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«El turismo sexual no es una `travesura', sino una forma espantosa de explotación»

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Amaya Renobales Barbier
Activista contra la explotación infantil en Méjico

Esta bilbaina (1972) afincada en Cancún, licenciada en Derecho por la Universidad de Deusto, acaba de recibir del Instituto Mejicano de Migración el «Reconocimiento Quetzalcóalt» por su destacada labor en apoyo a los migrantes en materia de prevención del abuso sexual infantil.

Joseba VIVANCO

Aunque residente en Méjico, es directora de la End Child Prostitution, Child pornography and Traffickinh of Children for Sexual Purposes (ECPAT) en la sede de EEUU, también consultora externa de Unicef y promotora del novedoso Código de Conducta de Protección de las Niñas, Niños y Adolescentes de la Explotación Sexual en el Turismo y los Viajes.

¿Cómo llega usted a Méjico?

En enero de 1999 con una beca del Gobierno vasco, como cooperante al desarrollo para trabajar con Unicef. Trabajé en el área de derechos de la niñez y la mujer, promoviendo cambios en las normas federales y estatales para protección de los derechos de la niñez en las leyes. Primero como becaria y luego como contratada en la oficina.

¿Y se quedó en el país?

Sí. En 2004 me trasladé a vivir a Cancún, donde sigo trabajando en reformas legislativas estatales al código penal del Estado de Quintana Roo, para incluir nuevos delitos como la pornografía infantil o el turismo sexual infantil. En 2006 es cuando entro a trabajar para ECPAT USA, una organización dedicada a la prevención de la explotación sexual infantil en el turismo y con presencia en 70 países. Además, asesoro al Congreso local de Quintana Roo en reformas que tienen que ver con la proteccióna la niñez.

¿Cuál es el panorama de la explotación infantil en Méjico?

Realmente no hay cifras fiables. Es un fenómeno que se da en la oscuridad y que es muy difícil de investigar. Lo que sabemos es que existen todos los elementos de riesgo, como pobreza, discriminación contra las mujeres, contras los niños y las niñas, falta de capacidad institucional... y el hecho de ser un destino turístico que recibe millones de visitantes al año lo ponen en riesgo sólo por eso.

¿Por qué se interesó, precisamente, por el tema de la explotaxión sexual infantil?

Está dentro del catálogo de la vulneración de derechos de la niñez que trabajé en Unicef. Al final, se trata de proteger a la niñez de cualquier forma de violación de sus derechos y por eso no me costó meterme de lleno con ello en ECPAT USA.

Y dentro de esa explotación, el turismo sexual infantil. ¿Somos conscientes, los países de donde procede el turismo, de la realidad que supone esta forma de explotación?

Hablamos de un fenómeno que puede verse a simple vista como una «travesura» del turista sin mayores consecuencuas, pero en realidad se trata de una forma espantosa de explotación de los menores. Los niños, niñas y adolescentes inmersos en ella sufren violencia, sometimiento a drogas, pobreza, marginación, problemas emocionales muy graves y sufrimiento extremo. Muchos no llegan a los 30 años de vida. Fueron secuestrados para ser sometidos a esta forma de explotación, engañados o, simplemente, son obligados a prestar servicios sexuales.

¿Qué le diría a uno de esos turismo o a un potencial turista sexual?

Que tuviera en cuenta las consecuencias de sus actos. Le pediría que pensara qué pasaría si fueran sus hijos.

¿Y cómo combatir esa lacra?

Dentro el sector privado se está promoviendo un código de conducta que está teniendo mucho éxito, porque las empresas turísticas tampoco quieren que sus destinos se identifiquen con el turismo sexual infantil. Lo han firmado ya más de 900 empresas en 35 países. Y cuando un turista sexual ve que en ese sitio se ha firmado ese código, prefiere irse a otro lado. Porque el respeto a los derechos de la niñez no es una cuestión cultural, que suponga que sea más difícil de aplicar en unos lugares que en otros.

¿Y qué implica ese Código?

Compromisos como adoptar una política ética no tolerante con esta explotación, formar al personal de la empresa para que lo sepan, informar al turista con mensajes preventivos, estar en contacto con agentes locales como polícía, taxistas, etc.

 

en la oscuridad

«Realmente no hay cifras fiables sobre la explotación infantil. Es un fenómeno que se da en la oscuridad y que es muy difícil de investigar»

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