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Raúl Zibechi 2009/11/20

El Estado, un molino de viento

LaJornada

Si hay algún fantasma recorriendo América Latina, por recuperar la célebre frase que encabeza el Manifiesto comunista, es el de la resistencia india comunitaria, en sierras y selvas, y ahora en la Amazonia sudamericana. En años recientes, naciones enteras resisten la expansión de la minería y la explotación de hidrocarburos, así como los monocultivos que devoran tierras nativas. Esa resistencia ha sido tan potente en el Perú neoliberal de Alan García como en la Venezuela bolivariana de Hugo Chávez y en el Ecuador de la revolución ciudadana de Rafael Correa. (...)

En el fondo de estos conflictos laten dos modos de estar en el mundo. El concepto de desarrollo, tan apreciado por las izquierdas, no pertenece al universo conceptual de los pueblos originarios del continente. Es una propuesta neocolonial que busca atrapar los bienes comunes para convertirlos en mercancías. El modelo extractivista les resulta ajeno, porque sólo reciben los perjuicios materializados en la destrucción del medio donde viven. Pero hay más. El Estado-nación es una construcción de Occidente que nada tiene que ver con tradiciones indígenas. ¿Existe relación entre el extractivismo y los estados? Un Estado-nación tiene una lógica por la cual no puede carecer de un modelo de producción que le garantice estabilidad, previsibilidad, garantías de poder cumplir con su objetivo central: la reproducción del Estado, o sea, de las relaciones sociales que podemos llamar estatalidad. (...)

En las tradiciones indias no hay Estado -salvo el impuesto por los conquistadores, muchas veces asumido por los conquistados-, sino comunidad, que funciona con una lógica opuesta. No es ni mejor ni peor, sólo es diferente. Desde el punto de vista de la emancipación, la comunidad puede ser tan opresiva como el Estado. En todo caso, vale preguntar a las mujeres y los jóvenes. Una diferencia es que el Estado-nación es una relación social capitalista; la comunidad no es capitalista, es comunidad. (...)

La comunidad es socialismo-comunismo; el capitalismo sólo sobrevive gracias al pulmón Estado. Los partidarios del socialismo deberíamos reflexionar que no se trata de mayor o menor radicalidad de los procesos; que no se trata de más reformas, de más nacionalizaciones, etcétera. Sino de alfombrar el camino del socialismo con otros tapices que no estén tejidos con las hebras estatales. Esto, sí, sería una revolución, cultural, social, política, paradigmática... estética. Ah: no es un debate teórico; por lo menos en América Latina es parte de nuestras realidades.

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