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Gobierno de Lakua

López, Ares y Celaá, señas de identidad de un gobierno que cumple seis meses

El Gobierno de López tiene la solidez que le confiere su pacto con el PP, que le garantiza la mayoría parlamentaria, y su acuerdo de estabilidad con el PNV, que le dota de centralidad política.

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Iñaki IRIONDO

Se cumplen hoy seis meses desde que el 5 de mayo el Parlamento de Gasteiz invistiera como lehendakari a Patxi López, gracias al pacto alcanzado por el PSE con el PP y el voto añadido del representante de UPyD. En estos días se está procediendo en la Cámara al inicio del debate presupuestario y si se observa el orden de prelación de nuevo Ejecutivo se ve que el primer puesto corresponde a Presidencia, el segundo a Interior y el tercero a Educación. Puede que sea casualidad, pero es una fotografía que define bien las señas de identidad de este gobierno.

Rodolfo Ares es la imagen de la «lucha antiterrorista» de consigna, del discurso repetido sea cual sea la pregunta que se le haga. «Trabajamos sin descanso para combatir al terrorismo y a aquellos que lo amparan y justifican», «firmeza democrática», «tolerancia cero», «no son fotografías de personas presas sino de personas imputadas o condenadas por asesinato y otros delitos terroristas», «¿qué proponen, que la Ertzaintza no cumpla la ley?». Siempre blanco o negro, sin lugar ni para el matiz ni para los grises. Dispuesto a dar lecciones a cualquier alcalde e incluso al Tribunal Superior de Justicia del País Vasco. Y vengativo.

Isabel Celaá es mucho más amable en las formas, pero su reciente intervención sobre la reforma del currículum de enseñanza, hablando de «adoctrinamiento nacionalista» y diciendo que el empleo del euskara como lengua vehicular principal suponía una «ofensa» para el 80% de la ciudadanía, ha desnudado las obsesiones identitarias de este gobierno. Porque las tiene y están perfectamente marcadas en las prioridades acordadas en su pacto con el PP: convertir a la CAV en una comunidad española más; presentar como «normal» y «neutral» la visión del país que tiene el unionismo y como «de parte» o «ideologizada», la forma de sentirlo que tiene el abertzalismo.

Y junto a Ares y Celaá, aparece como director de orquesta Patxi López. No se le pueden negar cualidades cuando ha conseguido llevar a su partido hasta Ajuria Enea y resulta frívolo caricaturizarlo. Pero su imagen viene indefectiblemente marcada por verlo tumbado en el sofá haciendo que toca el saxo para la revista «Rolling Stones», o recordarlo con la pose de mirada perdida escuchando música en un salón noble de Ajuria Enea para «Vanity Fair». López no parece todavía un lehendakari.

Sin embargo, no conviene menospreciar a este gobierno porque ha llegado (con trampas) para quedarse. El pacto con el PP garantiza una mayoría parlamentaria que le permite trabajar con suma tranquilidad, porque sabe que el partido de Basagoiti no puede romper ese acuerdo que está forjado con las herramientas de la razón de Estado. Pero además, las necesidades de cada cual han hecho que PSOE y PNV también sellen otro pacto de estabilidad presupuestaria e institucional que coloca al Ejecutivo de Patxi López en un espacio de centralidad.

El presidente del EBB, Iñigo Urkullu, ha escrito en su blog que «los leones se están quitando la piel de corderos. Y su voracidad parece no tener límites». Añade que el objetivo es acabar con el autogobierno vasco. Lo que no explica Iñigo Urkullu en su artículo es qué hace entonces el PNV bailando con los leones, dándoles estabilidad en Madrid y sustento en Gasteiz.

Patxi López cumple sus primeros seis meses en Ajuria Enea y lo hace con mucha mayor tranquilidad de la que era previsible cuando le ganó la investidura a Ibarretxe.

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