin que hasta el momento haya surgido un verdadero favorito para ocupar ese puesto y el de alto representante para la Política Exterior y la Seguridad Común de la UE.
Pero el presidente francés, Nicolas Sarkozy, quiso despejar algunas dudas al anunciar que será el eje franco-alemán el que designe al presidente del Consejo. Señaló que se ha puesto de acuerdo con la canciller alemana, Angela Merkel, para tener la «misma visión» y «apoyar al mismo candidato» cuando llegue el momento de abordar ese debate. «Creo que es muy importante que Alemania y Francia, sobre una elección de esta importancia, muestren una voluntad decidida de caminar juntas», destacó Sarkozy.
Admitió que durante la cumbre del Consejo Europeo se ha hablado «en los pasillos» de esta cuestión, pero aseguró que no se ha adoptado ninguna decisión ni se ha perfilado «ninguna tendencia definitiva», aunque dijo que «los nombres de la primera ola no son necesariamente los vencedores de la última».
Y es que tras perder puntos la candidatura nunca oficializada del ex primer ministro británico Tony Blair, que no tiene apenas apoyo entre los Veintisiete por su respaldo a la guerra de Irak y por el hecho de que Gran Bretaña no integre la Eurozona ni el espacio Schengen de libre circulación, los nombres con los que se especula son los del primer ministro de Luxemburgo, Jean-Claude Juncker; su homólogo holandés, Jan Peter Balkenende; la ex presidenta irlandesa Mary Robinson, y el ex cancillar austríaco Wolfgang Schüssel.
Balkenende volvió a reiterar ayer que «no es candidato« a la Presidencia del Consejo, aunque dijo no excluir que pueda serlo algún día. Los miembros de su Gobierno se mostraron contrarios a su posible designación.
Sarkozy fue uno de los más firmes defensores de Blair y en citarlo como posible candidato, pero parece haber abandonado esa apuesta. Además, Berlín no parece entusiasmada con él.
Angela Merkel indicó que el presidente debe ser una persona con «capacidades especiales», lo que implica «entender inmediatamente la opinión de cada estado miembro en conversaciones breves, aplicarla plenamente y no provocar una disputa».
Por su parte, el premier británico, Gordon Brown, admitió que habrá «muchos candidatos» para ocupar el cargo de presidente permanente de la UE, pero insistió en que su Gobierno seguirá apoyando a Tony Blair por ser un «excelente candidato».
Durante la rueda de prensa ofrecida en Bruselas, Nicolas Sarkozy evitó pronunciar un solo nombre y centró el debate en su perfil: o bien un «líder carismático» para mantener un discurso fuerte sobre Europa o un «facilitador» para buscar el consenso. A lo que habría que añadir las pertenencias políticas y el origen geográfico. «No se puede uno imaginar que los tres puestos -presidente del Consejo, jefe de la diplomacia europea y presidente de la Comisión Europea- pertenezcan a personas que vengan de la misma región o de la misma familia política», dijo.
Por otro lado, Brown eludió pronunciarse sobre si, de confirmarse el fracaso de la candidatura de Blair, estaría dispuesto a apoyar a su ministro de Exteriores, David Miliband, para el cargo de Alto Representante para la Política Exterior y el propio Miliband subrayó que «no soy candidato. No estoy disponible». A su juicio, es un «error» sugerir que hay un «segundo candidato» británico.
Tras el primer baile de nombres, habrá que esperar a conocer el veredicto del Tribunal Constitucional checo, que se pronunciará el martes sobre el recurso de un grupo de senadores al Tratado de Lisboa. Si el Constitucional da luz verde, la negociación sobre los cargos institucionales arrancará justo después de que el presidente, Vaclav Klaus, estampe su firma en el documento, previsiblemente antes del 9 de noviembre.
En las próximas semanas se convocará una cumbre europea extraordinaria sobre la elección de los cargos institucionales.
Los líderes europeos pactaron ayer la posición común que la UE defenderá en la cumbre de diciembre en Copenhague sobre cambio climático, que tiene como objetivo diseñar un acuerdo que sustituya al protocolo de Kioto. El compromiso fue posible porque la UE no concretó la ayuda financiera que dará a los países pobres para ayudarles a recortar las emisiones, sino que se limitó a señalar que pagará su «cuota equitativa» de la factura de 100.000 millones de euros anuales hasta 2020.
Alemania, el Estado francés e Italia se negaron a hacer estimaciones, ya que quieren ver antes los pasos que dan otras grandes potencias como EEUU.
«Era esencial que la UE mantuviera su liderazgo y su credibilidad y lo hemos hecho», se jactó el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, quien la próxima semana viajará a Washington con el primer ministro sueco, Fredrik Reinfeldt, con el objetivo de transmitirle al presidente de EEUU, Barack Obama, la posición europea y pedirle que su país se comprometa contra el cambio climático para que Copenhague sea un éxito. La UE espera concesiones similares también de Canadá, Japón y Australia.
Los países del este europeo, que liderados por Polonia se resistían a contribuir a estas ayudas alegando su bajo nivel de renta y el impacto de la crisis, lograron no tener que pagar nada entre 2010 y 2012. A partir de esa fecha, el reparto de la factura entre los estados miembro se calculará según «la capacidad de pago de los países menos prósperos». GARA