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Crónica | Conferencia en Bilbo

Wahl detalla los frutos de un modelo sindical comprometido

Asbjorn Whal expuso ayer la experiencia del sindicalismo noruego contra la privatización de servicios públicos a partir de la acumulación de fuerzas. Sostuvo que los sindicatos deben pasar de la defensiva a la ofensiva y destacó que ésta es «una oportunidad histórica», porque «el neoliberalismo está desacreditado, la gente está abierta a nuevas ideas y la crisis crea condiciones para unificar luchas».

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Nerea GOTI

Invitado por la Fundación para Estudios Sindicales Ipar Hegoa de LAB, el sindicalista noruego Asbjorn Wahl visita estos días Euskal Herria. Ayer ofreció en Bilbo una conferencia bajo el título «Del fracaso del diálogo social al sindicalismo de confrontación» en la que explicó la experiencia noruega, la lucha del movimiento sindical contra la privatización de los servicios públicos, que consiguió un giro a la izquierda en las políticas gubernamentales a partir de la aumulación de fuerzas. No obstante, cerró su exposición dejando claro que «se ganan victorias, pero la lucha continúa».

Asbjorn Wahl es asesor del sindicato noruego de empleadores municipales y miembro del Foro Social Europeo. Los frutos que ahora recoge el movimiento sindical noruego, según explicó, son la consecuencia de una lucha redireccionada de acuerdo al contexto sociopolítico de su país en los años 90, en base a cuatro pilares: trabajar sobre un análisis propio de la sociedad, construir amplias alianzas, plantear alternativas a la privatización y desarrollar los sindicatos como actores políticamente independientes.

Wahl ahondó en cuestiones como recuperar las ideologías ante la creencia generalizada de que no había diferencias entre las izquierdas y las derechas en medio del descrédito hacia la actividad política o la necesidad de tomar conciencia de la existencia de una ofensiva neoliberal y del significado político de la globalización.

El sindicalista noruego, que explicó las enormes posibilidades de expansión que el sector público confiere al capital, en un contexto de competencia entre los estados por ofrecer las mejores condiciones fiscales para atraer a las inversiones, han sido caldo de cultivo junto a un clima ideológico de que lo privado es mejor que lo público.

Wahl denunció también el papel de la Unión Europea en este proceso, criticando que los acuerdos de organismos internacionales allanan el camino porque es más fácil escapar del control de los medios en cada país y ejemplificó cómo se produce la intrusión del capital en los servicios públicos con una firma conocida en Euskal Herria, como Veolia -al frente del transporte público en Bilbo- que citó para explicar cómo ha ido diversificando su área de negocio desde el suministro de agua hasta la gestión de residuos o la enseñanza. A este respecto, agregó que es importante concienciar sobre el modus operandi de estas transnacionales que se hacen con el control del mercado para imponer precios y recuperar el dinero perdido cuando se hacen con el servicio.

Whal destacó que en Noruega se planteó una alianza contra la privatización que consiguió unir a seis sindicatos en torno a un programa político a favor del desarrollo y reestructuración del sector público y el control democrático de los servicios públicos. Recalcó asimismo el impulso que se dió a la campaña por el Estado de Bienestar y señaló que se consiguió la adhesión de 23 organizaciones.

El sindicalismo noruego confirió especial importancia a presentar alternativas a la privatización ofreciendo incluso el trabajo codo con codo con los municipios para demostrar que es posible crecer en calidad y además crear empleo.

La lucha sindical en Noruega puede presumir entre sus logros de haber conseguido construir una gran coalición antiprivatización, así como parar los intentos de privatización del ferrocarril y de la enseñanza privada o el control nacional de la energía hidroeléctrica, el 80% del consumo energético noruego. Pero, a su juicio, también hay condiciones en otros países para iniciar el camino ante «una oportunidad histórica». Según remarcó, «el neoliberalismo está desacreditado, la gente está abierta a nuevas ideas y la crisis crea condiciones para unificar luchas»,

 

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